Desde una postura ultraizquierdista, podríamos despreciar el pasado proceso electoral en el Estado español y en Andalucía no teniendo en cuenta las consecuencias y las lecturas políticas que de esos procesos se deben obtener; justamente lo contrario, desde una postura de izquierda, combativa y de clase, y como no, desde una perspectiva de liberación nacional […]
Desde una postura ultraizquierdista, podríamos despreciar el pasado proceso electoral en el Estado español y en Andalucía no teniendo en cuenta las consecuencias y las lecturas políticas que de esos procesos se deben obtener; justamente lo contrario, desde una postura de izquierda, combativa y de clase, y como no, desde una perspectiva de liberación nacional de Andalucía, estas elecciones nos proporcionan una fotografía de la realidad estatal española y nacional andaluza que por el bien del renacimiento y fortalecimiento de la izquierda comprometida con y por Andalucía, como marco específico de lucha, conviene no desdeñar, ni tomar a la ligera. Estas elecciones han funcionado como un auténtico «termómetro social», al que sí bien tampoco se le puede dar rango absoluto y definitivo, pero que tampoco conviene ignorar.
Conviene tener en cuenta tres elementos profundamente antidemocráticos que han concurrido en estas elecciones de 2008, en ese «pésimo circo» con tan «poco pan» que hemos presenciado en estos días en Andalucía y el Estado español, elementos que desarrollaremos en diferente extensión más adelante.
El primero de ellos es que, una vez más a la ciudadanía andaluza con derecho a voto se nos ha negado por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía unas elecciones propias, no coincidentes con las elecciones al Congreso de los Diputados y al Senado del Estado, negando por tanto un debate de ideas y programas centrados en Andalucía y en clave andaluza.
El segundo elemento tiene que ver con la previa suspensión de funciones de los partidos EHAK y ANV y la imposibilidad subyacente de poder presentar candidaturas en las provincias vascongadas y navarra a esos partidos, expresiones políticas del movimiento de la izquierda abertzale.
El tercer elemento, y no menos importante, fue la prohibición de la mayoría de concentraciones y manifestaciones públicas convocadas por el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, al coincidir con la «jornada de reflexión», teniendo este hecho su máxima expresión en la brutal carga policial que tuvo lugar en Pamplona; reiteramos que no es una cuestión menos importante, cuando se constata la tremenda brecha creada en el Gobierno del PSOE, tanto en el Estado como en la Junta, entre leyes de «igualdad de genero» y realidad de desigualdad y discriminación, como muestra valga que las mujeres trabajadoras de Andalucía ganan de media un 30% menos que los hombres, según datos del propio Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), organismo autónomo dependiente de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía; de lo escrito en las leyes a la verdadera y, sobre todo, efectiva igualdad de genero va un trecho demasiado largo.
El gran partido único de España y por supuesto de Andalucía: el PPSOE
PP y PSOE han acumulado el 83,75% de los votos al Congreso de los diputados de los ciudadanos con derecho a voto del Estado español. Ambos partidos han acumulado similar porcentaje de votos al Congreso de ciudadanos andaluces con derecho a voto. Lo mismo podemos decir del Senado. Pero no sólo eso, PSOE y PP han acumulado el 86,82% de los votos al Parlamento andaluz. El electorado, especialmente el electorado progresista y de izquierdas, y en el caso de Andalucía, se podría incluir además hasta determinados sectores del electorado con cierta conciencia nacional, ha caído de lleno en la trampa que magistralmente le han tendido los partidos políticos representantes del gran capital español (PSOE y PP).
La utilización del miedo al PP, a la derechona reaccionaria españolista de siempre, ha calado entre importantes sectores de la clase obrera, sectores populares y la juventud trabajadora en Andalucía y el Estado. También ese hecho ha determinado la alta participación tanto en los comicios andaluces, como al Congreso y al Senado, salvo en Euskal Herria, con una abstención media superior al 30%, y en el caso de Guipúzcoa, superior al 40%, y todo ello a pesar de la acción de ETA que, indudablemente, tiró al alza la participación entre sectores indecisos.
