Fue Albert Einstein quien señaló, probablemente por primera vez de manera abierta y en la senda del Frankenstein de Mary Shelley, los graves inconvenientes y los lados oscuros y más que peligrosos de la tecnociencia contemporánea. Con ironía, punta insumisa y preocupación, admitió ya mayor que si pudiera decidir y reconstruirla de nuevo no dedicaría […]
Fue Albert Einstein quien señaló, probablemente por primera vez de manera abierta y en la senda del Frankenstein de Mary Shelley, los graves inconvenientes y los lados oscuros y más que peligrosos de la tecnociencia contemporánea. Con ironía, punta insumisa y preocupación, admitió ya mayor que si pudiera decidir y reconstruirla de nuevo no dedicaría su vida a temas científicos. Eran preferibles opciones menos fáusticas, menos bomba-atómica-Los Álamos.
No ha sido el único gran científico comprometido que ha apuntado en esa dirección.
Hija y descendiente de grandes científicos, algunos de ellos como su padre fuertemente comprometidos con la resistencia francesa antifascista, nieta de la primera mujer que consiguió un Nobel, su familia ha sido distinguida cinco veces con el máximo galardón científico (dos Premios Nobel fueron conseguidos por su abuela), Hélène Langevin-Joliot, con 86 años, ex directora del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, ex profesora de Física Nuclear en la Universidad de París, ha participado en un acto organizado por el CSIC con ocasión de la exposición sobre Marie Curie en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid [1]. Copio y ordeno sus declaraciones a la periodista María Lillo:
«Mi madre me enseñó que no hace falta ser un genio para dedicarse a la ciencia. Lo importante es ser feliz con la investigación y si de paso puedes mejorar un poquito el mundo con tu trabajo todavía mejor. Mi madre decía que las experiencias que la hicieron más feliz no fueron los logros profesionales. Eso alivia presión…
[¿Por qué eligió dedicarse a la investigación?] La respuesta sería por qué no. Era buena en física y matemáticas. Y con la familia que tenía, era lo lógico. Mis padres nunca me presionaron para que me dedicara a esto…
Si tuviera que elegir otra vez, no sería científica. Es un mundo muy competitivo y resulta más duro para las mujeres [Marie Curie e Irène Joliot-Curie, su abuela y su madre, nunca fueron admitidas en la Academia francesa de Ciencias]. Todavía queda mucho por hacer. La igualdad llegará cuando en las academias se elija a científicas de nivel medio, igual que ahora hay muchos hombres que no son especialmente brillantes…
Hubo una campaña durísima contra mi abuela porque era mujer y polaca. A ella le afectó mucho y no volvió a presentarse. El caso de mi madre fue distinto. Se postuló hasta tres veces. Y no porque le hiciera especial ilusión, sino para defender sus derechos. Creía firmemente que la mujer tenía las mismas capacidades que los hombres para dedicarse a la investigación y debía ser igualmente reconocida. Por eso aceptó también el puesto de secretaria de Estado incluso antes de que se aprobara el voto femenino [en Francia, que fue después de la II Guerra Mundial]. Pero solo duró tres meses porque el cargo no iba con su personalidad. Tenía muy poca paciencia. Cuando se aburría en las reuniones, se iba sin dar más explicación…
Mis padres eran tan diferentes como mis abuelos. Marie era organizada y trabajadora, como mi padre. Y Pierre era un soñador, como mi madre. Ella tenía las ideas muy claras, pero no pretendía convencer a nadie. Decía esto es así, y punto. No se podía discutir con ella…
[¿Con quién se identifica más?] Con Marie. Salvando las distancias, claro».
Salgo un poco de enfoque.
Manuel Sacristán hizo referencia a varios de estos grandes científicos franceses e internacionalistas en su artículo sobre «La filosofía desde la terminación de la Segunda Guerra hasta 1958» [2]. Uno de ellos era padre de Hèlène. A causa de sus opiniones antifascistas , Paul Langevin fue encarcelado el 30 de octubre de 1940 por la Gestapo . Fue liberado cuarenta días más tarde y asignado a residir en Troyes . En mayo de 1944 huyó clandestinamente hacia Suiza .
Su hija Hélène, la científica entrevistada, casada con el también resistente Jacques Solomon , fue deportada a Auschwitz en 1943 . Sobrevivió como sabemos a esta criminal experiencia. No, en cambio, su compañero. Salomón fue fusilado en el Mont Valérien el 23 de mayo de 1942 . Paul Langevin se adhirió en la clandestinidad al Partido Comunista Francés y formó parte del Comité de Parisino de la Liberación . Murió en 1946.
Un cuarto de siglo después, junto a segunda esposa, María Ángeles Lizón, Sacristán escribió una entrada sobre Marie Curie (Manya Sklodowska) (1867-1934) para un calendario editado por un colectivo de medicos comprometidos (entre ellos, su amigo, el gran cientifico franco-barcelonés Eduard Rodríguez Farré). Decía así:
«Física de origen polaco, hija de un matemático y una institutriz procedentes de Varsovia, llega a París en 1892 para realizar sus estudios.
Contrae matrimonio con el célebre científico francés Pierre Curie de quien obtiene la nacionalidad y con quien comparte la mayoría de los experimentos sobre radioactividad. Concentrada en su trabajo de tesis sobre el estudio de los rayos uránicos (recién descubiertos por Becquerel), fue la primera en observar la radioactividad del torio y señalar la intensidad anómala de la radiación emitida por el mineral de uranio. Junto con Pierre Curie, quien abandona sus estudios de cristalografía y se asocia con ella en la investigación sobre radioactividad, descubren sucesivamente, dos elementos radiactivos nuevos: el polonio y el radio (1898), así como las emanaciones de radio sobre los cuerpos que le rodean. En 1902, Manya Sklodowska logra preparar un gramo de cloruro de radio puro y determinar la masa atómica del elemento con lo que da por concluida su investigación de tesis doctoral. En 1903 los esposos Curie, junto con Henri Becquerel, reciben el Nobel de Física.
Para 1910, con ayuda de otros científicos, particularmente Debierne, aislan finalmente el radio en estado metálico. Un nuevo campo: el de la física y química nuclear queda entonces establecido.
Mujer de prodigiosa memoria, a la muerte accidental de Pierre (1906) da un nuevo rumbo a su carrera. Sucede a su marido en la cátedra, llegando a profesor titular en 1908.
Fue así la primera mujer que enseñó en la Sorbonne.
En el momento cumbre de su fama (1922) -junto con su hija Irene- se dedicó a la investigación de la química radiactiva y a las sustancias radioactivas con aplicaciones médicas».
Antes de morir, finalizaban Sacristán y Lizón, presenció la fundación de la Fundación Curie en Paris y en 1932 la del Instituto del Radio en Varsovia.
Notas:
[1] Entrevista María Lillo. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/04/25/actualidad/139
[2] Manuel Sacristán, Papeles de filosofía, Barcelona, Icaria, 1984, pp. 90-219.
Salvador López Arnal es nieto del obrero cenetista asesinado en el Camp de Bota de Barcelona en mayo de 1939 -su delito: «rebelión»- José Arnal Cerezuela.
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