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El uribismo se comporta como si fuera oposición

Fuentes: Rebelión

La renuncia irrevocable de Néstor Humberto Martínez a la Fiscalía General de la Nación refleja una particularidad de la política en Colombia que se presenta también en gran parte del mundo. Se da cuando sectores minoritarios aprovechan coyunturas especiales para acceder a los gobiernos. El uribismo es y actúa como una minoría. En las elecciones […]

La renuncia irrevocable de Néstor Humberto Martínez a la Fiscalía General de la Nación refleja una particularidad de la política en Colombia que se presenta también en gran parte del mundo. Se da cuando sectores minoritarios aprovechan coyunturas especiales para acceder a los gobiernos.

El uribismo es y actúa como una minoría. En las elecciones de 2018 logró construir una mayoría con Duque para derrotar a Petro (usando el miedo al «castro-chavismo»), pero siguió actuando como una minoría y ahuyentó a sus aliados liberales, vargas-lleristas y santistas.

Hoy no existen mayorías sólidas en Colombia. Existe una mayoría coyuntural que se formó como reacción a la torpeza de Duque y Uribe de querer destruir el Tribunal que administra y opera la Jurisdicción Especial de Paz (JEP). Pero es una mayoría precaria e inestable.

Quienes quieran construir mayorías para consolidar el frágil y cuestionado «proceso de paz», tendrán que pensar muy bien la forma de hacerlo. Hay que tener en cuenta que en Colombia nunca han existido mayorías reformistas, lo que es parte de nuestros problemas estructurales e históricos.

Bolívar no logró construir en la Nueva Granada (Colombia) ni siquiera una minoría. En el siglo XIX y XX, los liberales reformistas y el único liberal revolucionario (Gaitán) no pudieron construir mayorías. Gaitán iba en esa dirección y por eso lo mataron. Las mayorías siempre han sido retrógradas.

En la actualidad, la minoría uribista va a centrar todos sus esfuerzos en construir nuevas mayorías para neutralizar y cooptar el aparato judicial (altas Cortes), y si no lo pueden hacer, intentarán desprestigiar y destruir la institucionalidad existente usando «todas las formas de lucha». En gran medida, ya lo hacen. Su situación es realmente desesperada.

Su principal aliado es el actual gobierno de los EE.UU. El ex-fiscal Martínez se convirtió, dada su naturaleza corporativista, mafiosa y criminal, en su principal agente dentro del gobierno, y lo seguirá siendo fuera de él. Pero al igual que Guaidó en Venezuela, no será suficiente. Los neocons de Florida necesitan más, mucho más.

La gran paradoja en Colombia es que el uribismo controla el gobierno, pero se comporta como si fuera oposición. Significa que se ha ido conformando una efectiva mayoría social e institucional, pero todavía los demócratas no son muy conscientes de ella. A veces, por impaciencia y torpeza, se auto-sabotean y colocan trampas.

Son sectores, en la otra orilla del uribismo, que no logran compaginar lo que es la inmediatez del deseo con la trascendencia del anhelo [1], y por eso, le hacen -sin querer- el juego al uribismo.

Nota
[1] Zuleta, Estanislao (1982). «Sobre la lectura».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.