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Encrucijada económica, política y social en Colombia

Fuentes: Rebelión

La realidad colombiana es absolutamente lo contrario de lo que pregonan los usufructuarios del poder político y económico: el desempleo crece al igual que la precariedad salarial, la pobreza, el subdesarrollo y la criminalidad.

Da grima escuchar a los opositores del jefe del actual gobierno y a sus secuaces y cómplices, burócratas y empresarios oportunistas, codiciosos de lo público, ávidos de las canonjías del poder, pontificar sobre las condiciones y perspectivas del desarrollo y el futuro nacional y especular, tergiversar y engañar sobre la situación socioeconómica nacional.

Según esos agoreros sesgados y perversos, Colombia es un referente político y social a imitar, en el continente y el planeta. Pero, a pesar de lo que vociferan, Colombia mantiene y profundiza la mayor inequidad socioeconómica de la región y es la sexta en el planeta.

Así se tipifica y camufla el desastre socioeconómico y político nacional y así se garantiza la generación de los estados de inseguridad, criminalidad, impunidad, corrupción y desgobierno que padece Colombia y que justifican la protesta social ante la amenaza apocalíptica del futuro nacional.

La realidad es absolutamente contraria a lo que pregonan los gremios económicos y usufructuarios del poder político y económico: el desempleo crece igual que la precariedad salarial y la pobreza. De la población que dispone de trabajo, más del 62% están en la informalidad, el rebusque y de ella, más del 50% gana menos de un salario mínimo. Pero el contubernio de la extrema derecha empresarial y política, quieren imponer el trabajo por horas y regatear el salario mínimo, negar las reformas socioeconómicas presentadas por el gobierno, para aumentar la informalidad y aumentar la acumulación de capital de los empresarios y dueños de la riqueza en el país.

Para ello cuenta con los viejos cacique frustrados como Vargas Lleras (coscorrón), Cesar Gaviria, Juan Manuel Santos y el campeón indiscutible de los beneficios de la impunidad, Uribe Vélez, entre muchos otros, viejos liberales y godos que acechan la burocracia y el botín de lo público.
Estadísticamente se sabe que más del 60% de profesionales universitarios trabaja en áreas que nada tienen que ver con su formación académica, con salarios que no superan dos salarios mínimos. Más expresiones del desastre nacional.

Mientras crece el desempleo y el subempleo, crece la importación de alimentos y productos que se pueden producir en Colombia y pueden asegurar la generación de empleo, mediante políticas de estado que protejan los intereses nacionales.

El déficit endémico de la balanza de pagos y el apocalíptico endeudamiento externo, obedece a la sustitución de la producción nacional, por importación extranjera y al raquítico desarrollo nacional. Este evitable desastre, presiona la privatización del patrimonio público y el abandono de la producción y suministro, por parte del estado, en sectores estratégicos, como los de servicios públicos, educación, salud y productos agrícolas de consumo masivo.

La salud, el régimen la convirtió en un criminal negocio, entregado a la anarquía administrativa impuesta por la codicia y la inmoralidad de los nuevos dueños del sucio negocio. El capital transnacional.

El sector educativo, el régimen permitió se convirtiera en un descarado negocio privado destinado a acumular de capital. Además propició que la educación pública, cayera en las garras de la politiquería y de los delincuentes de cuello blanco, salvo algunas excepciones.

Esa es causa de la pésima calidad de la educación, en todos los niveles y catalizador del malestar social.

El sector eléctrico, más del 70% esta bajo el dominio del privado. Igual sucede con el sector vial, especialmente de los corredores viales de alto volumen de tráfico, con el agravante que el gobierno permite que el privado imponga los precios y le garantiza el éxito del negocio, mediante leyes especiales (ley 1882, art.20-2017). Todo absoluto desastre.

El usuario vial de hoy y las generaciones futuras, como en una dictadura, pagando peajes leoninos impuestos por los contratista-concesionarios.
La construcción y mantenimiento de la infraestructura vial, en Colombia cuesta dos y tres veces más que en el resto del continente. Comparen costo/kilómetro de los metros de Lima y Quito (dados al servicio en la década 2010) con los costos del contratado para Bogotá.

¿Es un desastre lo que padece Colombia? Desconocerlo e encubrirlo es insensato.

Con la pasividad y desaciertos sistemáticos del actual gobierno, y la mediocridad de sus inmediatos colaboradores, como lo están demostrando, sin duda se profundizará la problemática nacional. Desafortunadamente, las decisiones que toma apuntan al fracaso económico-político-social, como lo acaba de demostrar con los anuncios sobre Reforma al Sistema Educativo nacional y al inconsecuente tratamiento que trata de imponer, para la solución del conflicto social y político.

Parece que no logra valorar en sus justa dimensión, la realidad nacional ni logra visualizar e imaginar un futuro mejor para los colombianos.
Es un imperativo analizar detalladamente las causas de las real problemática socioeconómica y social nacional, palpitante en todos los sectores del desarrollo nacional.

La incoherencia del contenido del discurso, aunque aplaudido, parece sugerir ausencia de conocimientos y al mismo tiempo, desconocimiento de la realidad económica, fiscal, social y política de Colombia.

Con solo comprometerse y cumplir con la sustitución de importaciones de alimentos, producidos en el exterior, mediante políticas de estado e impulsar la producción nacional, se podría, en cuatro años, reducir el desempleo, y mejorar los ingresos de muchos hogares colombianos.

Esas decisiones hacen posible comenzar a reducir efectivamente, las tensiones socioeconómicas, de los sectores de menores ingresos. El hambre no se resuelve con promesas, autoritarismo, ni con paños de agua tibia. Se resuelve comiendo.

Pero deben ser conscientes, que se requiere de productividad y calidad y que para alcanzar ese objetivo, se requiere cultivar tierras en las que se pueda usar la tecnología y la ciencia. He ahí el problema. Se necesita Reforma Agraria Integral. Esto no debe asustar a nadie. Importa el futuro socioeconómico de la nación.

Recordemos que desde la independencia (1810), Colombia ha padecido la irresponsabilidad y mediocridad de 118 presidente y que en términos generales, cada uno resultó peor que el anterior.

Las manifestaciones discursivas, de la interpretación de la problemática socioeconómica, fiscal, institucional y del rezago científico y tecnológico, que hace el actual presidente, puede asumirse correcto. Esta fallando en la formulación y desarrollo de las soluciones. Esto es patético en el manejo de la crisis de combustibles, la formulación de la transición energética, en las respuestas a la inseguridad ciudadana y la criminalidad.

Respecto a la criminalidad e inseguridad ciudadana, la única solución viable es la declaración de la Emergencia Nacional desastre en Inseguridad Ciudadana. Pero, bajo ningún pretexto y justificación, ofreciéndole pagos mensuales al delincuente para que no delinca.

Respecto a la oposición de la extrema derecha y gremios económicos, enemigos del desarrollo nacional, tiene a su disposición la Ley de Mecanismos de Participación Ciudadana, para impulsar Iniciativas de Leyes Ciudadanas, con la participación del Constituyente Primario.

El pueblo, todas las colectividades segregadas por el poder de las élites (más del 80% de la población), debe movilizarse y el gobierno debe facilitarles los recursos necesarios, para lograr la aprobación de las reformas socioeconómicas, institucionales y jurídicas que permitan la reconstrucción integral de la nación, cuando el Congreso las deniegue caprichosamente.

¿Alguien le podrá hablar al actual presidente, en términos como los que esbozo aquí?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.