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Paro magisterial

Entre los afanes de lo reivindicativo y la lucha por cambios estructurales

Fuentes: Rebelión

El Paro de los educadores de mayo de 2015 – recientemente realizado -, merece un análisis que vaya más allá de lo circunstancial. Esa lucha mostró aspectos nuevos que reflejan la evolución no sólo de los mismos trabajadores de la educación sino de la sociedad en general. Esas «cosas nuevas» deben ser identificadas, estudiadas y […]

El Paro de los educadores de mayo de 2015 – recientemente realizado -, merece un análisis que vaya más allá de lo circunstancial. Esa lucha mostró aspectos nuevos que reflejan la evolución no sólo de los mismos trabajadores de la educación sino de la sociedad en general.

Esas «cosas nuevas» deben ser identificadas, estudiadas y asimiladas por los sectores más avanzados del movimiento democrático para así poder ayudar a orientar y a organizar más y mejor, tanto a las bases sociales de ese sector de los trabajadores como a todas las fuerzas comprometidas con las transformaciones que requiere la Nación.

Antes de avanzar en el análisis, es importante detallar brevemente los resultados materiales de ese movimiento. Hacía ya 14 años (2001) que los maestros y profesores colombianos no se movilizaban con la fuerza y la contundencia como lo hicieron. La beligerancia, alegría, entusiasmo y creatividad desplegada en todas las actividades realizadas, da muestra de la conciencia que existía de la justeza de sus reivindicaciones salariales, mejoramiento de los servicios de salud y contra un sistema de evaluación de tipo fiscalista y totalmente discriminatorio. Fue evidente también la presencia de fuerzas jóvenes del magisterio que han entrado en la escena de la lucha popular y le colocan sangre nueva.

Ese es un activo que no se puede despreciar y que – al contrario – se constituye en el principal elemento a resaltar. Pero también, se puede decir que los resultados de la negociación, así parezcan reducidos o limitados frente a las expectativas generadas por la misma lucha, son importantes y pueden considerarse como un triunfo relativo. El porcentaje conseguido en la nivelación salarial y haber logrado transformar el sistema de evaluación, pasando de un examen automático de las competencias a una valoración integral del desempeño del docente, pareciera que son conquistas de máxima importancia.

El problema que se presenta en este tipo de luchas, cuando muchos participantes lo hacían por primera vez, es que se quiere conseguir todo de una vez como si la lucha se limitara a una sola batalla y se pudiera lograr el 100% de los objetivos. Eso sucede siempre con los «ejércitos» jóvenes. Es seguro que se cometieron algunos errores pero no se puede calificar como traición el comportamiento de los dirigentes negociadores. Una vez las bases vayan valorando lo conseguido y se realicen evaluaciones serenas, se podrá entender que ésta es una de las primeras batallas de los «nuevos proletarios del siglo XXI» en Colombia.

Estas luchas van a ser continuadas por nuevos contingentes de trabajadores – los denominados «profesionales precariados» o el «Nuevo Proletariado Cognitariado» – que tomará ese ejemplo de lucha para agremiarse e impulsar procesos de organización más amplios, con nuevas formas organizativas, con una visión más política, que cuestione la esencia no sólo de la explotación de su trabajo y de la naturaleza de la educación que se ha impuesto en el mundo al servicio del gran capital, sino que empiecen a cuestionar el modelo en su conjunto y a pensar en transformaciones estructurales de toda la sociedad.

Los inconformes con el acuerdo y los dirigentes de FECODE, deben educar a sus bases y hacerles ver que solo con sus fuerzas sectoriales no podían romper la lógica presupuestal que ya tiene asignados unos rubros específicos de recursos económicos y financieros para la educación. Igualmente, deben hacerle entender al conjunto de la comunidad educativa que tienen que juntarse con otros sectores productivos y sociales – campesinos, indígenas, obreros, educadores del sector privado, profesionales en condiciones de precariedad laboral, habitantes de barrios, etc. – para obligar al gobierno aumentar los presupuestos de inversión social no sólo para educación sino para salud, servicios públicos, apoyo al sector agropecuario y desarrollo de procesos de transformación de nuestras materias primas.

Los educadores, estudiantes y padres de familia deberán levantar reivindicaciones que cuestionen la esencia de las limitaciones presupuestales del gobierno, que efectivamente en este momento son una realidad por efecto de las políticas económicas que han centrado el desarrollo del país en la explotación petrolera y minera. Así, tendrán que proponerle al conjunto del movimiento social y popular que el gobierno eche mano de la única fuente que se tiene a la vista y que ya ha sido usada por los gobiernos de los países vecinos: la re-negociación de los contratos con la empresas transnacionales petroleras y mineras, la aplicación de impuestos no solo sobre la producción como ocurre en Colombia sino sobre las ganancias de esas empresas, y la renegociación de la Deuda Pública (externa e interna).

Solo así el gobierno va a tener los recursos económicos con que satisfacer las graves necesidades represadas. Si el movimiento en vez de concentrarse en recriminaciones y justificaciones internas potencia el esfuerzo que se acaba de hacer, podrá continuarlo con luchas de mayor cobertura, no ya solos ni por intereses sectoriales, sino al lado de amplios sectores sociales que, al igual que los educadores del Estado, tienen innumerables motivos para organizarse y movilizarse contra la políticas neoliberales y la entrega de nuestros recursos al gran capital.

