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Elecciones y encuestas, una hipótesis

Fuentes: Rebelión

En las convocatorias electorales recientes, tanto en España como en otros países se ha podido observar cómo las encuestas electorales fallaban, a veces por poco, a veces por demasiado, a la hora de predecir de manera aproximada los resultados finales. Se ha hablado mucho de cuáles pudieran ser las causas de un desfase tan grande […]

En las convocatorias electorales recientes, tanto en España como en otros países se ha podido observar cómo las encuestas electorales fallaban, a veces por poco, a veces por demasiado, a la hora de predecir de manera aproximada los resultados finales.

Se ha hablado mucho de cuáles pudieran ser las causas de un desfase tan grande entre predicciones y resultados. Una de las hipótesis manejadas es que las personas cada vez deciden más tarde su voto, y que las encuestas son incapaces de recoger estas decisiones de última hora.

Sin embargo, en este artículo propongo un enfoque distinto para entender por qué las encuestas parecen alejarse cada vez más de los resultados electorales que tratan de predecir.

Lo que la hipótesis de la sociedad consciente sugiere es que las personas tienen su voto decidido mucho antes de la fecha de emisión del voto y que lo que simplemente hacen es «esconderlo» o «disfrazarlo» en el momento de responder a una encuesta de voto.

El motivo sería la aparición o agudizamiento en los últimos años de una consciencia en la sociedad, y en los individuos que la componen, de estar siendo observados y además juzgados. Esta consciencia de ser observada y juzgada se habría desarrollado con los medios de comunicación de masas, proceso acelerado en las últimas dos décadas con la aparición de internet y las nuevas plataformas en línea de comunicación social.

Veamos que se producen dos hechos relacionados.

Por un lado, se puede observar la popularización y el auge de la encuesta como método de investigación social. Hoy en día hay las encuestas están presentes en todo lugar y momento, el método se ha automatizado y democratizado hasta el punto que cualquiera pueda crear su propia encuesta gratis en una página de internet. Esto ha contribuido a que la encuesta haya perdido para la sociedad el halo formal y de autoridad que tenía cuando las encuestas eran mucho menos frecuentes. Esto facilita que el individuo no se vea obligado a decir lo que piensa, si ello le produce un perjuicio subjetivo.

Por otro lado, gracias a la evolución de los medios de comunicación de masas y, sobretodo, de internet, las encuestas no sólo se han multiplicado y están en todas sino que además sus resultados son distribuidos y compartidos de manera inmediata y llegando a ser conocidos por un amplio porcentaje de la población en un tiempo record.

Se producen pues dos hechos a la vez: la sociedad sabe que la están mirando y además le ha perdido el respeto a las encuestas.

El problema no sería pues puramente metodológico, si no que va más allá. No es que el voto se decida a última hora. Se trata de que el sujeto/objeto de investigación ha cambiado. No estamos preguntando a la misma sociedad o al mismo individuo que hace cincuenta años. Las encuestas ya no se dirigen a una sociedad y unos sujetos «inocentes», pasivos, sino a una sociedad e individuos «conscientes», que reaccionan a la acción de ser observados.

¿Qué consecuencias tendría esta hipótesis a nivel práctico?

Cuando el sujeto entrevistado tiene una opinión contraria a la opinión mayoritaria, y siendo consciente de que es observado y juzgado y no sólo por el entrevistador, esta persona disfrazaría su opinión por una opción más aceptable para la opinión mayoritaria. La opinión mayoritaria sería la representada por los medios de comunicación de masas: la opinión publicada.

Para que esto suceda tendrían que darse dos condiciones. Por un lado, que el tema de la pregunta tenga una carga ética-moral importante, y por otro que la opinión publicada sea cuasi unánime y esté concentrada en una opción.

Veamos el ejemplo de España. España es un país claramente polarizado, se podría decir que cada vez más si uno observa los desarrollos de las dos últimas décadas. Sin embargo, hay temas que generan polarización pero donde la opinión publicada es diversa y otros en los que no.

Tomemos como primer ejemplo todo lo que rodea a Cataluña y su autonomía o independencia. Está claro que éste es un tema que genera polarización, pero también uno puede ver que la opinión publicada no es unánime, por lo tanto el encuestado podría, según esta hipótesis, responder cualquier opción ante una posible pregunta sobre su opinión. Es decir, casi cualquier respuesta está permitida o no penalizada, ya que no hay una posición unánime de la opinión publicada.

