Los acontecimientos ocurridos en Turquía, con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, y poco antes con las matanzas perpetradas en la guerra de Yemen, dan a conocer al mundo y ¡también a los gobiernos de la Unión Europea! la naturaleza criminal del régimen de Arabia Saudí, amigo tradicional de la monarquía española y aliado de […]
Los acontecimientos ocurridos en Turquía, con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, y poco antes con las matanzas perpetradas en la guerra de Yemen, dan a conocer al mundo y ¡también a los gobiernos de la Unión Europea! la naturaleza criminal del régimen de Arabia Saudí, amigo tradicional de la monarquía española y aliado de los gobiernos occidentales, particularmente de Estados Unidos y el Esta do sionista de Israel. Gran aliado, no solo por los jugosos acuerdos comerciales, especialmente con Estados Unidos y en armamento, sino también por su apoyo en las agresiones militares en Próximo Oriente. Arabia Saudí, junto con Estados Unidos e Israel, son los artífices y responsables, con la ayuda de la OTAN, de la destrucción de países de la zona como Afganistán, Irak, Libia y de la guerra de Siria y Yemen (con las tremendas consecuencias en vidas humanas y destrucción). El transcurso de la guerra en Siria y Yemen, muy lejos de ser ganadas y puede que nunca lo vayan a ser, ha sido el freno a su siguiente objetivo: Irán. El hecho es que la monarquía Saudí ha representado un bastión fundamental en los intereses geopolíticos de la zona en todo lo relacionado con la guerra, el comercio de armas, los hidrocarburos y los ataques a países no alineados con las políticas imperialistas
El Estado español, como miembro de la OTAN y aliado incondicional del imperio estadounidense, tiene una muy débil posición militar y económica. En el ámbito económico los acuerdos comerciales con Arabia Saudí suponían jugosos ingresos monetarios, no solo en armamento también en infraestructuras, como el proyecto del AVE a la Mec a. Pero decimos suponían en pasado porque el proyecto del AVE está teniendo más complicaciones que beneficios. Sin embargo, la vinculación del Estado español con Arabia Saudí en la venta de armas es importante, representa su principal receptor que en solo 3 años: 2014-2016, supuso 955 millones de euros para las arcas españolas. Pese a todo, debemos recordar el impacto mediático que está teniendo la agresión saudí en la guerra de Yemen cuando sus bombas alcanzan a un autobús escolar con la consiguiente matanza de niños y niñas yemeníes. Es por ello, que el nuevo gobierno de Pedro Sánchez, intentó un golpe de efecto cancelando la venta de armas a Arabia Sau dí, «olvidándose» q ue existe un contrato de fabricación de corbetas en Navantia de San Fernando (Cádiz), que supone una alta carga de trabajo durante años. La respuesta de una parte de los trabajadores de Navantia, y su comité de empresa, presionando al gobierno para que retirara la cancelación de armas tuvo su efecto. Pero también tuvo duras respuestas de colectivos como Asamblea de Andalucía y sindicatos como Autonomía Obrera y el SAT de Cádiz, que dejaron claro que no se puede ser partícipe de las matanzas que las armas saudíes, y sus aliados, están provocando.
La posición contra las agresiones y guerras imperialistas a la soberanía de los pueblos del mundo es, y debe ser, muy clara. Esta conexión entre las políticas intern acionales en Próximo Orient e y locales, como es la situación de la industria naval en la Bahía de Cádiz, se ha visibilizado como nunca tras el escándalo del asesinato del periodista saudí en el consulado de Arabia Saudita en Estambul, y la reafirmación del gobierno de Pedro Sánchez de continuar con las ventas de armas a la monarquía saudí. Hecho que permite la continuación del contrato para fabricar corbetas a este país por parte de Navantia-San Fernando. Ante esta tremenda situación, que no es la única en Andalucía, decimos que la clase trabajadora de Cádiz no puede ser rehén de las agresiones militares que continuamente están violando derechos fundamentales a la vida y a la dignidad de los pueblos. Que ante la situación de altísimo desempleo en la Bahía, de pobreza y precariedad, nuevamente debemos reivindicar y apoyar los empleos de calidad, y la calidad -por supuesto- lleva incluido los valores éticos. Pero también denunciar y recuperar los empleos perdidos, entre otr as en la industria naval, porque: ¿Qué ha pasado con los Astilleros de Cádiz y de Puerto Real?
La realidad es que se ha desmantelado gran parte de la industria civil y se ha mantenido la industria militar que tradicionalmente se ha desarrollado en la vecina ciudad de San Fernando, ciudad en la que se encuentra el Arsenal de la Carraca desde el siglo XVIII. Como su nombre indica es un centro de almacenamiento de armamento, pero también de construcción y reparación de buques. Es en este centro que se situó la Empresa Nacional Bazán de Construcciones Navales Militares en 1947 y, que pese a su nombre y finalidad, también construyó grandes barcos civiles y otros equipos como motores y turbinas. Por otro lado, los astilleros en la ciudad de Cádiz tienen una vinculación con la construcción naval desde tiempos inmemoriales, pero su producción industrial se inicia a finales del siglo XIX. Desde esas fechas se fabrican y reparan grandes barcos y equipos además de material móvil ferroviario. Tras distintos cambios de propiedad en sus inicios, el astillero pas a a la sociedad Echevarrieta y Larrinaga de Bilbao hasta su intervención por parte del Instituto Nacional de Industria en 1951 [1] . Durante el periodo posterior y el apoyo estatal, los Astilleros siguieron su producción exclusivamente naval con fines civiles.
