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Tras su disposición a encabezar una lista electoral "ciudadana y popular" para las elecciones europeas

«En situaciones excepcionales no vale con hablar, hay que comprometerse»

Fuentes: Público

Pablo Iglesias Turrión (Madrid, 1978), profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense, analista y presentador del programa de debate La Tuerka, se ha convertido en un colaborador habitual de los debates televisivos. Pero su nombre ahora resuena por otros motivos. El martes, Iglesias hizo pública su disposición a presentarse a las elecciones europeas que […]

Pablo Iglesias Turrión (Madrid, 1978), profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense, analista y presentador del programa de debate La Tuerka, se ha convertido en un colaborador habitual de los debates televisivos. Pero su nombre ahora resuena por otros motivos.

El martes, Iglesias hizo pública su disposición a presentarse a las elecciones europeas que se celebrarán el próximo mes de mayo, encabezando una candidatura «ciudadana y popular» de la que poco se sabrá hasta el próximo viernes, cuando ha convocado una rueda de prensa, más allá de algunos nombres de intelectuales y activistas que le emplazaron a «mover ficha«.

¿Por qué ha decidido dar este paso?

Porque creo que puedo ser útil y porque en situaciones excepcionales la gente decente tiene que hacer algo más que hablar, tiene que comprometerse. Mi presencia en los medios ha hecho que se abra paso un discurso que construimos trabajando en La Tuerka. Tratamos de entender lo que significó el 15-M, las mareas o la crisis de régimen. Pero también las dificultades de la izquierda de la que venimos para hablar a la gente normal. Cuando llevé ese discurso a los grandes medios funcionó. La prueba es que me llaman y que mucha gente nos ha asumido como referentes. Hay más gente que podría haber dado un paso como este; yo siempre he mencionado a Alberto Garzón y a Ada Colau como dos compañeros a los que me encantaría ver en una como esta, y de paso me lo ahorraba yo. Pero obviamente cada uno debe militar y actuar donde entienda que es más útil. Yo creo que puedo serlo en una movilización electoral como esta, que podemos convertir en una movilización de las conciencias para que las cosas empiecen a cambiar a favor de la gente.

Habla de la necesidad de ir al Parlamento Europeo, ¿en qué puede ayudar a los ciudadanos que esta candidatura obtenga representación?

«Al Parlamento Europeo hay que ir a discutir esta Unión Europea diseñada para los banqueros» Sentarse en el Europarlamento no es lo más importante, aunque hay que empezar a conquistar posiciones para una revolución democrática en la UE que construya la Europa de los ciudadanos y no la de los mercaderes. La clave es que nuestra iniciativa la haga suya la gente, en especial aquella que se ha movilizado, para generar un movimiento electoral que sirva como mecanismo de empoderamiento democrático de los de abajo. Llegar a Estrasburgo, aunque sea con muchos diputados y con una gran confluencia, sin haber dejado redes de gente organizada haciendo política, sin la ilusión del «sí se puede», sería un fracaso.

Al Parlamento Europeo hay que ir a discutir este modelo de Unión Europea diseñada para los banqueros y los especuladores de la deuda, a defender y construir soberanía popular y por una política económica por el empleo y el reparto de la riqueza. Europa no es el problema, el problema es esta Unión Europea y sus políticas contra las mayorías sociales y los países del sur, que estamos en régimen de semi-colonia, obedeciendo lo que dicen personas a las que nadie ha votado. La solución es que la ciudadanía se plante y tome las riendas.

En un debate con Rubalcaba le usted le dijo: «No le pido que sea socialista, le pido que sea patriota». ¿Qué quería decir con eso?

Reconozco que me indigné. No podía imaginarme que Rubalcaba iba a defender tan abiertamente que sus exministros y Felipe González pudieran sentarse en consejos de administración de empresas energéticas privadas; pensé que pondría excusas pero dijo que «de algo tenían que vivir». Cuando a la gente le están cortando la luz y la calefacción, un dirigente con sentido de lo que significa la dignidad de su país, tiene que estar dispuesto intervenir. Eso es ser patriota y no hace falta haber leído a Marx o cantar La Internacional para serlo, pero sí hace falta vivir como la gente normal y escuchar las conversaciones en los bares o en la pescadería. Hace falta escuchar lo mal que lo está pasando la gente y ver a la casta de golfos vivir como viven, sin ninguna vergüenza. No se puede gobernar para los que sufren y para los que les hacen sufrir. Yo tengo claro de dónde vengo y quién es mi gente.

Pero usted ha estado ligado a la izquierda durante mucho tiempo de su vida.

Lo llevo en el ADN. A mi tío-abuelo materno le fusilaron. Mi abuelo paterno, socialista y comandante del Ejército Popular de la República, fue condenado a muerte y pasó 5 años en prisión. Mi madre, la primera persona de su familia que llegó a la universidad, militó en la clandestinidad y mi padre también conoció la cárcel durante la dictadura. A ellos les debo quien soy y desde los 14 años no he dejado de militar. Pero precisamente porque conozco mi historia yo no quiero que la izquierda sea una identidad asociada a la derrota; quiero que la izquierda se haga pueblo y para eso hay que entender los momentos que estamos viviendo y aspirar a ser un instrumento útil para hacer una sociedad más justa.

