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«El Viejo Topo» en blanco y negro

Fuentes: Rebelión

Aparte de la portada y contraportada, El Viejo Topo de febrero de 2012 aparece en blanco y negro. Por primera vez, si no ando errado, desde su fundación y aparición en los años setenta del pasado siglo. No importa nada, no es esencial. Ni incluso es importante. De las razones de ello da cuenta uno […]

Aparte de la portada y contraportada, El Viejo Topo de febrero de 2012 aparece en blanco y negro. Por primera vez, si no ando errado, desde su fundación y aparición en los años setenta del pasado siglo.

No importa nada, no es esencial. Ni incluso es importante.

De las razones de ello da cuenta uno de sus fundadores y actual director, Miguel Riera, en el editorial del número. Lo ha titulado «El sermón» [1]. Pero no lo es. En absoluto.

Son dos razones las que han motivado la decisión que finalmente, señala MR, pueden resumirse en una: también la dirección de la revista se ha visto obligada a sacar las tijeras del cajón. Nada que ver con las otras, las irresponsables, las que recortan aquí (social) y no tocan ni un pelo allá (Iglesia católica, Monarquía, grandes poderes financieros y corporativos).

La primera razón es la más importante. Ha sido suprimido, de un plumazo, el programa de suscripciones a bibliotecas. Para revistas y pequeñas editoriales, era básico, esencial. «Desde hace años salían de esta casa, cada mes, 1.400 revistas para las bibliotecas españolas». Riera señala que por cuestiones «difícilmente comprensibles para el sentido común -cuestiones previas a los recortes- y que entran dentro del campo de la más estricta burrocracia, el programa fue suprimido…» Por el PP pensarán; no, no ha sido el caso. «Por el gobierno agónico del PSOE en su última semana al frente de la nave del Estado». Esta vez, sin discusión entre líneas o tendencias. Sin matices entre el PSOE-Chacón y PSOE-Don Alfredo Pérez Rubalcaba-asesor Carlos Slim.

No parece que ahora, con el gobierno PP, señala razonablemente Riera, vaya a ser recuperado el compromiso. No, no lo parece. ¿Se podrá recuperar algún día un uso tan razonable y ciudadano del dinero público? De nosotros depende. También eso.

La segunda razón, de menor importancia, tiene que ver con los estragos de la crisis en el mundo del libro: la distribuidora de quioscos del Topo y de otras publicaciones, Coedis, «una de las empresas de distribución más importantes de España, ha presentado concurso de acreedores». No ofrece síntomas de que vaya a reemprender su actividad. El Viejo Topo se queda, pues, sin una compañía necesaria, muy necesaria.

La palidez del Topo se explica, consiguientemente, señala su director, «por la necesidad de tapar los agujeros que ambos hechos han causado en la exigua economía topera». El color es caro y ha resultado ser «nuestra primera víctima». ¿Primera? Tiempos de incertidumbres.

Pero no hay aceptación de derrota alguna. No hay resignación. No surrender: hay que dar batallas que pueden y deben ganarse. «Este Topo no tiene intención de esconderse en la madriguera. Ni hablar. Ni un paso atrás, para tomar carrerilla. Pensamos resistir, y resistiremos. Así cagan chuzos de punta».

«Resistiré» es, precisamente, el lema que destaca y cubre la portada de febrero de esta revista esencial de nuestra historia de resistencia. Y no sólo cultural.

Miguel Riera hace un último llamamiento, razonable donde los haya: «Eso sí, lectora y lector: si te animas y te suscribes, en vez de andar peregrinando por ahí de quiosco en quiosco buscando la revista, nos harás un favor».

La revista, nuestro Topo, ha perdido el color… pero no color. Y el rojo menos que ninguno. Tengo en mis manos el Viejo Topo «de luto», me ha comentado Gema Delgado [2], una sabia y fraternal compañera de Mundo Obrero. Los grandes del cine, ha añadido, «tampoco necesitaron color para convertirse, para hacerse inmortales e imprescindibles. Lo que hace falta es que no falte película. E intentaremos que la cámara no deje de rodar».

Mejor imposible. ¡Que no falte película! ¡Hoy más que nunca! ¡Que la cámara no deje de rodar!

Como apuntó un prudente Brecht, hay seres y luchadores imprescindibles. También lo son algunas publicaciones. ¿No somos acaso conscientes de ello cuando nos recomponemos, cuando pensamos sobre nosotros mismos y la materia político-cultural de la que estamos hechos y hechas? ¿No olemos a topo en muchos nudos y arterias de nuestro ser y estar en el mundo?

Notas

[1] Miguel Riera, «El sermón». El Viejo Topo, febrero 2012, nº 289, p. 5.

[2] Comunicación personal, 2 de febrero de 2012.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.