Recomiendo:
0

En Cuba, pues, ¿quién vive más que Fidel Castro?

Fuentes: Rebelión

En esta hora de lo que llamaré su muertevida, y de lo que significará en el futuro previsible, cabe recordar las ideas al respecto del Maestro: «Morir es seguir viaje» En la historia de la humanidad han existido muchos grandes hombres que son recordados por sus hazañas, por liderar a grandes ejércitos en la consecución […]


En esta hora de lo que llamaré su muertevida, y de lo que significará en el futuro previsible, cabe recordar las ideas al respecto del Maestro: «Morir es seguir viaje»

En la historia de la humanidad han existido muchos grandes hombres que son recordados por sus hazañas, por liderar a grandes ejércitos en la consecución de victorias que los enaltecieron ante sus compatriotas, y como tales han alcanzado fama y gloria. Muchos de ellos, sin embargo, sólo fueron, en última instancia, caudillos de sus ejércitos, de sus bandos de seguidores. Han sido menos los líderes capaces de arrastrar tras de sí a todo un pueblo, y lograr que éste se identificara plenamente con su manera de pensar y actuar, debido a que supieron interpretar acertadamente las aspiraciones de sus pueblos. Fidel Castro forma parte de estos líderes excepcionales. De éstos que según José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, son verdaderos defensores de su patria, pues han hecho lo que debían, es decir, «preparar un pueblo para defenderse, y para vivir con honor».

Por tanto, existen muchos personajes históricos que continúan vivos para la humanidad mediante el recuerdo, pero pocos son a los que se rinde un culto y veneración distinta a la de dioses, y que tienen, sin embargo, una trascendencia en el pensamiento y la acción de millones de hombres.

Cuando hablamos de esos hombres que por sus obras se han hecho carne de realidad en generaciones y generaciones de hombres, y que a pesar de los tiempos transcurridos conviven con ellos como coetáneos vivos, nos referimos a seres que han alcanzado su inmortalidad por ese vínculo especial y trascendente que establecieron con sus congéneres.

En los siglos XX y XXI Fidel ha sido ese convertidor de sueños en realidades para Cuba y el mundo a contrapelo de las fuerzas más poderosas que trataron infructuosamente de poner fin a su vida y de entorpecer o impedir que sus obras fueran posibles, principalmente la construcción de una sociedad mejor y justa en Cuba, y la ayuda desinteresada y generosa en cualquier parte de la humanidad sufrida que requiriera un gesto y una acción solidarios para la liberación y felicidad.

Por muchas razones que la historia reconoce y reconocerá, Fidel es el político más universal de la época contemporánea, y cuyo recuerdo quedará perpetuado en sus ideas e imágenes en los medios audiovisuales, que se guardarán celosa y fielmente en la conciencia de millones de cubanos y de personas de todo el mundo, ya que, al menos en Cuba, y por voluntad propia, no se levantarán monumentos ni efigies ni se nombrarán instituciones, avenidas, calles, etc., con su nombre.

Con ello ha sido consecuente con lo que un día expresó: «ya uno llega a identificarse de tal manera con lo que está haciendo, que la cuestión de orgullo personal, vanidad, todas esas cosas que de alguna u otra forma existen en todos los hombres, todos esos factores van quedando más atrás cada día que pasa (…) Y pienso que en parte porque he estado en guardia contra todos esos factores, tal vez he ido desarrollando una filosofía sobre la importancia relativa de los hombres, el valor relativo de los individuos, la convicción de que no es el individuo el que hace la historia, sino los pueblos, la idea de que nadie puede atribuirse los méritos de todo un pueblo y de que millones de gente que trabajan todos los días, que aportan su esfuerzo todos los días, que producen, que defienden la revolución. Hay un pensamiento, una idea, una frase de Martí que produjo en mí profunda e inolvidable impresión: «Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.»

En esta hora de lo que llamaré su muertevida, y de lo que significará en el futuro previsible, cabe recordar las ideas al respecto del Maestro, que calaron muy hondo y conformaron la filosofía existencial de Fidel:

«La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.» «Morir es lo mismo que vivir y mejor, si se ha hecho ya lo que se debe.» «Morir no es nada, morir es vivir, morir es sembrar. El que muere donde debe, sirve. Vale, y vivirás. Sirve, y vivirás. Ama, y vivirás. Despídete de ti mismo y vivirás. Cae bien y te levantarás.»

Y a modo de consuelo y homenaje válidos también en las horas presentes y futuras, estas ideas pueden reflejar un rumbo cierto.

«La muerte no debe ser penosa para los que han vivido bien, ni para los que les conocían de cerca sus virtudes. Morir es seguir viaje.»

«Un pueblo libre y justo es el único homenaje propio de los que mueren por él.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.