«La izquierda no es una religión, o es una herramienta para servir a la gente humilde, o no es nada» La izquierda no es una religión, o es una herramienta para servir a los de abajo, a la gente humilde, o no es nada. Además, no vivimos un momento político de alternancia electoral normal: vivimos un momento en el que la casta parece unida por los mismos intereses egoístas y la gente, sin importar su voto o preferencias, está sufriendo un verdadero despojo. Una propuesta democrática y patriótica hoy es ya rupturista porque dice, simplemente: primero las necesidades de la gente, del taxista que le echa 12 horas al taxi por 800 euros, de la cajera que cobra 645, del joven expulsado de su país y que crea e inventa fuera, del trabajador despedido o del pensionista al que le reducen su pensión y los derechos que tanto nos costó conquistar. Esa gente, haya preferido lo que haya preferido en el pasado, es nuestra gente, es nuestro pueblo. Y sin ellos no hay solución.

Pero ha estado ligado de alguna forma a IU durante mucho tiempo, ¿qué sentido tiene una candidatura separada del mayor partido de izquierda?

He colaborado con ellos como asesor de comunicación y he participado en varios procesos de convergencia y refundación a los que me invitaron. Algunos de mis mejores amigos (aparte de mi padre y mi compañera) con los que mejor me entiendo políticamente son militantes de IU. Para mi es fundamental que Izquierda Unida haga suya nuestra iniciativa y entienda que, en momentos de excepción como este, no sólo la audacia sino también la generosidad es muy importante, como escribía ayer un buen compañero de IU.

Queremos convencerles, desde el máximo respeto a su manera de funcionar, de que un sistema que permita la participación de los ciudadanos en la conformación de las listas electorales y en la elección del candidato es una buena forma de empoderar a la gente y que eso es lo que necesita el país: construir mayorías sociales con gente que no vota en los congresos, que no habla como los militantes, pero que son el pueblo que debe gobernar. Comprendo que sus tiempos y sus dinámicas pueden ser una dificultad pero ojala tomen en consideración nuestra propuesta. Lo que estamos proponiendo es básicamente un método y una voluntad: que las listas electorales de la alternativa al régimen y por la soberanía sean el resultado de la participación directa de la gente. Creo que buena parte de su militancia lo está deseando.

En la izquierda se han defendido los liderazgos colectivos, pero ahora usted lanza una iniciativa de corte personalista. ¿Ha roto usted?

«Los liderazgos son herramientas que hay que poner al servicio del cambio democrático» La necesidad de liderazgos, que yo entiendo como personas capaces de comunicar y emocionar, es una prueba de nuestra enorme debilidad. Si la sociedad civil estuviera articulada de verdad no sería necesario que un tipo con coleta le dijera unas cuantas verdades a Marhuenda para emocionar a mucha gente. Pero por desgracia somos débiles y yo creo que no podemos prescindir de nuestra capacidad de emoción. El problema es que si los portavoces siempre se eligen en despachos o en complejísimos procesos internos, es difícil que sepan emocionar. Los liderazgos, además, son herramientas que funcionan si encarnan voluntades ya existentes con las que dialogan, que tocan una tecla que suena bien en muchos oídos. Pero nosotros no queremos oídos, queremos personas activas decididas a dejar de lamentarse o dejar de votar con resignación y dar, con muchos otros, un paso al frente. Los liderazgos son herramientas que, en un momento como este, hay que poner al servicio del cambio democrático.

Muchos desencantados y, también, muchos de los que siguen saliendo a la callen dicen que los partidos tradicionales ya no sirven. ¿Tienen razón?

«No es una candidatura de partido ni un nuevo partido, es un movimiento ciudadano» Ojalá fuera tan sencillo como eso. El problema no es la forma partido en sí (sobre lo que podríamos tener muchos debates académicos) sino los partidos que se convierten en instrumentos de los que nunca se presentan a las elecciones. Muchos de mis compañeros militan en partidos; mi padre ha militado siempre en IU y mi compañera también. Y los partidos de izquierda, al menos en nuestro país, son imprescindibles para que las cosas cambien, pero creo que no se bastan por sí solos y que hace falta algo más. Por eso esta no es una candidatura de partido ni un nuevo partido, sino un movimiento ciudadano: lo que proponemos es un método: que escojan los ciudadanos y no las direcciones de los partidos, saquemos la política de los despachos y llevémosla a las casas y a los barrios.

También hay quien piensa que el problema son los políticos y que otro «político» no es la solución ¿qué les diría?

«Dejar la política en manos de la casta profesional es un suicidio» Que dejar la política en manos de la casta profesional es un suicidio, como se ha demostrado. Porque se venden a los que más tienen y se ponen a su servicio para robarnos, para dejarnos sin derechos, para subastar el país a trozos hipotecando nuestro futuro y el de nuestras familias. Tenemos un país que recuperar y para eso hace falta toda la gente que lo pone en marcha, no la que lo regala. Sin esa gente, esto no tendrá sentido. Sin esa gente y su protagonismo que asegure que no pierde el poder del voto al echar una papeleta en la urna.

Los que estamos valorando aceptar el reto no podemos ni queremos hacerlo solos y solas. Somos profesionales, parados, gente de la universidad, autónomos y trabajadores, que necesitamos a gente como nosotros, para convertir el hartazgo y la indignación en fuerza, para ir al Parlamento Europeo a defender que la Unión Europea o es para los ciudadanos y los pueblos o es una estafa, que la deuda es un negocio para unos pocos que está desangrando al sur de Europa, y que asfixiando a la gente no se va a salir de la crisis, sino al revés: confiando en ella.

Fuente: http://www.publico.es/politica/495300/pablo-iglesias-en-situaciones-excepcionales-no-vale-con-hablar-hay-que-comprometerse