Los medios de comunicación llevan ya varias semanas hablando de las acciones que viene realizando este verano el Sindicato Andaluz de Trabajadores, entre ellas la ocupación de sedes bancarias, fincas burguesas o locales de grandes empresas. La que más impacto mediático ha tenido hasta ahora fue la expropiación de carros de comida a principios de […]
Los medios de comunicación llevan ya varias semanas hablando de las acciones que viene realizando este verano el Sindicato Andaluz de Trabajadores, entre ellas la ocupación de sedes bancarias, fincas burguesas o locales de grandes empresas. La que más impacto mediático ha tenido hasta ahora fue la expropiación de carros de comida a principios de agosto en supermercados de Mercadona en Écija (Sevilla) y de Carrefour en Arcos de la Frontera (Cádiz). Esto no sólo ha generado un debate sobre la necesidad de hablar de la cruda realidad que viven miles de familias cada día más empobrecidas en el Estado español y en especial en Andalucía. Además ha sacado a la luz la lucha de un sindicato combativo como es el SAT, el cual se abre paso al margen de los sindicatos mayoritarios y asume su rol en estos tiempos de recortes neoliberales.
Para hablar de la trascendencia política de las acciones del SAT así como para ir más allá y conocer la actualidad de la lucha social en Andalucía, La Haine ha entrevistado a Manuel Navarrete (a la derecha en la foto), sindicalista del SAT desde hace varios años y militante de Red Roja.
La Haine.- ¿Cómo valoras la respuesta social que se está dando en Andalucía a los medidas antipopulares del gobierno? Dado que la mayoría de la información estatal sobre las movilizaciones proviene de Madrid y Barcelona, ¿qué otras expresiones de lucha social se están dando en Andalucía?
Manuel Navarrete.- Bueno, desde Andalucía lo primero es recordar que nosotros estamos sufriendo los recortes de la Junta de Andalucía, gobernada por la coalición de PSOE e Izquierda Unida, que es la que tiene las competencias en sanidad y educación y la que podría, por ejemplo, incrementar los impuestos sobre el patrimonio para no recortar, pero no lo hace. Esto ha hecho que crezca una izquierda que no cree en ninguna de estas expresiones electorales y apuesta por la lucha desde fuera de las instituciones. Hace ya tiempo que viene creciendo la ocupación, pero no por parte de idealistas, punkis o desocupados, sino por parte de familias normales necesitadas que realmente le están perdiendo el respeto a la propiedad privada capitalista. Se ocupan edificios, como la Corrala de Vecinas «La utopía» en Sevilla, o tierras, como la finca de Somonte. El reto de la izquierda es olvidar sus disputas estériles y sus líderes de hace un siglo, dejar de teorizar y pringarse las manos en este tipo de experiencias con el fin de generalizarlas y construir poder popular desde abajo.
LH.- Ha tenido bastante repercusión mediática la acción del SAT de expropiación de comida en Mercado y Carrefour, si bien los medios de comunicación por lo general han puesto el grito en el cielo. ¿Cuál es el significado político de esta acción? Con relación a esta acción simbólica así como a la marcha obrera, ¿se han producido simpatías a nivel social y de movimientos sociales? ¿Cómo se han expresado?
MN.- Por regla general, si los medios de manipulación de la burguesía hablan mal de una acción, es señal de que la acción fue buena. La acción, para mí, tenía un sentido simbólico. Era una advertencia a los poderosos: «esto es lo que puede suceder si prosiguen vuestros abusos». Y era un modo de agudizar las contradicciones, calentar más la olla a presión y provocar que la gente hable de lo que tiene que hablar. Algo similar a la convocatoria frente al Congreso del 25 de septiembre. Con respecto a la simpatía, deciros que ha sido sencillamente unánime. Todos los movimientos sociales nos han apoyado. Pero, lo que es más importante, la gente de a pie lo ve con simpatía. No así el líder nacional de Izquierda Unida y Vicepresidente de la Junta de Andalucía, Diego Valderas, que dijo que apoyaba el fondo pero no la forma. Esa es la mayor estupidez que se puede decir en la vida, ya que lo característico de esta acción ha sido la forma. El fondo podría ser el mismo de cualquier manifestación que se haga, pero con este tipo de acciones se empieza a superar el mito de la mani pacífica, que desde luego ya no nos sirve.
LH.- ¿Hasta qué punto estas acciones y movilizaciones del SAT tienen que ver exclusivamente con la situación de crisis económica o más bien vienen de la lucha histórica del sindicalismo andaluz?
