El día 4 de diciembre se celebra el día de Andalucía, conmemorando las manifestaciones de 1977 a favor de la autonomía. Este año la fecha ha sido declarada como Día de la Bandera Andaluza por Juanma Moreno, presidente del Partido Popular y de la Junta Andalucía en la actual legislatura.
Es sorprendente que la derecha andaluza esté reivindicando la identidad diferenciada de su tierra y sus gentes, sabiendo que el principal referente del nacionalismo andaluz fue asesinado por los militares alzados contra la II República en 1936. Cuando el partido conservador se envuelve en la bandera andaluza, tenemos que preguntarnos qué Andalucía están representando, qué imagen de los andaluces quieren transmitir al pueblo andaluz, y a los demás pueblos del Estado español y del mundo.
Esta maniobra política conservadora busca disfrazar la Andalucía soberana reivindicada por Blas Infante con un regionalismo que no se constituya como sujeto autónomo, capaz de gestionar sus relaciones institucionales con los demás pueblos peninsulares. No está a favor de la emancipación de las clases trabajadoras, sino que fomenta la sumisión tradicional de la región al centralismo español, reforzando la estructura social clasista.
La personalidad de las clases populares andaluzas ha sido completamente adulterada por la propaganda oficial del Estado español, que trasmite una idea folklórica y estereotipada del pueblo, tal y como la entienden los señoritos: artista, estoico, sencillo, bipolar (andaluz gracioso versus melancólico). Esa imagen, cultivada desde la época de la dictadura franquista, oculta la explotación del pueblo trabajador, los campesinos y jornaleros, por una aristocracia terrateniente cuya formación se remonta a la conquista medieval del territorio por el feudalismo del norte peninsular. Escamotea la presencia de la lucha de clases en la historia andaluza: las matanzas de cientos de miles de personas en el genocidio fascista, las sublevaciones democráticas de los andaluces contra el autoritarismo centralista reprimidas a sangre y fuego, y más allá en la lejanía histórica, la destrucción de la cultura andalusí medieval por los Reyes Católicos, para fundar su Estado expulsando a judíos y musulmanes del territorio español.
Nada tan significativo de la cultura popular andaluza como el flamenco, declarado por la UNESCO patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. En los últimos años se han realizado interesantes investigaciones acerca del origen del flamenco, a partir de las indicaciones de Blas Infante: las raíces del cante hondo están en la cultura musulmana medieval de la península ibérica. A esas raíces se le añadieron las aportaciones de los gitanos que llegaron a la península ibérica en el siglo XV, para constituir un arte musical que expresara la opresión, la discriminación y la miseria de las clases marginalizadas, los campesinos andaluces sometidos a la férula de los señoritos. Y hay que señalar también que cuando la persecución de judíos y musulmanes por el Estado católico después de 1492, muchos convertidos forzosamente al cristianismo se hicieron pasar por gitanos para escapar a la represión que amenazaba su vida.
Ahora que por fin tenemos una ley de Memoria Histórica Democrática en el Estado español debemos reivindicar una historia distinta de las leyendas fantasiosas que nos narran las clases dominantes de este país –como fue denunciado por Blas Infante en su día-. Esas leyendas falsifican los acontecimientos del pasado y alimentan el fascismo rampante en la política española. La palabra Reconquista es en sí misma un epítome de la falsificación histórica. Esa guerra de ocho siglos para imponer el dogmatismo religioso católico, expulsando las demás religiones monoteístas, incluido el cristianismo heterodoxo, fue una cruzada, como lo fue la guerra en Palestina para conquistar la Tierra Santa o en el sur de Francia contra los albigenses.
Tenemos que saber que la cultura medieval en al-Ándalus fue la más brillante de su época dentro de Europa, por sus científicos, sus artistas y sus filósofos. Hay que reivindicar que Averroes fue más importante que Tomás de Aquino para el desarrollo de la filosofía europea desde un punto de vista materialista dialéctico. No por casualidad era averroísta Pico della Mirandola, forjador de la Oratio de hominis dignitat, el Manifiesto del Renacimiento, por poner un ejemplo.
Y tenemos que descubrir que el tradicional pacifismo del carácter andaluz enraíza en la cultura musulmana de la Edad Media, mal conocida y peor descrita en las crónicas de la España oficial. Queda mucho que aclarar en la historia de la Alta Edad Media; necesitamos una historia contada desde el punto de vista de las clases populares andaluzas, que no nos narre hazañas militares de ejércitos imperiales, sino el trabajo honrado y el avance del conocimiento entre los hombres de buena voluntad.
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