Una simple falta penal se convierte, por mor de la declaración pública de un tercero ajeno al proceso judicial, en un presunto delito terrorista. Un despropósito jurídico mayúsculo. Uno más El 3 de noviembre del 2006 se celebraba en Beasain una concentración para protestar por el inicio de las obras del Tren de Alta Velocidad […]
Una simple falta penal se convierte, por mor de la declaración pública de un tercero ajeno al proceso judicial, en un presunto delito terrorista. Un despropósito jurídico mayúsculo. Uno más
El 3 de noviembre del 2006 se celebraba en Beasain una concentración para protestar por el inicio de las obras del Tren de Alta Velocidad en el tramo alavés. La Ertzaintza cargó contra los concentrados y denunció a dos personas. No tenemos más información del motivo, pero a efectos de este artículo es suficiente. La denuncia fue tramitada ante el Juzgado de Instrucción nº 2 de Tolosa, que consideró que los hechos podrían ser constitutivos de una «falta de desórdenes públicos». Es decir, una infracción leve o menor. Incluso señaló el 15 de enero de 2008 para celebrar la vista oral. Hasta aquí todo habitual y rutinario.
Pero el 14 de enero la juez dicta un auto de formulario, con una única consideración propia: «Habiéndose hecho una declaración pública de la banda terrorista ETA de ser uno de sus objetivos el impedimento por cualquier medio de ejecución de las obras del TAV, remítase los presentes autos a la Audiencia Nacional». Nada más. Y nada menos.
Todavía no salimos de nuestro asombro. Una simple falta penal se convierte, por mor de la declaración pública de un tercero ajeno al proceso judicial, en un presunto delito terrorista. Un despropósito jurídico mayúsculo. Uno más. ¿Cómo es posible que una protesta social pacífica se convierta en un acto terrorista de la noche a la mañana? Por otra parte, la «declaración de ETA» a la que se refiere (entrevista en el diario GARA de 5 de enero de 2008, suponemos) no dice lo que Su Senoría presume que dice. Pero, en cualquier caso, ¿cómo podían saber los denunciados en noviembre de 2006 lo que ETA iba a declarar en enero de 2008?
El movimiento ecologista lleva muchísimos años oponiéndose a las redes de Alta Velocidad y al TAV, a través de una acción pública, directa y no-violenta, que busca la información y sensibilización social, el debate, la movilización y la denuncia pública. Incluida la desobediencia civil a leyes o actuaciones que nos parecen injustas.
Pero la desobediencia civil en Euskadi también es un crimen, desde que según algunos jueces la «descubrió» ETA. Y nosotros que creíamos que la había inventado un tal Henry David Thoureau, quien en 1846 fue encarcelado en Estados Unidos por negarse a pagar impuestos, debido a su oposición a la guerra contra México y a la esclavitud y que años después escribiría el tratado «La desobediencia civil». Y que la habían desarrollado gentes como Leon Tolstoi, Mahatma Gandhi o Martin Luther King. ¿Acaso ellos también eran «adelantados de ETA»?
Nosotros y nosotras vamos a seguir oponiéndonos activamente al Tren de Alta Velocidad, pero como escribimos este artículo después de esa «declaración pública de ETA»: ¿también ahora estaremos haciendo «apología del terrorismo»? ¿también este artículo estará dictado por ETA? Así pues, ¿deberemos callar, plegar las pancartas y aplaudir la llegada del TAV?
*Carlos Alonso, Rosa Lago e Iñaki Bárcena son miembros de Ekologistak Martxan