MN.- Desde luego, contar con un sindicato diferente a la mafia de CC OO y UGT comienza a ser requisito sine qua non para desarrollar la lucha. La prueba es que mientras LAB y CIG realizan acciones contundentes en sus nacionalidades, CC OO y UGT convocan un esperpento como es la «Cumbre social» contra el PP, a la que acudirán incluso los sindicatos policiales, de guardias civiles, del ejército, de los jueces y, por supuesto, el PSOE. En fin, que hay que manifestarse con los mismos que nos recortan, reprimen, apalean o encarcelan. Es importante renunciar al cortoplacismo y comprender que, desde el punto de vista histórico, es vital que comience a desarrollarse una alternativa sindical, o viviremos otros 30 años del entreguismo sindical por parte de esta mafia. Dicho esto, el SAT es un sindicato que aún tiene que crecer y consolidarse, aunque por suerte cada vez se crean secciones sindicales en más empresas y estamos creciendo mucho. Además, no se trata sólo de sustituir una sigla por otra, sino de actualizar la línea sindical, ahora que los convenios colectivos empiezan a ser irrelevantes y en las luchas van a tener que usarse medios menos ortodoxos que no se pueden explicar por aquí.
LH.- ¿Qué relevancia ha tenido el 15-M en Andalucía y qué perspectiva le ves?
MN.- Ha tenido una gran relevancia, como en todas partes. Las perspectivas son inciertas, pero, como mínimo, ya se ha conseguido movilizar a un montón de gente que sigue activa en las asambleas de barrio, y que son inequívocamente de izquierdas (usen o no esa palabra, que en realidad tampoco es demasiado correcta desde la teoría marxista). En Sevilla, el 15-M está muy ligado a las nuevas experiencias de ocupación, que están siendo un modo de perpetuar la lucha. Además, se han parado numerosos desahucios. Pero al 15-M no hay que idealizarlo, hay que verlo como lo que es: mis vecinos, la gente «normal» de mi bloque y de mi barrio, ahora sale a la calle, porque está sufriendo los efectos de la crisis y los que se creían clase media se están dando cuenta de que nunca dejaron de ser proletarios, y critican en un batiburrillo al gobierno, a los banqueros e incluso cuestionan la supuesta democracia. ¿Qué hago? ¿Les echo en cara no haber ido a las manis todos estos años? ¿Les acuso de no conocer la teoría laboral del valor y de no saber diferenciar la plusvalía absoluta de la relativa? ¿Les machaco por no usar esa palabra que he usado yo y que podría definirles, proletarios, porque no tienen nada que vender salvo su fuerza de trabajo? Esa es la actitud del friki y sectario que cree que militar políticamente es debatir tecnicismos con otros que piensen casi igual que tú, en lugar de tratar de que el pueblo vaya incrementando su conciencia de clase. Porque el 15-M no está cooptado por ningún partido institucional, sino que es un terreno virgen en el que hay que intentar que no se impongan las ideas reformistas e institucionalistas y el mito de la moderación, que no consigue nada.
LH.- En ocasiones se subraya la vinculación, si bien desde posturas críticas, de algunos militantes del SAT con IU. ¿Puede afectar esto en cierta manera al proceso de lucha? ¿Crees que debemos apoyar a los sindicatos y partidos de izquierda mayoritarios en pos de construir un frente amplio contra la crisis o debemos construir la movilización fundamentalmente desde el ámbito extraparlamentario?
MN.- El SAT es un sindicato, no un partido, y por tanto en el SAT hay gente del CUT (que está en IU), del 15 M, de Red Roja, de Nación Andaluza, de Izquierda Anticapitalista y de muchas otras organizaciones que no voy a mencionar, además de una mayoría que no milita en ninguna organización política, o que participa en los movimientos sociales y vecinales. Hay de todo. De hecho, una de las virtudes del SAT es que está aglutinando a sectores muy diversos y generando simpatías en un amplio espectro de la izquierda: desde independentistas hasta comunistas o marxistas de diversas tendencias, pasando por libertarios, autónomos o gente de IU que rechaza la tesis del PCE, según el cual hay que militar en CC OO. Y esto sólo es posible porque, cuando uno entra en la sede de la unión local, deja a un lado su sigla y se pone a trabajar. Dicho esto, sí es cierto que una parte de la dirección del SAT creó un partido para presentarse a las elecciones municipales en sitios como Marinaleda, y le llamó CUT. El error, en mi opinión, fue meterse en Izquierda Unida, y además hay que recordar que Gordillo prometió salir de IU si ésta entraba en el gobierno de la Junta, y por ahora no ha cumplido esa promesa pública. En mi opinión, es un error seguir ahí dentro porque, lo quieras o no, le lavas la cara a los cómplices de la Junta. Con respecto al frente por el que me preguntáis, creo que se idealiza y se frivoliza demasiado sobre la «unidad», así en abstracto. Yo no defiendo cualquier unidad y creo que está claro que la unidad debe ser para luchar, no para claudicar. Por otro lado, en realidad las organizaciones ya funcionamos como un frente en la práctica, y solemos ir a las manifestaciones juntas, pero cada organización representa una tendencia de opinión, y eso no debe verse como negativo, sino como positivo. Ahí está la izquierda abertzale, que no es un partido sino una multitud de pequeños partidos que marchan a bloque. Pero eso no significa que se unan a cualquiera o para cualquier cosa. Tenemos mucho que aprender de ellos.