El cuento del lobo le ha funcionado a un PSOE. Es fácil concluir que más que votar al PSOE, es decir, a favor de un determinado programa o de una gestión satisfactoria en la pasada legislatura, se ha votado contra el PP y lo que este partido representa. Sin embargo, salvo matices más o menos pronunciados, poco diferencia a PSOE y PP, solo las formas, sólo el talante. Rajoy tenía razón cuando en los debates televisados le decía a Zapatero que no habían hecho nada en materia económica y que se habían dedicado a seguir la inercia que el mismo PP había creado en su etapa de gobierno: una inercia de mayor desequilibrios en el reparto de la renta entre trabajo y capital a favor de este último, de escalada de precios en la vivienda y productos básicos, de menor poder adquisitivo para los trabajadores y sectores populares, de reformas laborales (como la del 2006, contando con el apoyo de IU en el Congreso), de especulación y corrupción urbanística, etc.
Fue lamentable ver en esos debates como Zapatero atacó a Rajoy en inmigración con argumentos propios de esa derechona a la que tanto se ataca, criticándole sus «regularizaciones masivas» con el famoso bonobús. Lo mismo podemos decir de Andalucía, cuando PSOE y PP, junto a IU, estuvieron de acuerdo el pasado 2007 en la reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía.
La Junta de Andalucía seguirá siendo ese gran cortijo gobernado por el Señorito Cháves y su cabeza pensante el actual Consejero en funciones de la Presidencia, Gaspar Zarrías, personaje oscuro, de esos que manejan los hilos en la sombra. En cuanto a otras opciones, se constata la absorción plena de IU, y en cierta manera de ERC, por parte del PSOE (y el PSC), el hecho es claro, es como si nos ponen a elegir entre un documento original y su fotocopia, siempre preferiremos el original.
Tanto IU como ERC han pagado muy caro su incondicional apoyo al PSOE, que por su parte, como ya hemos señalado, ha sabido jugar magistralmente la baza del miedo al PP. En el caso de IU, nos encontramos con la prolongadísima crisis, nunca resuelta, de su partido central, el PCE eurocomunista; IU pudo vivir momentos de gran credibilidad como fuerza política opuesta institucionalmente al felipismo de finales de los 80 y principios de los 90, pero como organización reformista siempre cumplió la misión de contención del movimiento obrero y popular, sin embargo, cumplida esta misión es usurpada en sus funciones por el PSOE, así, IU está dejando de ser necesaria incluso por el gran capital español en su función de contención, IU ya no es necesaria para la desactivación del movimiento obrero y popular y, excepto en Andalucía donde aún si sigue cumpliendo su misión, agoniza.
En el caso de ERC, quizá estemos presenciando el fracaso, sospechamos que estructural y no coyuntural, de la vía reformista y no rupturista a la autodeterminación e independencia, ERC (y también el BNG) ha sido utilizada por la socialdemocracia españolista, y lo peor es que ERC se ha dejado utilizar ingenuamente, las consecuencias han sido evidentes.
El PSOE ha conseguido arrastrar incluso de votantes del PNV, caracterizados por una fuerte disciplina de voto. Como consecuencia de la pérdida de votos pudiera estar tanto la reformulación o incluso la retirada del denominado «Plan Ibarretxe», como últimamente están insinuando voces de la dirección jeltzale como Iñigo Urkullu o el Alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna. La Chunta desaparece del Congreso, mientras BNG y Nafarroa Bai mantienen su representación, en este último caso subiendo ligeramente en número de votos. El ex asesor de Aznar, Miguel Ángel Rodríguez afirmó la noche electoral que el PSOE había recibidos «votos radicales», en referencia a los votos desplazados de IU, ERC o CHA.
