«Nosotras venimos de familias pobres, pero somos familias honradas. Somos personas que queremos ganar nuestras cosas con nuestras fuerzas, con nuestro trabajo, y que a cambio de nuestro trabajo digno queremos recibir tratos dignos, respeto. Dice un dicho que nosotros como queremos ser tratados debemos de tratar, y es la educación que hemos recibido. Algo […]
Soy de Guatemala. Mi aldea se llama San José. Tengo un niño de 8 años. A mi niño lo dejé con 5 años…
En realidad lo más bonito de mi municipio es su clima, nuestra tradición, el paisaje y lo que es menos bonito es que allí hay falta de empleo. Por eso nos vemos en la necesidad de emigrar, de viajar a otros países en los cuales tenemos que enfrentar situaciones… algunas duras, y otras bonitas…
Yo vine porque quiero lo mejor para mi familia. Nosotros somos una familia bastante numerosa. Yo soy la octava y soy la única que está fuera del país. Muchas veces yo hablo con mi madre y me dice «hija ¡ven!». A veces la distancia, la soledad, estar lejos de tu país te vence, pero yo quiero lo mejor para mi madre. Padece enfermedades, ya está un poquito mayor… También quiero que mi hijo crezca con mejores oportunidades.
Hemos pasado situaciones, disculpen que me alargue tanto, hemos vivido situaciones de migraciones muy muy frecuentes. Mi esposo ha viajado dos veces a EEUU, pero ni con esas vemos que la situación mejora. Luego yo me vine para acá, para que él estudie, porque en Centroamérica todavía se ve el caso de que el hombre es el principal que lleva el alimento a casa, y le he dicho a él que por un tiempo yo venía para que él estudie y para que él tenga un empleo con el cual sostenernos, pero los años pasan, las situaciones no van como queremos que pase.
La verdad es que el primer año para mí, ahora mismo llevo 4 años en España, ha sido muy difícil, porque las oportunidades de empleo, también, han sido muy difíciles. Nosotras pegamos los típicos papelitos de los postes y las farolas, somos nosotras, arriesgando que cualquier persona, buena o mala, se lleve nuestro número y nos ofrezca trabajos deshonestos. Solemos tener entrevistas en las cuales nos ofrecen trabajos para los cuales no hemos venido aquí. Es verdad que tenemos necesidad, pero no tanta como para venir a hacer trabajos deshonestos. Incluso hay algunos que te dicen «mira, te pagamos por tus servicios», pero nosotras no venimos a eso.
Nosotras venimos de familias pobres, pero somos familias honradas. Somos personas que queremos ganar nuestras cosas con nuestras fuerzas, con nuestro trabajo, y que a cambio de nuestro trabajo digno queremos recibir tratos dignos, respeto. Dice un dicho que nosotros como queremos ser tratados debemos de tratar, y es la educación que hemos recibido. Algo tan sencillo como decir «buenos días» a la mañana, que muchas veces aquí no se ve en las casas. En algunas pocas preguntan «¿cómo estás?», en algunas a una la tratan como a un objeto más que está ahí para la limpieza. La tratan a una como a una aspiradora que cuando sirve, bien, y cuando no, está en una esquina.
Empoderamiento individual y colectivo
Somos seres humanos gracias a los espacios que hemos ido teniendo para ganar fuerza, para que nosotras también sepamos nuestros derechos, para que sepamos que sin papeles, también, nosotras tenemos derechos. Cuando llegamos aquí no sabíamos, no teníamos conocimiento de nada de eso. No teníamos conocimiento de nuestros derechos, de que una puede defenderse. Estamos en una posición en la que, aparte de que una viene con nostalgia por haber dejado a la familia, una viene a encontrarse con tratos así.
Ya les he dicho que mi primer año fue muy duro, a parte del empadronamiento que nos costo mucho, fue muy inestable y estuve en 8 trabajos diferentes. Cada casa tiene su diferente manera de llevar las cosas, su manera de cocinar… todo es diferente. A uno le gusta de una manera, a otro de otra… Hay quienes tienen la paciencia de enseñar, hay quienes no… Y luego le ponen a una la prueba de la honradez: le dejan a prueba joyas, dinero…Y hay otros que son muy exigente con tu trabajo, que se ponen a supervisar el polvo y todo.
