Recomiendo:
0

El plan de creación de empleo de Izquierda Unida

Entre el reclamo electoral y el fiasco

Fuentes: Rebelión

Coincidiendo con el reconocimiento de Rajoy de que acabarán la legislatura con el 26% de paro (700.000 parados más que cuando asumió) y una deuda pública del 100% del PIB, el PSOE e Izquierda Unida han presentado sus respectivos planes económicos. El plan del PSOE es propio del partido que pactó con el PP la […]

Coincidiendo con el reconocimiento de Rajoy de que acabarán la legislatura con el 26% de paro (700.000 parados más que cuando asumió) y una deuda pública del 100% del PIB, el PSOE e Izquierda Unida han presentado sus respectivos planes económicos.

El plan del PSOE es propio del partido que pactó con el PP la reforma exprés de la Constitución para fijar que la «prioridad absoluta del Estado» es pagar a los banqueros la deuda pública y sus intereses. Su plan consiste en suplicar a la Troika que permita utilizar una parte de los fondos no usados en el «rescate» de la banca, para habilitar con ellos una línea de crédito de 20.000 millones para las PIMEs con problemas y un fondo de 10.000 millones para «reestructurar» las hipotecas de las familias que ya no pueden pagar, de manera que se evite el impago y «un nuevo rescate bancario en año y medio».

El plan, si así se le puede llamar, se sustenta en la aceptación sumisa de todos los planes de ajuste de la Troika y se supedita a la opinión de ésta, que no se ha hecho esperar, con una pronta descalificación de las míseras propuestas del PSOE. Mientras tanto, Rubalcaba sigue suplicando al PP un «pacto nacional» frente a la crisis. A nadie le extraña, pues, que la credibilidad del PSOE esté a la altura del barro y todas las encuestas lo condenen a la bancarrota electoral.

El plan de empleo de Izquierda Unida

Izquierda Unida (IU) también ha presentado un plan para la creación de empleo. Y como es la gran beneficiaria electoral del derrumbe del PSOE y aparece ante mucha gente como su alternativa por la izquierda, queremos dedicar este artículo a estudiar su plan.

El plan presentado por IU, con un horizonte de tres años, tendría como objetivo sacar del paro en ese tiempo a 3,4 millones de personas. Entre las medidas que propone estarían: un «plan de empleo-formación» en colaboración con los Ayuntamientos, para contratar temporalmente a los parados de larga duración sin ingresos. Esta medida costaría 30.000 millones, la mitad del presupuesto del plan. También hay un programa de «empleos verdes», con planes de reforestación y aprovechamiento forestal y fomento de los techos solares. Desarrollarían asimismo la Ley de Dependencia, contratarían 30.000 maestros de infantil y 20.000 sanitarios y darían subvenciones para rehabilitar viviendas.

Otro eje del plan es el apoyo a la pequeña empresa y autónomos, con una línea de crédito de 40.000 millones, que saldría de préstamos tomados del Banco Central Europeo (BCE) por las cajas rescatadas aún en manos del gobierno.

El texto del plan, más allá de la creación de empleo, recuperaría derechos perdidos y traería mejoras sociales, como derogar la reforma laboral, subir el SMI y la pensión mínima a 1100 euros, medidas en favor de una vivienda digna y el establecimiento de una «Garantía de Seguridad Profesional» (que garantizaría a todos un trabajo, una prestación, formación remunerada o una renta básica).

Ya en el reino de la retórica, el Plan menciona, sin concretar absolutamente nada, la necesidad de «políticas de reparto del trabajo (…) hasta lograr una disminución sustantiva de la jornada (35 horas)». También se refiere, sin salirse un milímetro del terreno de los buenos deseos, a que hace falta «una política de reindustrialización con criterios de diversificación e impulso de la producción de media y alta tecnología».

¿»Programa viable» o reclamo electoral?

El plan señala que, «como es tradicional en IU», sus propuestas son «constructivas (…) viables y solventes». Sin embargo, el plan se refiere principalmente a empleos temporales «no estructurales» y no se apoya en una reorganización general de la economía, comenzando por la industria. En cuanto a la «viabilidad», IU la entiende en función de si las medidas encajan o no dentro de las normas del régimen y de las políticas de la UE y la Troika: si encajan son viables y si no, no lo son. Es una «viabilidad» que condena la lucha a la esterilidad, ya que no hay solución a la catástrofe social dentro de esa camisa de fuerza.

Pero lo más grotesco del asunto es que, aunque Cayo Lara predique su «viabilidad», las medidas del plan, aún siendo limitadas, no pueden aplicarse en el marco del euro y la UE. Izquierda Unida funda la «viabilidad» de su plan en una enorme falsedad: que la Troika está cambiando, al ver que sus políticas «han fracasado» y que, «en este contexto, hay posibilidades de abrir paso a otras políticas».

La cruda verdad es muy diferente: la Troika no se conforma con nada y el retraso de dos años en el cumplimiento del «objetivo de déficit» no es ninguna concesión sino un ajuste temporal obligado en varios países, que debe ir acompañado de «planes contundentes de reformas» en pensiones, cobertura del desempleo, reforma laboral o empleo público. Bruselas y Berlín nunca van a dar el visto bueno preceptivo al plan de empleo de IU. Lo chusco del asunto es que, en lugar de reconocer esta evidencia sobre la Unión Europea, IU persista en «proponer cambios utópicos y proyectos sin fundamento», como critican Pedro Montes y Julio Anguita en su manifiesto «Salir del Euro«.

Sencillamente, no estamos ante un «plan de empleo viable» sino ante un reclamo electoral.

Seguir pagando la deuda y no expropiar la banca

El plan de IU, además (por aquello de la «viabilidad») no cuestiona el déficit público, generado por los pagos de una deuda ilegítima cada vez más enorme, a través de la cual la Troika, compinchada con la banca española, saquea al país, destruye servicios públicos y conquistas y elimina toda posibilidad de creación de empleo. IU, como un Jeremías, se queja que la deuda publica es «impagable en las condiciones actuales», pero su plan excluye reivindicar la suspensión inmediata de su pago a los banqueros y una auditoría pública para castigar a los responsables y mejor justificar su repudio.

Del mismo modo, se «olvida» también de reivindicar la expropiación de la banca privada, que es la que concentra la mayoría abrumadora del crédito y controla las palancas de la economía (y también, por cierto, la que instrumenta el gran fraude de los paraísos fiscales). IU se «conforma» con «reforzar» el papel de la «banca pública» (los restos de las cajas «rescatadas» para su liquidación y venta). Tampoco habla IU de la nacionalización de las empresas y sectores estratégicos. Y, sin embargo, si no se toman estas medidas radicales no hay reparto del trabajo, ni creación de empleo, ni reindustrialización ni reorganización general de la economía.

Por supuesto, tienen el «inconveniente» de que atacan las bases capitalistas, son incompatibles con la pertenencia al euro y a la UE y van de la mano de la lucha por levantar otra Europa, una Europa socialista de los trabajadores y los pueblos. Pero ¿hay acaso otro camino?

Artículo publicado en Página Roja nº 19, publicación mensual de Corriente Roja / Corrent Roig

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.