Se podría pensar que las elecciones al Congreso en el conjunto del Estado han sido un ejercicio de masoquismo del electorado al hacerle ganador a un partido que no ha querido revelar su programa real, con agenda oculta, y que presumiblemente endurecerá las políticas en perjuicio de las mayorías. Pero es más complicado. Así como […]
Se podría pensar que las elecciones al Congreso en el conjunto del Estado han sido un ejercicio de masoquismo del electorado al hacerle ganador a un partido que no ha querido revelar su programa real, con agenda oculta, y que presumiblemente endurecerá las políticas en perjuicio de las mayorías.
Pero es más complicado. Así como hace casi 8 años, la ocultación hundió la imagen del PP ante un electorado que, a última hora, desveló las mentiras sobre el 11M; ahora, en cambio, eso no ha importado mucho porque se trataba menos de votarle (de hecho apenas gana 160.000 electores) como de castigarle al PSOE, tarea a la que se han dedicado con esmero los 4,5 millones de sus votos perdidos y que se han repartido entre todo el espectro, especialmente el de izquierda. La campaña ha sido así casi inútil.
No hay así un voto de confianza a Rajoy. Se trata de un mal menor para el electorado español -quiere probar otra cosa- y de un voto condicionado a las políticas que aplique. Rajoy no tiene bula ni para 4 años. Por el momento ese electorado ha castigado al PSOE porque hay 5 millones de parados, quiere pasar página y, sin entender mucho, le ha hecho caso, desde el pánico, al mensaje de alternancia de los mercados especulativos en pro del ajuste total. Cuando lo pruebe se cabreará. El voto a IU y sus 11 escaños es un adelanto de una cierta radicalización social.
Vinculado a este tema el PP puede afrontar otras dos cuestiones relacionadas. A una se aplicará de inmediato, y es lo que mejor sabe hacer, reducir servicios públicos y sociales de todas las administraciones, más duros ajustes y una regresiva distribución de la renta. La otra es más dudoso que lo encare: empezar a empujar en la reestructuración del tejido económico español.
El otro gran tema para el PP es doble y tiene nombre vasco. Saber acabar «las consecuencias del conflicto» -el segundo punto de la Conferencia de Aiete- con altura de miras y con visión estratégica, sin oir los cantos de sirena de los vengadores; y, también estará encima de la mesa la salida política al contencioso vasco, a plantear por PNV y Amaiur en su momento. El hecho del sorpasso que le han dado, por primera vez los nacionalismos a los partidos de ámbito estatal en unas Elecciones Generales sitúa ambos temas con fuerza. Las mayorías en España y en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) son diametralmente opuestas, lo que anuncia un choque de trenes en lo político y un periodo inestable. Pero los temas (presos, legalizaciones, cuestión vasca, economía) deberían ir por carriles distintos, para que no se interfieran y bloqueen mutuamente.
Seguramente hay otra clave en el comportamiento electoral vasco (también en el catalán ya que ha ganado CIU pese a su política de ajuste): distanciarse de una España mal gestionada y confiar en las propias fuerzas e instituciones con una política propia, autónoma y en claves adaptadas.
Tendencias
Para los vascos no eran unas elecciones españolas sino el ensayo general de las que vienen y una continuidad de las locales.
Unas elecciones generales no son el ámbito más propicio para los nacionalismos y, sin embargo, sus resultados ha sido muy buenos: 51% de voto nacionalista frente a 39% de PSE y PP en la CAV. Tienen mayoría holgada y se reinvierten los términos del 2004 (12 escaños del PSOE/PP y 6 para los nacionalistas . Ahora son 7 para aquellos y 11 para los nacionalistas en la CAV. También se da una ligera mejora en Navarra (27,7% frente a 60% de PP/UPN/PSN). A escala del País Vasco peninsular, los cuatro perfiles logran estar por encima de los 325.000, lo que también nos recuerda el peso de los cuatro espacios a escala de Euskal Herria en las temáticas relativas a la territorialidad. El eje nacional ya está decantado por los nacionalismos vascos en la CAV, pero no en Navarra.
En cuanto al eje social, Derecha+ Centro frente a quienes se consideran de Izquierda +Centro-Izquierda (PSE, Amaiur, IU, Equo…), ésta supone casi 600.000 votos frente a los 533.517 de PNV y PP. (No he incluido en ningún epígrafe a UPy D porque no sé quién de los Lerroux históricos es hoy).
