El coordinador de Lokarri apuesta por explicar con detalle y en toda España los cambios que se están dando en el País Vasco: «En el diálogo de 2006 se hizo muy poca pedagogía y no podemos caer en el mismo error». Lokarri es una asociación independiente, ciudadana y plural que lucha por la normalización, el […]
El coordinador de Lokarri apuesta por explicar con detalle y en toda España los cambios que se están dando en el País Vasco: «En el diálogo de 2006 se hizo muy poca pedagogía y no podemos caer en el mismo error».
Lokarri es una asociación independiente, ciudadana y plural que lucha por la normalización, el diálogo y la paz en Euskadi. Organismo clave en el actual «proceso» de paz como «engrasador» y «facilitador», su coordinador, Paul Ríos, ofreció una charla esta semana en Santiago invitado por el Movemento Estudantil Universitario. Poco antes, habló con Xornal sobre los nuevos aires que soplan en el País Vasco.
¿Es importante explicar fuera de Euskadi lo que allí ocurre? ¿Se hace siempre bien?
Hay que dar buena información al resto de España. En el año 2006 se cometió un error porque a la opinión pública española se le transmitió muy mala información sobre aquel proceso de paz, se hizo muy poca pedagogía sobre el diálogo. Aquella falta de información alimentó a los sectores más contrarios al proceso y provocó que no hubiese un apoyo claro. Ahora no debemos cometer el mismo error, es necesario para que por lo menos no haya una actitud negativa o excesivamente recelosa.
¿Qué es lo fundamental que hay que explicar ahora?
Que las cosas no ocurren de repente. Lo que pasa ahora en el País Vasco es fruto de muchos hechos que vienen sucediendo desde hace dos años. Si ETA declara un alto el fuego y Sortu rechaza la violencia, hay quien puede pensar que todo es un engaño, pero lo cierto es que están ocurriendo cosas nuevas. Hay que comprender que ahora no estamos ante una oportunidad cualquiera sino, posiblemente, ante la oportunidad definitiva de conseguir la paz.
¿El alto el fuego de ETA es definitivo?
Yo no puedo decir que es definitivo porque no está en mis manos, pero sí estoy seguro de que lo que va a ocurrir ahora va a ser completamente diferente a lo que ocurrió en el pasado. El hecho más determinante es que la izquierda abertzale ilegalizada ha rechazado la violencia de ETA y eso conlleva que ahora sea una inmensísima parte de la sociedad vasca la que reniega de la violencia. ETA, sin ningún tipo de apoyo social, puede continuar con la violencia, pero no puede ser lo que ha sido hasta ahora.
Si lo hicese, ¿qué sería ETA?
Sería un grupo sin apoyo social y se reduciría a un problema casi exclusivamente de seguridad. Tendría muchas dificultades para actuar y, aunque lograse hacer daño, no tendría ninguna capacidad de ocupar un espacio privilegiado en la política vasca. Poder hacer política en Euskadi sin ETA, con más seguridad y libertad, es una situación que sería completamente nueva. Yo estoy muy ilusionado y esperanzado. Nosotros no hemos podido hacer política normal desde la Transición… Por no remontarme más atrás. Poder hacer política, con libertad, con igualdad de oportunidades, sin que nadie esté amenazado y sin que ninguna opción esté ilegalizada, sería un momento histórico y algo sin precedentes.
¿La ilegalización de Sortu puede ser un escollo en el proceso abierto?
Puede ser un escollo si hay personas que pueden replantearse las decisiones que han tomado, pero yo he podido comprobar durante estos dos años cuál ha sido la evolución y el debate en la izquierda abertzale ilegalizada y tengo la absoluta convicción de que su determinación y su apuesta por las vías únicamente pacíficas y políticas es definitiva, no tiene vuelta atrás. Por muchos obstáculos que se le quieran poner, Sortu va a acabar siendo legal.
Pero nunca antes de las elecciones municipales…
Mi tesis es que el Gobierno tomó la decisión de considerar que la no presencia de Sortu y que Sortu aceptase su no presencia era la prueba del algodón para comprobar que su estrategia era real, cierta y sincera. El Gobierno no va a facilitar la legalización de Sortu antes de las elecciones. Esto es una cuarentena para que demuestren si su apuesta es verdadera, pero han hecho los deberes y han cumplido con la Ley de Partidos.
¿Por qué entonces su ilegalización?
Sus estatutos son muchísimo más explícitos sobre el tema de la violencia que los de nadie. Sí creo que el Gobierno ha estirado al máximo, con los informes que ha presentado la policía o la Guardia Civil, esa teoría de que todo lo que está mínimamente tocado por ETA ya es ETA directamente. Como dice el voto particular del Supremo, se ha inventado un relato de que ETA y Sortu sigue siendo la misma cosa. Pueden ser las mismas personas, pero sus formas de actuación son diferentes. En la izquierda abertzale se intentará que ETA no se descuelgue de su estrategia, pero independientemente de lo que haga ETA, ellos han tomado esta determinación y esto es algo ya completamente diferente a la relación que han mantenido ETA y la izquierda abertzale.