No hay favor menos merecido que llamar «rojo» o «izquierdistas» a Zapatero y a sus socios de estos años, como igualmente injusto es acusarles de «querer romper España», pero de la derechona neofranquista del PP qué nos podemos esperar.
Entra en el Congreso, consiguiendo un escaño por Madrid, la fuerza españolista radical Unión Progreso y Democracia (UPD) de la ex socialista Rosa Díez, recogiendo, probablemente, votos de descontentos tanto con el PSOE como con el PP, pero coincidentes en reclamar un españolismo radical con cierto tinte de «progreso», alejándose, por un lado, de los pactos a los que el PSOE llegó en la legislatura pasada con partidos nacionalistas, pero también alejándose en principio, del conservadurismo del PP, aunque sólo sea en principio.
Por otro lado, a nivel estatal, se podría destacar el fuerte ascenso del PCPE (Partido Comunista de los Pueblos de España) que de 12.979 votos en el 2004 pasan 19.141 en el 2008, presentando candidaturas en casi todas las circunscripciones, pero a efectos reales, esos resultados quedan anulados por el mapa electoral bipartidista, y por otro lado, ese resultado aunque pueda suponer a nivel organizativo (interno) un paso adelante, no se puede considerar como el voto representante de la izquierda combativa en general ni de los comunistas del Estado español en particular, ni tampoco como el voto representante de los sectores más avanzados del movimiento obrero y popular, si podemos adjudicarle un contenido sobre todo simbólico, que se tiene que valorar en su justa medida, ni necesariamente positivo ni obligatoriamente negativo.
El «tsunami bipartidista», como lo denominaba Llamazares, deja a la izquierda combativa tanto a la organizada a nivel estatal como a la organizada a niveles nacionales, en una situación de desamparo, a los ojos de muchos sectores de la clase obrera y sectores populares; lo que ya se salga del partido único PPSOE es «radicalidad», algo marginal que no se debe tener en cuenta, y en algunos casos, de lo que hay hasta que huir. Así el Estado español se configura casi definitivamente en lo electoral en una democracia burguesa occidental, con dos partidos, uno «conservador» y otro «socialdemócrata», que se van alternando en el poder, y sólo diferenciados por matices, pero jamás por cuestiones de fondo.
Euskal Herria, unas elecciones en estado de excepción
Dentro de la táctica y estrategia del PSOE, y del sector del gran capital español al que representa, se encontraba en esta ocasión el impedir que concurrieran a las elecciones candidaturas promovidas por la izquierda abertzale, suspendiendo en sus funciones a los partidos ANV y EHAK. Con ello se pretendía el doble objetivo de dejar sin representación política a la izquierda abertzale, como un elemento más en la guerra contra el independentismo vasco, y por otro, cubrir los costes electorales que la fallida negociación con ETA le podía haber acarreado al PSOE de cara a determinados votantes.
Una vez más la izquierda abertzale ha demostrado su fuerza viva llamando a la abstención en unos comicios en los que se estaba vulnerando claramente uno de los principios básicos de cualquier democracia burguesa, recogido incluso en el artículo 9.2 de esa Constitución de la que tanto hablan los del partido único PPSOE, cuando dice aquello de «(…) facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social» .
La abstención alcanzó en el conjunto de la CAV (Comunidad Autónoma Vasca) el 35,10% (cuando en el 2004 fue del 25,03%) y en la Comunidad Foral de Navarra fue del 26,75% (en el 2004 fue el 23,78%). En Álava, la abstención fue del 29,72% (cuando en el 2004 fue del 22,77%), en Vizcaya del 32,49% (en el 2004 fue del 24,17%), y Guipúzcoa con el 41,82% (en el 2004 fue del 27,45%). Estos resultados demuestran claramente el vigor popular de las posiciones políticas de la izquierda abertzale, y por supuesto, la voluntad de un sector importante del pueblo de Euskal Herria de vencer las imposiciones del Estado español reclamando su legítimo derecho a decidir en paz y libertad un futuro que sólo a ese pueblo le pertenece.