Ahora, tomemos otro ejemplo. ¿Qué sucedería si se le pregunta al encuestado sobre otros temas también polarizantes como todo lo que se engloba dentro de lo considerado como las políticas de género o el cambio climático, por ejemplo? En estos casos la opinión publicada es más o menos unánime. Hay una clara posición en cuanto a estos temas, es casi un pensamiento único, y las incursiones en la opinión publicada de opiniones más o menos a contracorriente son marginales.

Sin embargo, ¿es posible que la sociedad tenga una opinión tan unánime como la opinión expresada por los medios de comunicación? Es algo difícil de saber y para conocerlo sería necesario realizar una macro-encuesta -que no serviría de nada, evidentemente- o poder observar lo que la gente hace en realidad las 24 horas del día, lo cual es imposible. Pero lo que parece lógico es pensar que no: la sociedad no tiene una opinión tan unánime como los medios de comunicación en estos y otro temas susceptibles con una aguda carga ético-moral.

Por lo tanto, cuando en el contenido de la pregunta al encuestado hay un alto contenido ético-moral y la opinión publicada se ha posicionado casi unánimemente en un sentido, hay una gran probabilidad que el encuestado disfrace su respuesta si su opción es contraria al de la opinión publicada.

A nivel práctico, y para testar esta hipótesis, ¿qué significaría todo esto en el caso de las elecciones de mañana en España?

Un análisis de la posición de la opinión publicada en los últimos años nos hace ver una predominancia del pensamiento que podríamos considerar de izquierda y liberal en los temas con una carga ética-moral más alta, aquellos en los que el encuestado más estaría interesado en disfrazar su preferencia de voto.

Sería, según esto, el encuestado con una opinión más alejada de la opinión publicada el que buscaría disfrazar su voto. En el contexto actual se trataría del votante con un punto de vista más conservador. Existiría pues una bolsa de voto conservador que más que oculto está disfrazado, ya que ha elegido en la encuesta una opinión diferente -más «aceptable»- que la que realmente prefiere.

A nivel práctico pues, los partidos que más estarían infrarrepresentados y que más voto disfrazado tendrían en las encuestas pre-electorales de estos comicios serían PP y VOX, por este orden.

Los primeros sufren un deterioro de su imagen pública importante por temas de corrupción, por ejemplo, además de tener posiciones divergentes de la mayoría de la opinión publicada en los temas con un alto contenido ético-moral donde el discurso casi único es de carácter liberal en este momento. Por lo tanto, supone una penalización muy grande para el encuestado responder que va a votar a este partido.

Además, el hecho de coincidir las elecciones nacionales con las municipales y autonómicas parece que sólo les pueda beneficiar, como siempre ha ocurrido con los dos partidos más grandes, al ser un partido que atesora un gran poder local.

Sería, según esta hipótesis, el partido más infrarrepresentado en las encuestas y podría ser la gran sorpresa, no tanto porque vaya a ser el partido más votado, sino porque podría no perder tantos votos como sugieren las encuestas, ni mucho menos.

El segundo partido, VOX, representa una opción contraria a la mayoría de la opinión publicada en temas con una alta carga ético-moral, y la mayoría de los medios de comunicación no se molestan siquiera en disimular que este partido les produce cuando menos rechazo. Esto último no hace sino beneficiar a VOX, por supuesto, que recogerá todavía más votos de aquellos que no se sienten representados en la opinión publicada. VOX es pues el voto rebelde, como lo fue en su momento Podemos, y es de esperar que consiga más votos de los previstos por las encuestas.

Por su lado, el PSOE podría beneficiarse de ser el partido gobernante, e incluso arañar algo más de lo que le dan las encuestas en perjuicio de Unidas Podemos. Al no ser una opción muy polarizante no parece que sus electores tengan que disfrazar su voto. En el caso de Ciudadanos podrían conseguir menos que los que les anticipan las encuestas en beneficio de VOX, pero sobretodo del PP.

Y finalmente la que podría ser la opción más castigada es Unidas Podemos. Si ya las encuestas les ofrecen unos resultados peores que los de los anteriores comicios, sus resultados finales podrían incluso ser peores. Unidas Podemos es una opción polarizante, casi en la medida del mismo VOX, pero en dirección contraria, y en este caso su ideología en temas con una carga ético-moral alta se alinea bastante bien con la opinión publicada, con lo que se convierte en un buen «disfraz» para el voto real a la hora de responder una encuesta.

En definitiva, se trata sólo de una hipótesis y la ocasión de unas elecciones suponen una gran oportunidad para ponerla a prueba. Claro que, siguiendo esta misma hipótesis, la comprobación sería posible siempre y cuando este artículo no lo leyera mucha gente y la sociedad no supiera que la están mirando.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.