¿La cuerda que unía a ETA y la izquierda abertzale está rota?
No lo sé a ciencia cierta, pero sí sé que la izquierda abertzale ha tomado la decisión de desarrollar esta estrategia de manera unilateral: hiciese lo que hiciese el Gobierno e hiciese lo que hiciese ETA. Esta es la gran clave y donde está lo más relevante de lo que ha sucedido. Esto es mucho más importante que un alto el fuego de ETA. Hasta 2006 siempre era ETA la que llevaba el liderazgo y la que decidía, por desgracia, si se terminaba la tregua. Ahora el liderazgo político está en manos de la izquierda abertzale y ETA acompaña, unas veces con mayor convencimiento y otras veces obligada por las circunstancias.
¿Qué cambión en la izquierda abertzale?
Hace muchos años, ETA llegó a la conclusión de que no podía derrotar al Estado por la vía militar y entonces lo que impuso fue aquella táctica enloquecedora de crear más violencia para negociar. Luego, rompían las conversaciones. ¿Qué sentido tenía? Eso supuso realmente el gran cambio. La izquierda abertzale comprendió que la violencia lastraba sus objetivos políticos.
Entienda que hay quien diga que su paso es por motivos tácticos.
Pues hasta cierto punto puede ser así, pero también el Sinn Fein lo hizo así en Irlanda y a los dos años estaba reconociendo el daño causado. Esto va poco a poco.
¿Las continuas declaraciones del PP contra los procesos de paz son una táctica política o un reproche sincero?
Puede ser sincero, pero también hay mucha táctica y mucha irresponsabilidad política. Alimentan la impresión de que hablar con ETA, con la izquierda abertzale o incluso con algún partido democrático en Euskadi es hacer cesiones a la violencia, y no es así. Un proceso de paz se construye sobre pasos unilaterales. ETA tiene que dejar la violencia, Sortu tiene que ser legalizado… Pero una cosa no puede estar condicionada por otra. Si se dan estas dos condiciones no se habrá acabado con el problema, ¿y cómo afrontamos los siguientes problemas? Pues la única manera de hacerlo y de construir una convivencia es hablando. Si alguien me presenta otro sistema, yo encantado, pero con la imposición no se puede hacer, hay que hablar. Yo le preguntaría al PP: ¿La Transición española hubiese sido posible si hubiese una parte que se hubiese negado a dialogar? Pues no, pero ni aquí ni en ningún país del mundo.
El PP lo sabe.
Lo sabe, pero estamos en esta estrategia del todo vale que propició Aznar en el año 2000, y a la que contribuyó el PSOE.
Si ETA abandona las armas, ¿la reconciliación fluirá sin mayor problema?
Fluye con problemas, pero es mucho más fácil encontrar soluciones sin violencia y si todos participan en las elecciones. A partir de ahí se empezará a luchar por la convivencia, pero eso exige un cambio de actitudes. Durante muchos años hemos estado dominados por la percepción del enemigo. El otro era alguien con el que había que terminar, ya fuese físicamente o expulsándole de la política. Tenemos que aprender a convivir sabiendo que el otro solo es una persona que piensa diferente porque la sociedad vasca es plural y eso no va a cambiar aunque ETA deje de matar.
Mucha gente criticó la Ley de Partidos y ahora la avala. ¿Fue útil? ¿Es antidemocrática?
Ante la duda, me sitúo siempre en el plano del respeto a las libertades democráticas básicas y es muy dudoso que se puedan ilegalizar partidos. Se puede condenar a personas por pertenencia a banda armada que a la vez están en un partido, pero no a todo un partido. Solo apunto una clave: el debate que ha habido en la izquierda abertzale estaba abierto en Batasuna en 2001 y tengo la impresión de que la Ley de Partidos lo cercenó. Ahora me es indiferente que hasta aquí se haya llegado gracias a la ley o no. Lo importante es que se ha llegado.
¿Qué aporta Lokarri?
Hemos intentado hacer el papel de engrasadores y facilitadores. Llegados a este punto, sabemos que ahora la decisión ya no está en nuestras manos. Seguiremos aportando para llegar a buen puerto, pero nuestra gran aportación ya está hecha.
¿Se está verificando el alto el fuego?
El grupo de contacto internacional impulsado por Brian Currin va a empezar ahora la verificación de la ausencia de extorsión. A partir de ahí verificarán el alto el fuego; no es algo oficial y tiene muchos menos recursos que el Gobierno, pero por lo menos que ETA sepa que ya hay quien está comprobando si cumple con su compromiso.