Sobre aspectos puntuales del Paro magisterial

Toda lucha debe ser evaluada para aprender de ella. Sólo señalaré algunos aspectos que considero pueden haber sido «errores», que deben analizarse con mayor detalle, no tanto para utilizarlos para descalificar a los dirigentes y los resultados de la lucha, que como afirma un dirigente de FECODE [1] le hacen el juego al gobierno que quiere «convertir un triunfo en derrota», sino para cualificar la lucha y elaborar lecciones aprendidas.

– Tiempos y flujos del movimiento: Es claro que en el momento de la negociación y concertación de acuerdos, el «umbral de lucha» del movimiento magisterial no se había agotado y por el contrario la lucha estaba en pleno ascenso. El gobierno se avivó y los negociadores no diseñaron mecanismos para hacer coincidir el «umbral más alto» con el momento de llegar a acuerdos con el gobierno. De allí la reacción emocional de muchos sectores de las bases que aspiraban a derrotar plenamente al gobierno, especialmente a la ministra Parody, mucho más cuando en forma totalmente errada se pidió la cabeza de esa funcionaria (destitución o renuncia), por su comportamiento agresivo y desafiante que enervó al grueso de los educadores y en alguna medida fue el combustible de la efervescencia combativa de los huelguistas.

– La estrategia y la táctica: El gobierno hábilmente cedió a negociar cuando se dio cuenta de que había una enorme inconsistencia entre la «negociación con la guerrilla en medio del conflicto armado» y la negativa a negociar con los maestros huelguistas. Ofreció el porcentaje de 12 puntos utilizando al Defensor del Pueblo y los negociadores de FECODE se bajaron creo, muy rápidamente, en sus expectativas, llegando al16%. Eso le permitió al gobierno ganar la iniciativa y se centró en el tema de la evaluación para presionar a los dirigentes. A la larga, continuar con un cese de actividades que perjudicaba a millones de estudiantes por una diferencia de 4 puntos en la nivelación salarial, cuando el tema de la evaluación había logrado importantes avances, podría haber colocado en gran desventaja a los educadores frente a la opinión pública y por tanto, las condiciones para seguir en paro no serían las mejores. De seguir en esa dinámica les hubiera podido pasar lo que le ocurrió al sindicato de ASONAL Judicial, que no aprovecharon el momento ideal para negociar y después terminaron divididos y debilitados. Pienso que la decisión fue acertada, sin ocultar ciertos errores de cálculo y medida que a veces es fácil prever desde afuera pero que es muy difícil de calcular en medio de las tensiones propias de un movimiento de ese tipo.

– Comunicación y salida del paro: Los dirigentes magisteriales que he consultado son conscientes que el gobierno les tendió una «trampa mediática» para causar el desorden y la división, y que los negociadores no lograron avizorar el impacto que iba a causar entre las bases movilizadas ese juego informático de anunciar el levantamiento del paro sin que efectivamente la Junta Nacional lo hubiera aprobado. Ello quiere decir que las condiciones y garantías para el manejo de los medios de comunicación deben ser negociadas de antemano con el gobierno o contrapartes porque – como lo demostró esta experiencia -, hoy es un aspecto fundamental para validar los éxitos o los fracasos.

Conclusión

Los trabajadores de la educación deben empezar a entender que son parte del Nuevo Proletariado que trabaja con la cabeza y el cerebro, que su herramienta es el conocimiento y la información, y que los «productos» que ofrece son otros trabajadores calificados que son absorbidos por el mercado del trabajo. La industria de la educación es un hecho, ya no es siquiera un servicio, sino un negocio que ofrece inmensas ganancias a los inversionistas.

El hecho de que sean trabajadores del Estado no los libra de ser parte de ese mercado y de esa lógica productiva. Por ello, la lucha de los educadores colombianos debe re-pensarse y planificarse con nuevas miradas, más globales, menos estrechas, más políticas, en donde sus intereses confluyan con los de la mayoría de la población, en donde la gente no los vea como unos privilegiados frente a otros trabajadores o sectores sociales.

Si la evaluación que se debe estar haciendo supera los estrechos límites de lo gremial-reivindicativo y, a la vez, se evita que esa estimación se limite a fundamentar las luchas intestinas que existe entre los grupos políticos que aspiran a desalojar a sus contradictores de la dirección del gremio, es muy seguro que los maestros van a hacer unos aportes muy importantes a los trabajadores y al pueblo colombiano para profundizar las luchas contra el modelo neoliberal capitalista, y esas contribuciones podrán ser un insumo para derrotar las elites dominantes a las que no les interesa una educación pública al servicio de la Nación sino que aspiran a profundizar la lógica del mercado en ésta área vital para el desarrollo de la sociedad.

Nota

[1] Miguel Ángel Pardo. «No convertir un triunfo en derrota»: http://www.renovacionmagisterial.org/portada/%C2%A1%C2%A1no-convertir-un-triunfo-en-una-derrota