Pero, sobre todo, han sido inmejorables para varias aspiraciones:
-Es un respaldo al proceso de paz integral abierto. Rajoy habrá tomado nota.
-Es una apuesta por el cambio de marco (temática central en Amaiur y también en el PNV).
-Asegura nada menos que dos grupos parlamentarios a efectos de agendas y temáticas.
-Es un anuncio de que al PSE le faltan dos días para perder la CAV.
-Y es una apuesta por una política económica autocentrada, aunque ahí son más explícitas las discrepancias.
Para responder a esas claves de país; para evitar una agónica lehendakaritza incapaz de tomar decisiones y con un Parlamento no representativo y socialmente deslegitimado (con una aritmética caducada); para cohesionar a la sociedad desde mayorías reales; y para evitar que López simplemente aplique la política de Rajoy, solo cabe una decisión inmediata: unas elecciones autonómicas adelantadas.
En este ilusionante «todo por hacer» ¿estamos ante un oasis vasco-navarro frente a la España triste -en reconversión- y azul? Depende de los agentes más activos.
Lecturas
La irrupción y respaldo a Amaiur son un varapalo a la Razón de Estado. Supone casi un 25% del electorado de la CAV y se convierte en la primera fuerza por escaños (7) incluyendo uno por Navarra donde sus resultados no han sido, de todos modos, espectaculares. Y ello con su principal fuerza aun ilegalizada y sin apenas acceso a los espacios de campaña en los media ni económicos.
El PNV puede considerar unos buenos resultados los obtenidos ante la marea Amaiur. Gana 17.000 votos en la CAV, es la primera fuerza en votos (27,4%) pero pierde ligeramente en Gipuzkoa lo que supone un escaño menos. Mejora un poco en Bizkaia (1,5% más) y retrocede en Araba. La apuesta navarra de Uxue Barcos le sale bien, por poco, y a costa de UPN. Recupera aliento y confianza, lo que facilita la disposición a acuerdos sin miedo y entre iguales.
El PSE-EE se hunde, perdiendo 5 de 9 diputados y 176.000 votos, pasando de 1ª (cuando se le premió a Zapatero por sus esfuerzos de paz) a 3ª fuerza y en unas Elecciones Generales. Es difícil pensar que López pueda liderar el PSOE en Ferraz, ni por votos ni por perfil.
El PP sigue estancado desde 2004 -a pesar del talante de Basagoiti- siendo nulo el efecto Rajoy. Mantiene 3 actas. En unas generales en las que barren a escala española han sido la 4ª fuerza en la CAV.
Respecto a otras formaciones, IU-EB tras su gravísima crisis, ha obtenido más de lo esperable en la CAV (baja menos de un punto) y Navarra (junto a Batzarre) totalizando entre ambos territorios 61.000 votos. Por su parte, UPy D no es bien vista por el electorado vasco.
Apuntes
Para un adelanto electoral, se requerirá, o una decisión unilateral o una presión desde los nacionalismos.
Lo normal es que se redefinan los programas de quienes quieran ofrecer un proyecto de país. Sería interesante plantear contenidos, formatos y calendarios tanto para las «consecuencias del conflicto» como para el conflicto más general mismo, y cotejarlos entre fuerzas, especialmente entre las nacionalistas. Incluso podrían explorar en construir un relato compartido entre ellas sobre las violencias. Igualmente un programa social y un programa económico, aunque ahí sean difíciles los acuerdos.
Añadido a ello, en Navarra -sin la presión de unas elecciones inmediatas- deben hablar, y mucho, para encontrar fórmulas satisfactorias de colaboración Amaiur y Geroa Bai, que permitan concentrar fuerzas como supo hacer la derecha. Además la fragilidad del Gobierno Barcina, en el que no se sabe qué hace ahí el PSN, aventura un tiempo de inestabilidad.
Se abre la expectativa de algún proyecto mayoritario de país siguiendo la estela de Loiola en lo posible y retomando, como documento de trabajo, el contenido del Estatuto Político propuesto en su día por Ibarretxe.
Ramón Zallo es Catedrático de la UPV-EHU
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