Sin embargo, esta demostración de dignidad y lucha quedó hasta cierto punto empañada con la inútil y desafortunada acción de ETA el viernes 7 de marzo, ejecutando al ex concejal del PSE-EE en Arrasate-Mondragón, Isaías Carrasco. Aunque al principio existía la duda sobre quién podía «gestionar» mejor de cara a sus intereses políticos dicha acción, si el PSOE o el PP, tal duda se despejó el mismo día de las elecciones: el PSE-EE ganaba las elecciones en la CAV, arañándole votos incluso al PNV, y por supuesto, a EB, EA, y Aralar.
En Arrasate-Mondragón ganó el PSE-EE, eso sí, con una abstención del 40,70%, una curiosa fotografía que puede ser extrapolada a toda Euskal Herria, ya que en Arrasate-Mondragón el partido que más subió en votos fue el PSE-EE, subiendo un 13,81% con respecto al 2004, junto con la abstención (izquierda abertzale), que subió un 14,04% con respecto al 2004.
¿Elecciones en Andalucía?
Una vez más al pueblo andaluz se le ha robado la oportunidad de tener aunque sea unas elecciones diferenciadas, propias, en las que por lo menos los temas andaluces puedan ser objeto principal de debate entre las fuerzas políticas concurrentes. Una vez más, no se ha hablado de Andalucía, los debates-espectáculos entre Rajoy y Zapatero con sus bonobuses y sus niñas, han tapado sobradamente el debate andaluz.
Por supuesto, no es casual que el Gobierno andaluz de Cháves haga coincidir elecciones andaluzas con las españolas (Congreso y Senado), el objetivo de evitar a toda costa el debate andaluz es evidente, y para ello, no se tiene reparo alguno en utilizar esta argucia profundamente antidemocrática que desprecia y ningunea al pueblo andaluz en su conjunto. Los resultados son más que evidentes: como antes hemos señalado, el PP y el PSOE-A han acumulado el 86,82% de los votos emitidos al Parlamento andaluz, y lo peor, en el Parlamento andaluz salido de las elecciones del 9 de Marzo no tiene representación ningún partido de ámbito únicamente andaluz, Coalición Andalucista (CA), con el 2,78% de los votos, no revalida los 5 diputados que el PA (Partido Andalucista) obtuvo en el 2004. Sin embargo, la coincidencia de procesos electorales no se puede poner como excusa comodín que lo explique todo, ya que la coincidencia electoral era ya algo más que sabido y, sobre todo, algo que las organizaciones de ámbito andaluz deberían haber tenido previsto.
La ausencia de un proyecto andaluz de izquierdas
Izquierda Unida (en Andalucía, IU-LV-CA) mantiene la misma representación que en el 2004, 6 diputados, aunque perdiendo número de votos. Después de todo, la trifulca que la coalición tuvo antes de las elecciones, especialmente la reñida candidatura por Sevilla, no le ha pasado a IU-LV-CA una factura demasiado dolorosa. Así, el conocido Alcalde Marinaleda (Sevilla) y dirigente de los Colectivos para la Unidad de los Trabajadores (CUT, integrado en IU-LV-CA), Juan Manuel Sánchez Gordillo, obtiene acta de diputado por Sevilla, a pesar del boicot que desde determinados sectores de IU (PCE-PCA) ha sufrido la candidatura que él mismo encabezaba.
Sin embargo IU-LV-CA ha tenido similar comportamiento que su referente estatal en cuanto a sumisión al PSOE, cuya escenificación perfecta ya se dio el año pasado con la reforma del Estado de Autonomía para Andalucía. Así pues, si antes ya resultaba incomprensible que la CUT, de izquierda transformadora y nacionalista andaluza, siguiera en la coalición IU-LV-CA, a estas alturas, resulta ya grotesco y esperpéntico.
