Obras arquitectónicas emblemáticas del movimiento moderno en Cuba y con un valor único en la memoria histórica de esta nación parecen destinadas a desaparecer ante la expansión del turismo de grandes complejos hoteleros, que amenaza con imponerse en el balneario de Varadero. La alerta estalló en 2010 con los rumores acerca de la demolición del […]
Obras arquitectónicas emblemáticas del movimiento moderno en Cuba y con un valor único en la memoria histórica de esta nación parecen destinadas a desaparecer ante la expansión del turismo de grandes complejos hoteleros, que amenaza con imponerse en el balneario de Varadero.
La alerta estalló en 2010 con los rumores acerca de la demolición del Hotel Internacional y del Hotel Club Las Cabañas del Sol, dos construcciones de los años 50 que se encuentran ubicadas en una zona privilegiada de la playa de Varadero, ubicada a 140 kilómetros al este de La Habana, en la provincia de Matanzas.
Dos declaraciones del Comité Nacional de Icomos-Cuba, el capítulo nacional del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, una de mayo y otra de noviembre, han quedado sin respuestas hasta ahora, confirmó el arquitecto Jorge Fornés a IPS.
Fornés es presidente del comité cubano del consejo internacional independiente, conocido por Icomos, sus siglas en inglés, que mantiene estrecha colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
«Independientemente de todas las decisiones, estoy convencido como arquitecto que no es necesario cuando hay algo valioso, eliminarlo para hacer algo nuevo. Si se quiere conservar algo que tiene valor patrimonial, se puede resolver», afirmó, y recordó casos como la conservación en La Habana de las fortalezas del período colonial.
Los reclamos del sector intelectual, difundidos en su mayoría por correo electrónico, tampoco han tenido una respuesta oficial pública por representantes del Ministerio de Turismo ni un reflejo en los medios de comunicación cubanos. Trabajadores del Hotel Internacional dijeron a IPS que «era una decisión ya tomada».
«Todas (las versiones) son contradictorias», concluyó el poeta Roberto Fernández García, residente en Varadero, en un mensaje distribuido por correo electrónico y que resume el resultado de indagaciones suyas y de otras personas interesadas en el caso, ante las autoridades provinciales del Ministerio de Turismo.
Funcionarios de esa dependencia en Matanzas aseguraron que «el Hotel Internacional, inaugurado el 24 de diciembre de 1950, era muy viejo, anticuado y pequeño, de muy pocas habitaciones, que ya no respondía a las exigencias del turismo de los tiempos actuales», según el mensaje de Fernández.
De acuerdo con esa versión, el hotel de 161 habitaciones sería demolido para construir, en el mismo lugar, una instalación moderna de 800 habitaciones. Destino similar correrían el Cabañas del Sol, otras instalaciones turísticas de la primera mitad del siglo XX y edificaciones del llamado Varadero histórico.
Pero la Oficina del Historiador de Matanzas recibió otra explicación. Según un mensaje difundido por la no gubernamental Cofradía de la Negritud, en este caso la respuesta fue que «el sistema hidráulico del hotel estaba colapsado por lo que resultaba más económico demolerlo y construirlo de nuevo, que repararlo».
Sin embargo, la versión del mal estado estructural no fue manejada por las autoridades turísticas ante los trabajadores de la instalación. «Nos dijeron que la demolición responde a regulaciones ambientales y que era inútil acudir a Eusebio Leal para salvar el hotel», comentó a IPS una empleada.
Supuestamente, Leal, diputado a la Asamblea Nacional (parlamento) y titular de la Comisión Nacional de Monumentos, no podría hacer nada por una instalación construida sobre una duna, como más de cien edificaciones y miles de metros de muros y cercas que deben demolerse en Varadero según estudios ambientales.
En declaraciones a IPS en 2007, Alfredo Cabrera, director de la Oficina para el Manejo Integrado de la playa de Varadero, aseguró que antes de decidir sobre una demolición, esa instancia tenía en cuenta «el valor patrimonial o histórico del inmueble» y si cumplía «una función social importante».
Mientras un trabajador de la reserva ecológica Varahicacos, que hace unos años vivió «la degradación» de la categoría de manejo de esa área protegida para la construcción de un hotel de cientos de capacidades, aseguró a IPS que en el caso del Internacional de Varadero deberían conciliarse los intereses ambientales y patrimoniales.
Fuentes cercanas al Ministerio de Turismo confirmaron que esa institución tiene un acuerdo con otro país para la construcción de un hotel moderno, similar a tantos otros que se han construido en los últimos años en el balneario cubano, en la misma zona donde hoy se levantan el Internacional y Cabañas del Sol.
Con más de 18.000 habitaciones y 49 hoteles en 22 kilómetros de playa, Varadero atrae a la mitad de los más de dos millones de turistas que llegan a Cuba cada año.
Con una población municipal de 26.600 habitantes, que integra dos comunidades vecinas, Varadero recibió en febrero la cifra récord de más de 31.000 visitantes en un día, dentro de una oferta crecientemente masificada y donde aumenta la modalidad del «todo incluido».
«Todo esto es un avance de lo que puede venirnos encima en muchísima mayor escala, porque el país necesita dinero urgentemente», alertó en declaraciones a IPS Mario Coyula, Premio Nacional de Arquitectura 2001, sin mencionar directamente la difícil situación económica que atraviesa la isla desde la década pasada.
Más allá de valores arquitectónicos, el arquitecto y diseñador urbano recordó que «para mucha gente ambas instalaciones son puntos de referencia de toda una vida, algo que está desapareciendo rápidamente en Varadero, al igual que la convivencia con una población local que cada vez está más arrinconada».
Arquitectos, artistas, escritores y periodistas, que se pronunciaron por salvar lo que queda del Varadero de los años 50, recordaron sus enormes potencialidades para la promoción del turismo cultural, con una oferta diferente a la «estandarizada opción de sol y playa con «todo incluido» que puede encontrarse en cualquier isla del Caribe.
«Para mí esto es un resultado natural de la excesiva centralización, que no permite tratar con miles de pequeños y medianos inversionistas que podrían generar una riqueza más estable y balanceada. Y lo más importante: los pequeños no pueden aspirar a poner condiciones», añadió Coyula.