Es verdad, la revolución tunecina no es la revolución rusa. Y Santiago Alba no es John Reed, pero ambos acontecimientos han estremecido al mundo. Y Santiago Alba ha sido un testigo tan lúcido y privilegiado de la revolución de Túnez como Reed lo fue en la rusa de 1917. El primer dato elocuente nos lo […]
Es verdad, la revolución tunecina no es la revolución rusa. Y Santiago Alba no es John Reed, pero ambos acontecimientos han estremecido al mundo. Y Santiago Alba ha sido un testigo tan lúcido y privilegiado de la revolución de Túnez como Reed lo fue en la rusa de 1917. El primer dato elocuente nos lo ofrece ya en la introducción, donde el autor rememora la cobertura informativa en 2005, cuando en Túnez se producía una huelga de jueces y abogados y se detenía a periodistas y blogueros: «De enero a junio de ese año, por ejemplo, El País publicó 618 noticias relacionadas con Cuba, donde no pasaba nada, y 199 sobre Túnez, todas sobre el turismo o el mundial de baloncesto; El Mundo, en esas mismas fechas, registró 5.162 entradas sobre Cuba, país donde no pasaba nada, y sólo 658 sobre Túnez, casi todas sobre el mundial de balonmano; y ABC tendió 400 veces la mirada hacia Cuba, país donde no pasaba nada, mientras sólo mencionaba a Túnez 99 veces, 55 de ellas en relación con el mundial de balonmano».
Este breve libro, con textos de José Daniel Fierro y Santiago Alba (que escribe bajo el heterónimo de Alma Allende), tiene la urgencia del periodismo, el lenguaje de la literatura y la pasión de la militancia. A través de él podemos desmontar muchos de los tópicos presentados por la información fría y manufacturada de las agencias y corresponsales de esos que cubren revueltas sin abandonar el hotel y sin conocer una palabra de árabe. Alba Rico nos aclara, entre otras cosas, que no existe esa presencia islamista que tanto obsesiona a Occidente y sitúa en el término justo el papel de las redes sociales, presentadas como el bálsamo de Fierabrás que cura todos los problemas.
Una vez más, alguien que no es periodista de título académico nos recuerda a los que sí lo somos que el periodismo es salir a la calle, hablar con la gente y tener sangre y pasión en las venas, en lugar de limitarse a buscar las tomas de electricidad en las salas de las ruedas de prensa como denunciaba Kapuscinski.
«Túnez, la revolución«. José Daniel Fierro y Alma Allende (Santiago Alba Rico). Hiru, 2011
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rCR