Por otro lado, e l Astillero de Puerto Real, o Factoría de Matagorda, fue inaugurado por el marqués de Comillas, en 1878, para dar servicio de reparaciones a los buques de la Compañía Transatlántica, y posteriormen te dedicarse también a la construcción naval. Fue ampliado en 1972, convirtiéndose en el mayor astillero del Estado español y el dique seco más grande de Europa. En el año 2000, los Astilleros de Cádiz se fusiona con Astil leros Españoles (AESA) que un año después, junto a los de Puerto Real pasan a pertenecer a IZAR [2] . Para entonces los astilleros de la ciudad de Cádiz vieron minimizada la producción y se constituyó en factoría de reparación, dejando la producción civil de buques a l centro de Puerto Real. En el año 2004-2005 se produce otra gran reestructuración del sector que da lugar a la actual Navantia (que en la Bahía de Cádiz engloba a las factorías d e Cádiz, P uerto Real y San Fernando) [3] .
Este muy breve recorrido histórico de los Astilleros de la Bahía de Cádiz muestra como lo que suponía una pujante industria, mayoritariamente civil [4] , se transforma progresivamente en una industria más militar. El entramado de intereses estatales e internacionales ha dado lugar a una reconversión que ha eliminado miles y miles de puestos de trabajo en los Astilleros de la Bahía y queda más centrada en el ámbito militar para potencias agresivas. Navantia de Cádiz y Puerto Real, y por supuesto de San Fernando, deben dar un giro radical y positivo en sus prop uestas y peticiones: dese nredando el nefasto cambio del pasado, que desmanteló gran parte de los Astilleros de la Bahía y se ha centrado más en producción para la guerra imperialista. Existen alternativas que prioricen el empleo de calidad, ecológico y ético, donde nuestra tierra, Cádiz y Andalucía tienen mucho que decir. En el caso de la industria naval se pueden potenciar proyectos que aprovechen los conocimientos y la cultura acumulada en todos estos años: La creación de plataformas de energía eólica en el mar, construcción de barcos de transporte de pasajeros y mercancías, de piezas de barcos y puentes o de pesca ecológica, por poner algunas ideas.
Es posible, pero la historia nos demu estra que no lo será bajo el marco estatal. El Estado español, sus sucesivos gobiernos y gobiernillos andaluces nos han demostrado que no han querido un desarrollo, esto es, un crecimiento económico que mejore el bienestar de la población andaluza. La historia de los Astilleros de Cádiz así nos lo demuestra, el alto desempleo en la ciudad y su Bahía y, además, ser rehenes de las políticas de agresión a la soberanía de los pueblos. Est a terrible enseñanza nos hace plantearnos que solo teniendo capacidad de decidir sobre nuestro futuro podemos afrontar los cambios y las mejoras necesarias. Andalucía, donde el desempleo y precariedad se ceba con la juventud, que nuevamente tiene que emigrar, pide a gritos empleos dignos que aproveche la riqueza inmensa que tiene nuestra tierra. No solo la riqueza industrial, como la naval que estamos comentando, también la agrícola, ganadera y pesquera. Riqueza solar para producir energías renovables, cultural, natural y de talento. Si tenemos todas esas riquezas, ¿por qué no se aprovechan?, ¿porque no se llevan a la práctica políticas que beneficien al pueblo an daluz?
Así que visto el panorama, hoy más que nunca debemos reivindicar que necesitamos un gobierno que de soberanía a Andalucía. Que de verdad sirva a su población, con hechos y medidas concretas y reales. Empezando por frenar y vigilar las grandes multinacionales, ubicadas fundamentalmente en los polos industriales de Huelva y la Bahía de Algeciras, que atentan a los derechos laborales, contaminan nuestra tierra y contribuyen en gran proporción al cambio clim ático, fenómeno que ya está provocando grandes desastres y pérdida de salud en Andalucía y en el mundo. Queremos también que se implanten medidas para mitigar a corto plazo los desastres naturales, los incendios que pueden evitarse con estrategias de cuidado de los campos y bosques andaluces, y eliminando plantas y árboles invasivos como los eucaliptos. Medidas que cuiden los cauces de ríos y arroyos y una organización urbanística que edifique en zonas seguras. En definitiva, po líticas que se implanten en y por Andalucía, que revierta de una vez las tasas de desempleo más altas de Europa, con empleos de calidad y éticos, con fines civiles y para la paz. ¿Es mucho pedir?
Notas
[1] El Astillero entra en crisis y se ve afectado también por la explosión de la fábrica de torpedos, en 1947, que mató a más de 150 personas y provocó 5000 heridos.
[2] IZAR es una empresa pública española que fusiona a los Astilleros españoles de producción naval civil (AESA) y la empresa nacional Bazán, que ostentaba la producción naval militar.
[3] La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, propietaria del grupo IZAR, separa su rama militar creando la sociedad Navantia. Posteriormente traspasa la «parte» de producción naval civil a dicha empresa.
[4] Durante el periodo año 1891 (Astilleros de Cádiz), y hasta el año 1983, donde operaba la empresa militar Bazán de San Fernando, el porcentaje de producción civil, respecto a la militar fue de más del 86%.
Concepción Cruz Rojo, Militante del Sindicato Andaluz de Trabajadoras/es.
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