El pasado 17 de septiembre marcó un hito para el pueblo Gitano en la Unión Europea (UE). En ese día, el Parlamento Europeo aprobó una resolución histórica que pide, por primera vez, una ley de ámbito comunitario para avanzar en la igualdad que durante siglos le ha sido negada a este pueblo castigado por el racismo.
Esta resolución corrige los déficits de las Estrategias Nacionales de Inclusión del Pueblo Gitano (que vencen a finales de este mismo año), las cuales no abordaban las barreras de acceso a derechos fundamentales; barreras que siguen levantándose a diario como consecuencia del persistente antigitanismo social e institucional.
Las comunidades gitanas han estado viviendo en Europa desde el siglo XIII, y desde entonces se les ha tratado como a un pueblo extranjero que, debido al uso de «costumbres extrañas», habría obstaculizado el progreso de la civilización europea. Este estigma ha tenido un impacto negativo duradero: las encuestas sobre intolerancia informan periódicamente sobre los niveles más altos de hostilidad hacia las personas gitanas, de entre todos los grupos estigmatizados de Europa.
En los últimos diez años, las personas y comunidades gitanas han sido víctimas de pogromos y agresiones racistas en países de la UE como Irlanda, Francia o la República Checa. En algunos casos, como en Eslovaquia, Italia y Bulgaria, las fuerzas policiales han actuado con brutalidad contra diferentes comunidades gitanas. Esto debe ser vigilado, perseguido y castigado en la nueva década: los estados miembros deben hacer cumplir la ley y proteger a las víctimas gitanas de delitos de odio. Además, los estados tienen que sancionar el discurso de odio en cualquier formato, incluidos los discursos online.
En las democracias avanzadas, las instituciones públicas no han de ser un mero espejo de los valores y las prácticas sociales, sino que deben conducir y liderar las transformaciones sociales. Tienen la responsabilidad de educar al público, más allá de hacerse eco de la opinión pública.
Es bueno que el Parlamento Europeo haya iniciado un nuevo ciclo político para avanzar hacia la plena igualdad del pueblo Gitano. Durante mucho tiempo, el antigitanismo ha sido el elefante al que nadie miraba, instalado en todas las instancias en las que se diseñaban políticas dirigidas a la comunidades gitanas. Estoy convencido de que todas las políticas sociales dirigidas a las comunidades gitanas resultarán fallidas, si no están respaldadas por un compromiso institucional para combatir la discriminación racista.
El Parlamento Europeo ya instó en 2017 a los estados miembros a tomar medidas contra el antigitanismo, a través de la resolución redactada por la eurodiputada romaní, Soraya Post (Partido Socialista Europeo). Actualmente se están evaluando los resultados de las Estrategias Nacionales de Inclusión del Pueblo Gitano, que se anunciarán a finales de año. Estas evaluaciones deberán tener en cuenta la última resolución del Parlamento Europeo, sobre cómo combatir los prejuicios y estereotipos contra el pueblo Gitano, redactada por el eurodiputado romaní, Romeo Franz (Partido Verde Europeo).
La ampliación de los objetivos de las actuales estrategias requerirá un aumento importante de los fondos de la UE asignados a las políticas destinadas a las comunidades gitanas . Y la financiación existente requiere un gasto más eficaz: las políticas de inclusión seguirán siendo ineficaces a menos que aborden las barreras racistas que enfrentan las personas gitanas en las áreas clave de la educación, el empleo o la vivienda. La preparación del próximo marco financiero plurianual de la UE ofrece una oportunidad extraordinaria para reorganizar las estrategias de gasto de los fondos comunitarios y dar prioridad al antirracismo en los programas de la UE.
Tras el seísmo provocado por el Brexit, la Unión Europea está atravesando una profunda crisis de identidad. En este contexto, la lucha contra el antigitanismo debe verse como parte de una batalla más amplia contra la amenaza del populismo nacionalista. Garantizar el trato no discriminatorio de 6 millones de sus ciudadanos y ciudadanas, de origen romaní, sería una buena forma de que la UE reafirmara sus valores fundamentales. En este sentido, la próxima reforma del Marco de la UE para la Inclusión y la No-discriminación del pueblo Gitano, ofrece una ocasión certera para avanzar hacia la igualdad. Espero que la UE no pierda esta oportunidad.ç
Ismael Cortés es doctor en Estudios Internacionales de Paz y Conflictos. Asesor experto de la OSCE – ODIHR. Ha trabajado como analista político en Centre for European Policy Studies y Open Society European Policy Institute. Diputado de Unidas Podemos – En Comu Podem en el Congreso.