La CUT y sus líderes poco a poco, junto con IU-LV-CA, van perdiendo el prestigio y el respeto del que antaño disfrutaron merecidamente entre los sectores más avanzados de la izquierda combativa y el nacionalismo andaluz consecuente, que comprueban como pasa el tiempo y como la CUT no rompe definitivamente con un proyecto reformista y españolista como el de IU-CA-LV, y no encabeza la lucha consecuente por la soberanía nacional y la transformación social, junto a otros partidos, organizaciones y movimientos transformadores andaluces y andalucistas consecuentes.
La incongruencia entre los discursos incendiaros de Sánchez Gordillo, a favor de la transformación revolucionaria y del derecho a la soberanía nacional de Andalucía y la autodeterminación, contra el capitalismo y el imperialismo, con su praxis, es ya sencillamente insostenible.
El andalucismo reformista se presentaba a estas elecciones bajo la denominación de Coalición Andalucista (CA), agrupando a Partido Andalucista (PA), Partido Socialista de Andalucía (PSA), el Foro Andaluz (del ex Ministro de Trabajo de Aznar, Ernesto Pimentel), Liberación Andaluza (LA, independentistas que reivindican territorialmente Al-Andalus, pero muy reformista en lo social), la Unidad Popular Andaluza (UPAN, de izquierda transformadora, siendo el «frente electoral» utilizado por el Partido Comunista del Pueblo Andaluz, PCPA, en determinadas localidades andaluzas, y cuya adhesión a Coalición Andalucista ha costado tensiones internas, tanto en la UPAN como en el PCPA), la Asamblea Nacional de Andalucía (ANA), el Partido Social-Centrista de Camas (PSCE, partido localista de esa localidad sevillana), y la organización de Málaga de Convergencia Andaluza.
Como se puede observar un pastiche unido deprisa, a uña de caballo, al calor de las elecciones, y por tanto electoralista. Coalición pudo despertar ciertas ilusiones entre sectores verdaderamente soberanistas y de izquierdas, que argumentaban que los nuevos tiempos que corren en el PA, con la llegada a la dirección del Partido de Julián Álvarez y su oposición a la reforma estatutaria, habían hecho girar hacia el soberanismo y la izquierda al PA, caracterizado por su regionalismo y su conservadurismo, además de refugio de no pocos corruptos sin principios. También se argumentaba que las incorporaciones de Liberación Andaluza y UPAN a Coalición contribuían hacia ese giro antes mencionado. Pero la realidad ha sido y es diferente:
- En realidad, Coalición ha sido el intento del PA por agrupar fuerzas, como se ha visto con poco criterio selectivo ya que no se ha tenido inconveniente en aliarse con el PSA que estuvo a favor de la reforma estatutaria andaluza del año pasado, con el objetivo de revalidar su representación en Parlamento andaluz ante las amenazas de las encuestas que predecían lo que ha ocurrido: la ausencia del andalucismo reformista en el Parlamento andaluz. Algunos confundirán interesadamente desaparición institucional del andalucismo reformista con falta de conciencia nacional, ya sea desde el españolismo o desde sectores autodenominados revolucionarios en Andalucía sin conciencia nacional, especialmente trotskistas, sin embargo una cosa no equivale a la otra aunque puedan estar relacionados.
- A pesar de ciertos «tímidos guiños a la izquierda y el soberanismo» en el programa de Coalición, en realidad, se ha impuesto públicamente en la inmensa mayoría de sus candidatos el típico discurso del PA, caracterizado por el anticatalanismo y el antivasquismo españolista, el discurso social «neutro», y el «folklorismo regionalista» y nada soberanista, durante la campaña electoral.