He estado en condiciones inadecuadas porque he estado en un lugar donde no sé si es una habitación o un cuarto de planchado o de lavar… He estado en un sofá-cama. En la noche tenía que abrir ese sofá-cama, cerrar la puerta directamente y dormir. A la mañana, levantar ese sofá-cama, dejarlo como un sillón y dejarlo ordenado. Era cosa de todos los días. Trabajo de interna, todo porque una acepta esas situaciones por pura necesidad, alguien me necesita, entonces uno se aguanta.
Hemos platicado con varias chicas, que incluso pasan situaciones muy duras. Gracias a Cony porque ellas están luchando, porque están saliendo a dar las voces que nosotras no podemos salir a dar por motivos de trabajo. Estamos en el trabajo y en el trabajo. Son espacios que ellas nos ofrecen, con unos horarios en los que podemos reunirnos, un sábado, un domingo… a la hora que tú puedes. Ella queda con nosotras en el horario que nosotras podemos estar libres, para platicar, desahogarnos.
Realmente, tenemos horario de entrada pero no tenemos horario de salida. Una tiene un tipo de vida en la cual también tiene sus cosas, pero las deja para después, y no soy la única. Somos varias compañeras, de las cuales yo soy la que traté de estar aquí esta mañana para darles a conocer nuestra situación. Ellas me decían que tenemos muchas voces pero que es necesario que alguna de nosotras esté, y aquí estoy, dando un poco de mi vida, de lo que he vivido, porque son historias largas, cada una como una película, cada una una historia diferente… Entre amigas nos reunimos y cada una tiene sus propias dificultades que compartimos entre nosotras, nos desahogamos, nos damos ánimos…
En el Mujeres Con Voz contamos todas nuestras anécdotas, nos damos fuerza y ánimos, y hemos conocido la palabra empoderamiento, la fuerza, la valentía… Igual esa valentía ya la teníamos, pero nos hacía falta descubrirla. Ya en confianza, Cony nos decía «¡ánimo chicas! Que ustedes tienen que defenderse, sino ¿quién lo va a hacer?»
Luego conocí el espacio Las Mujeres Trabajadoras del Hogar que lo trabajaban otras compañeras y nos han dado el espacio, gracias a ellas, para que nosotras hablemos, compartamos nuestras experiencias.
También fue buena, en ese sentido, la sesión de fotos que tuvimos con Katia. También con ella compartimos, porque ella también decía que «hay muchas caras cuidando personas mayores por la calle, y esas chicas ¿de dónde son?» Ella se cuestionaba también. A parte de esos cuidados también llevar la responsabilidad de la casa, la limpieza… y a ella le surgió este proyecto de las fotos y la verdad es que somos un grupito que ahí estamos trabajando en este proyecto, y gracias a ellas también por ese espacio.
Recientemente también he conocido a Jone y me ha parecido una chica encantadora. Le he contado las situaciones y la verdad me dice ella también ha hecho parte de su vida en Centroamérica y que se sentía familiarizada con las situaciones de varias chicas.
En el espacio de Rosbi y Silvia, Mujeres No Domesticadas, también tuvimos reuniones en varias ocasiones y ellas nos motivaban con dinámicas, juegos, para que nosotras aprendiéramos y pudiéramos liberarnos y expresarnos, algo que nos cuesta a nosotras, porque hemos vivido una vida de otra cultura, usamos palabras diferentes en castellano y las vascas, a veces, no nos entienden. Hemos adquirido conocimientos, en cada reunión siempre nos han enriquecido y nos han ayudado para que nosotras podemos expresarnos.
Importancia de los cuidados
Los cuidados son muy importantes porque mientras nuestros jefes salen a trabajar dejan en confianza a sus hijos, a sus padres, a sus madres, para que sean bien cuidadas, para que ellos salgan a trabajar… y que nosotras también trabajemos, tengamos las casas limpias, la comida hecha. Y creo que esto es importante en la sociedad, pero poco visibilizado, porque hay menos movimiento, una ve a chicas sentadas en los parques y piensa «pasa de ello». Pero este trabajo es importante, y también hay que luchar para que se reconozca.