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En el comercio justo no todo vale

Fuentes: Rebelión

Al hablar de comercio justo, en la actualidad, ya no podemos referirnos a una perspectiva única del mismo. Si hasta hace pocos años prevalecía, en el Estado español, una sola visión del comercio justo dominada por las principales organizaciones que trabajaban este tema, la consolidación del movimiento y el planteamiento de nuevos debates ha generado […]

Al hablar de comercio justo, en la actualidad, ya no podemos referirnos a una perspectiva única del mismo. Si hasta hace pocos años prevalecía, en el Estado español, una sola visión del comercio justo dominada por las principales organizaciones que trabajaban este tema, la consolidación del movimiento y el planteamiento de nuevos debates ha generado otra perspectiva que trasciende la visión tradicional. En estos momentos, el discurso único centrado en la producción en origen y en la necesidad de aumentar las ventas, como vía para ayudar a «los más pobres», se ha puesto en cuestión.

A medida que el movimiento ha ido creciendo y evolucionando ha aparecido otro enfoque que, partiendo de la definición tradicional, ha ido más allá señalando que el comercio justo es mucho más que un acto de ayuda. Se trata de una perspectiva que rompe con un análisis estrictamente «asistencialista» y que plantea un modelo de comercio justo transformador, oponiéndose a la venta de sus productos en grandes superficies y rechazando su uso como instrumento de márketing empresarial.

Dos polos de referencia

Así, se han ido configurando, a grandes rasgos, dos polos de referencia en el movimiento del comercio justo. Uno que podríamos denominar como tradicional y dominante, que parte de una definición del comercio justo basada en los criterios de producción en origen establecidos por este movimiento y cuenta con un discurso institucional y políticamente dominante, y otro que podemos llamar global y alternativo, que va más allá de esta perspectiva tradicional y que cuenta con una visión integral del comercio justo (desde la producción en origen hasta su distribución y venta final), y que establece alianzas con sectores del movimiento altermundialista.

Entre las organizaciones que lideran el polo tradicional y dominante destacaríamos a la mayor organización en el movimiento del comercio justo: Intermón Oxfam, la principal importadora y la que cuenta con más recursos económicos, seguida por la mayoría de importadoras y algunas ONG, quienes comparten en mayor o menor medida su discurso. Es este polo el que ha impulsado uno de los instrumentos más polémicos en el sector, el sello del comercio justo. Una iniciativa promovida por un conjunto de organizaciones del movimiento como Alternativa 3, Cáritas, Setem, Intermón Oxfam, IDEAS… y que se enmarcan claramente en este polo de referencia.

En el polo «global y alternativo» encontramos pequeñas tiendas, puntos de venta, algunas importadoras y ONG que se coordinan en el marco del Espacio por un Comercio Justo, como la Xarxa de Consum Solidari, Sodepaz, Espanica, A Cova da Terra, Picu Rabicu, Red de Comercio Justo de Castilla la Mancha, La Ceiba, Aldea del Sur, entre otras, y que muestran una total oposición al sello del comercio justo y a la venta de estos productos en grandes superficies.

La soberanía alimentaria

Otro de los elementos que diferencian a las organizaciones del polo global y alternativo de las del tradicional y dominante es la vinculación que las primeras hacen del comercio justo con la soberanía alimentaria, el derecho de los pueblos a decidir sus políticas agrícolas y alimentarias. Una postura que significa desmarcarse de una concepción asistencialista del comercio justo, como una mera transferencia económica Norte-Sur, y que implica que estos mismos criterios de justicia social se apliquen en nuestras actividades comerciales aquí (comercio justo Norte-Norte) y en los intercambios llevados a cabo en los países del Sur (comercio justo Sur- Sur). De este modo, no tiene sentido importar productos bajo unos criterios de comercio justo si éstos ya se elaboran aquí con componentes sociales y ecológicos equivalentes (como es el caso de la miel, el aceite o el vino).

En este sentido, el sector global y alternativo se siente partícipe del movimiento altermundialista y establece sólidas alianzas con algunos de sus actores claves como Vía Campesina. A la vez que trabaja junto a agricultoras/es y consumidoras/ es en campañas contra los transgénicos, a favor de la reforma agraria y de la producción agroecológica… vinculando el comercio justo a la defensa de la de la tierra, de las semillas y a la promoción de los circuitos cortos y el comercio de proximidad.

No a los supermercados

Otro de los elementos que diferencian a las organizaciones de ambos polos es el análisis que realizan respecto qué es y qué no es comercio justo y la relación que establecen con las grandes cadenas de distribución, así como su postura respecto a la venta de estos productos en las mismas.

Desde una óptica global y alternativa, el comercio justo no puede limitarse tan sólo a que un producto cumpla una serie de condiciones en la producción en origen. El comercio justo es mucho más que un listado de criterios, es todo un proceso comercial que incluye un amplio abanico de actores que participan en éste de principio a fin: campesinas/ os, productoras/es, transformadoras/ es, vendedoras/es, compradoras/es… Tan importante es dónde, quién y cómo se produce que dónde, quién y cómo se vende y se compra. Desde este punto de vista, se rechaza la venta de productos de comercio justo en grandes superficies y cadenas comerciales, quienes utilizan estas ventas como una estrategia de limpieza de imagen.

Las organizaciones que conforman el polo tradicional y dominante consideran que vender comercio justo en grandes cadenas y supermercados ayuda a difundir el concepto y a aumentar las ventas, lo cual significa más ayuda para los productores en el Sur. Pero el comercio justo no se limita a comprar y a vender más productos, aumentar las ventas a costa de comercializar estos productos en hipermercados y supermercados no ayudará a los pequeños productores del Sur sino, contrariamente, sólo beneficiará a las empresas multinacionales. No debemos olvidar que éstas venden una ínfima parte de sus mercancías de comercio justo, mientras que sus beneficios provienen de la venta de una mayoría de productos elaborados en base a la explotación de las y los productores, del abuso del medio ambiente y de la precarización de las condiciones laborales de las y los trabajadores.

Desde el sector global y alternativo consideramos que en el comercio justo no todo vale, que un comercio verdaderamente justo sólo será posible en un sistema político, económico y social que rompa con las políticas neoliberales. En un capitalismo de rostro humano en el que las desigualdades sean más sostenibles el comercio justo no tendrá cabida. En nuestras manos está escoger por qué modelo apostamos.

* Esther Vivas coordina el área de sensibilización de la Xarxa de Consum Solidari.
Publicado en el Periódico Diagonal, número 47. 1 feb – 14 feb 2007.