La consecuencia es evidente: no han sido creíbles ni por la derecha ni por la izquierda, ni tampoco, por el soberanismo. En el caso de la derecha, baste como prueba que un número importante de votos que el PA obtuvo en el 2004 han ido a parar, nada más y nada menos, que al PP, al españolismo visceral, y que deja a las claras la poca conciencia andaluza de mucha de la base electoral que ha venido sustentando al PA en estos años, además de la degradación ideológica casi insuperable a estas alturas por mucho maquillajede izquierdas y andalucista que se quiera utilizar. Al fin y al cabo, el reformismo andalucista durante todos estos años no ha hecho más que servir igualmente de muro de contención de la rebeldía nacionalista andaluza nacida en los años 70 y 80 del siglo pasado, y como a IU, a nivel estatal, cuando el reformismo andalucista ha cumplido su misión de ser un elemento desactivante y desmovilizador, dejando de ser automáticamente necesario conforme a determinados intereses, que no son, por supuesto, los del pueblo andaluz.
A pesar de todas estas críticas a Coalición Andalucista, siempre es lamentable que no exista una representación política andalucista, por reformista y regionalista que esta sea, en el Parlamento andaluz. Por último, se podría señalar de forma meramente simbólica los 2.606 votos obtenidos por el PCPA (Partido Comunista del Pueblo Andaluz), que a pesar de todo lo ocurrido con el «frente electoral» UPAN, presentó candidaturas en 4 provincias andaluzas (Córdoba, Granada, Jaén, y Málaga). De esos 2.606 votos, más de la mitad salieron de las provincias de Málaga (962 votos) y Córdoba (747 votos).
Por la reconstrucción del movimiento obrero y popular andaluz, por un proyecto socialista para la liberación de Andalucía
Las elecciones ya han pasado con su poco pan y pésimo circo, configurando una realidad bipartidista y excluyente de cualquier proyecto andaluz de liberación nacional y transformador. La salida a esta realidad sólo puede venir de la tarea de reconstrucción del movimiento obrero y popular andaluz, en esa tarea, y sólo en esa se deberían volcar todos aquellas organizaciones, partidos y personas que se reclaman de la izquierda transformadora y nacionalistas. En este sentido, y visto lo visto en estas y en pasadas elecciones, la presentación simbólica de candidaturas resulta, en estos momentos, sólo eso: una demostración simbólica sin consecuencias reales y palpables, un desgaste de esfuerzo, tiempo y dinero para unas organizaciones ya de por si en muchos casos mermadas y saturadas, que han de enfrentarse a una realidad social dura y áspera.
Esto no quiere decir que se desprecie en todo momento la participación electoral, sino que dado el carácter táctico y coyuntural del proceso electoral, en estos momentos, hay tareas más prioritarias y urgentes que realizar, y que pueden dar mayor y mejores frutos.
La reconstrucción del movimiento obrero y popular de liberación andaluz implica el ganarse el corazón y las mentes de los trabajadores y del pueblo en general, día a día, minuto a minuto. Significa la reconstrucción del sindicalismo en torno al SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores), levantar las asociaciones vecinales, el movimiento juvenil (donde la organización juvenil de izquierdas independentista Jaleo!!! está haciendo un gran trabajo) y del movimiento estudiantil, el movimiento por los derechos de la mujer, el movimiento de defensa del medio ambiente (tan amenazado en Andalucía), y por supuesto, el movimiento de dignidad por nuestras señas de identidad nacionales y culturales, y todo ello, sin olvidarnos ni por un instante de la masa super explotada de trabajadores inmigrantes que son parte de este país, y que deben ser protagonistas de la lucha por Andalucía, al ser ellos, los más explotados de entre los explotados en Andalucía.
Es tiempo pues de seria reflexión y de oportuna reorganización de fuerzas, los cantos de sirenas se han terminado con las elecciones, toca saber qué se quiere y cómo se quiere obtener lo que se quiere para Andalucía, porque el trabajo es duro, demasiado.
Para esa batalla es necesario definir un proyecto político, y como no, un frente unido de izquierdas por Andalucía, por la soberanía y la autodeterminación, contra las bases militares imperialistas y las imposiciones de la Unión Europea, en definitiva por la construcción del socialismo, llevando por lema la estrofa final de nuestro himno: «Sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad».