México, DF.- Luis Hernández Navarro (1955) está por abordar un avión a Europa para presentar la edición italiana de Sentido contrario (La Jornada, 2007). El libro consta de 350 páginas, divididas entre 43 personajes de la Izquierda contemporánea. Algunas historias en Sentido contrario son: La otra gringa (May Brooks); Atenco: raíz y razón […]
México, DF.- Luis Hernández Navarro (1955) está por abordar un avión a Europa para presentar la edición italiana de Sentido contrario (La Jornada, 2007). El libro consta de 350 páginas, divididas entre 43 personajes de la Izquierda contemporánea.
Algunas historias en Sentido contrario son: La otra gringa (May Brooks); Atenco: raíz y razón (José Enrique Espinoza); Dotar de conceptos a la ira (Noam Chomsky); Don Pablo (González Casanova); Las fuentes del nuevo pensamiento indio (Floriberto Díaz); Leer las noches, nombrar las estrellas (Subcomandante Marcos); Chiapas el estado de la chingada (Comandante Ramona, Amado Avendaño y Antelmo Robledo); Elogio a la intransigencia (Rosario Ibarra de Piedra); Campesino, motociclista y poeta (John Berger); Una protesta con sabor a Roquefort (José Bové); Biografía de una lucha (Evo Morales); El periodista incómodo (Robert Fisk); El ciudadano de la venganza organizada (Paco Ignacio Taibo II); El viajero a Ítaca (Edward Said); El cantor de Babel (Manu Chao); Esperando a los nuevos bárbaros (Manuel Vázquez Montalbán); Elogio a la resistencia (Tomás Segovia) y El sonido de la hierba (Juan Bañuelos).
Autor de Chiapas: la guerra y la paz y Chiapas; coautor de: Autonomía y nuevos sujetos sociales del desarrollo rural (con Carlota Botey y Julio Mogel); Acuerdos de San Andrés (con Ramón Vera) y Las luchas magisteriales 1979-1981 (con Francisco Pérez Arce). En entrevista exclusiva para El Clarín.cl Luis Hernández Navarro, sugiere algunos conflictos por ser Coordinador de Opinión en La Jornada; ambas casas editoriales Clarín.cl y Jornada.unam.mx firmaron un convenio como medios de información asociados. Así compartimos con nuestros lectores de Chile y México el perfil editorial en Sentido contrario.
MC.- ¿Cuánto tiempo le llevó preparar los retratos hablados de Sentido contrario? Entre elegir, redactar, editar e investigar ¿qué fue lo más complicado?
LHN.- Hay allí historias que tienen más de diez años desde que comenzaron a ser trabajadas. Algunas otras eran parte de otro libro -no terminado- sobre el movimiento contra la globalización neoliberal. El trabajo intenso de redactar y revisar me tomó alrededor de año y medio. Lo más complicado fue el trabajo de marquetería: convertir los trozos en un todo coherente. Esto es, tratar de que la aparición de los personajes no fuera un hecho caprichoso. Espero haberlo logrado. El segundo elemento de complejidad fue el escoger la voz con la que debía ‘dibujar’ cada uno de los retratos hablados que aparecen en el libro. Varios capítulos fueron reescritos usando distintas voces hasta que creí haber encontrado la que mejor explicaba quienes eran. Evité -salvo en unas cuantas excepciones- el uso de la primera persona.
MC.- Si reeditara su libro y el destino le hubiese permitido ¿los entrevistaría a todos formalmente? ¿Está conforme con su metodología de la aproximación humana, desde una narrativa y crónica periodística?
LHN.- Con todos los personajes he tenido largas conversaciones -reales o imaginarias-, aunque no los conozca a todos personalmente. Son mis amigos -aunque no lo sepan-. Me han acompañado a lo largo de los años. A muchos de los que han muerto los extraño. Por supuesto que, si pudiera hacerlo, me encantaría hablar con todos ellos para preguntarles cosas sobre sus vidas. A la hora de realizar sus retratos hablados utilicé entrevistas directas que les hice, la revisión de sus obras, las conversaciones que sostuve con ellos y con gente cercana y materiales escritos elaborados por otras personas. La redacción fue parte de un ejercicio de la memoria, de escudriñar en el baúl de mis recuerdos lo que he vivido con ellos y con sus obras.
MC.- Don Pablo González Casanova lo corrigió de la idea para bautizar su libro como «santoral laico» de la Izquierda, a pesar del consejo, el subtítulo de su libro es «Vida y milagros de rebeldes contemporáneos» ¿En estos días es un milagro ser congruente y de Izquierda?
LHN.- Estamos saliendo de una época especialmente difícil para la izquierda. El ‘TINA’ (There is no alternatives) de Margaret Tatcher caló hondo en las generaciones crecidas después de la caída del Muro de Berlín, y provocó la proliferación de un sentido común cínico, acomodaticio y conformista. Hubo quien se creyó realmente que el mercado era una escuela de virtud, y la solidaridad y cooperación valores fuera de moda. Resistir en esas condiciones no resultó una empresa fácil. Afortunadamente, los aires soplan hoy en otra dirección. Lo sucedido en América Latina, el Zapatismo, el movimiento altermundista, la oposición a la guerra han renovado la esperanza de que el mundo puede ser cambiado por la acción humana
MC.- ¿Ha recibido comentarios de algunos de sus protagonistas después de impreso el libro?
LHN.- Sí, he recibido comentarios de varios de ellos, en la mayoría de los casos de agradecimiento. Algunos, incluso, como Pablo González Casanova o Juan Bañuelos, han presentado el libro.
MC.- He tenido la oportunidad de asistir a tres presentaciones de su libro, en tres foros diametralmente opuestos ¿Con cuál se queda? o mejor dicho ¿con qué se queda de cada plaza? ¿FIL Guadalajara? ¿FIL Minería? ¿Casa Lamm? y ¿Ecatepec?
LHN.- Se han hecho, hasta ahora, cinco presentaciones. Además de las cuatro que menciona, está la realizada en una librería en Puebla. Todas han tenido un público diferente. En Ecatepec, por ejemplo, asistieron muchos profesores democráticos y organizadores sindicales independientes. A la Casa Lamm, fueron organizadores campesinos, ex guerrilleros, personalidades como Rosario Ibarra de Piedra. En Puebla estuvieron presentes un buen número de compañeros de la otra campaña. Cuando el libro apareció desconocía si una material así podía encontrar lectores y, en caso de haberlo, si el material les podía decir algo. Me ha conmovido la generosidad de los presentadores, personas todas a las que quiero y respeto mucho. Me ha sorprendido encontrarme en las presentaciones lectores regulares míos, que van a conocerme en persona, y que hacen el esfuerzo por comprar el libro. Me ha halagado la petición recurrente de que escriba una segunda parte y las sugerencias de quién debe estar allí, muchos de ellos desconocidos para mí. Ahora que acaba de aparecer la edición italiana, me entusiasma que el material tenga sentido más allá de México e Iberoamérica.
MC.- Además de Antonio Palós ¿Qué personajes históricos de nuestra Izquierda mexicana hicieron falta en su libro?
LHN.- Antonio Palós no forma parte del libro. Lo he citado como ejemplo de los muchos que no está en sus páginas. Su biografía completa no se ha escrito aún. Como él, hay muchos personajes, vivos y muertos, sobre los que habría que escribir. Cito algunos: el filósofo Luis Villoro, la defensora de derechos humanos Digna Ochoa, el organizador obrero comunista Mónico Rodríguez, el dirigente campesino brasileño Joa Pedro Stedilé, la luchadora social Benita Galeana.
MC.- ¿Por qué la importancia de Antonio Palós en la guerrilla de Lucio Cabañas? y ¿Considera fundacional la guerrilla de Cabañas para el México en rebeldía?
LHN.- Hollywood derrocha grandes presupuestos y recursos técnicos en producir películas con historias anodinas e insignificantes. Nuestras industrias culturales se han vuelto sus imitadores. La biografía de Antonio Palós es un ejemplo de la gran cantidad de vidas apasionantes a la espera de ser contadas, que la moderna narrativa -literaria, fílmica o televisiva- ignoran. Médico de profesión, combatiente contra el franquismo desde el bando republicano con el grado de Coronel, Antonio Palós estudió en la Unión Soviética y se refugió en México. Fue amigo del general Alberto Bayo, instructor militar de Fidel Castro en Tuxpan, Veracruz. El Che Guevara le obsequió un ejemplar de su ‘Guerra de Guerrillas’. Antonio Palós llegó a Atoyac en la década de los setenta. Allí trabó amistad con Lucio Cabañas y con Serafín Núñez. El dolor lo desgarró cuando un hijo suyo murió como resultado de un accidente con arma de fuego, sin poder hacer nada para salvarlo, a pesar de ser doctor. Asistió a los heridos de la masacre de 1967, que es uno de los antecedentes fundamentales del Partido de los Pobres. Asesor militar de Cabañas, le regaló dos pistolas Star calibre .22, y dos ametralladoras 30 M1. Fue médico de la guerrilla. Cuando en 1974 tuvo que huir de Atoyac rumbo a Venezuela como resultado de la represión, tomó un puñado de tierra y lloró. La guerrilla de Lucio Cabañas es fundamental para entender la resistencia campesina en México. Su figura está viva en una parte muy importante de los modernos rebeldes mexicanos.
MC.- Usted juega con la metáfora de recorrer un carril en Sentido contrario ¿la idea le llegó siendo Coordinador de Opinión en La Jornada? ¿Cómo dirige la fluidez del tráfico ante el inmenso número y valor de los intelectuales que colaboran en la sección Opinión?
LHN.- El nombre original del libro era ‘Retratos Hablados’. El escritor Paco Ignacio Taibo II, uno de los personajes que aparece en sus páginas, me sugirió cambiarlo. Ramón Vera, el editor del libro, estuvo de acuerdo. De allí nació la idea de darle ese nombre. Coordinar las páginas de Opinión de La Jornada es siempre complejo. Supongo que es igual en cualquier medio escrito. Recibo diariamente una gran cantidad de artículos que merecerían ser publicados para los que no hay espacio. Es un periódico matutino, que tiene que privilegiar la información. Decir que no a esas propuestas de colaboración provoca inevitablemente enfados. Además, muchos de los escritores regulares necesitan escribir artículos más largos de lo que cabe en un periódico escrito. Reducir el tamaño de esas colaboraciones es siempre complejo. Finalmente está el problema de poder compaginar los intereses de los escritores con los problemas que a La Jornada le interesan que sean abordados. Todo ello provoca que, en ocasiones, se produzcan accidentes de tráfico.
MC.- Junto al editor de Ojarasca, Ramón Vera, preparó el libro: Acuerdos de San Andrés (Ediciones Era) después del Foro Nacional Indígena ¿volteó su mirada a otras comunidades de pueblos originarios? ¿Tiene antecedentes de la situación mapuche? ¿En México estamos lejos de que a los indígenas les apliquen una Ley Antiterrorista como ocurre en Chile?
LHN.- He trabajado con pueblos indígenas desde hace muchos años. He acompañado sus luchas y sus procesos organizativos, especialmente los relacionados con la apropiación de sus procesos productivos, pero en ninguna de ellas he aprendido tanto como el proceso de paz de San Andrés. Fue una experiencia intensa y rica. He estudiado un poco las luchas indígenas en América Latina, sus debates internos, las reformas constitucionales que han reconocido sus derechos. La experiencia mapuche me parece, simultáneamente, apasionante y dramática. Es una lástima que no se conozca más de ella en el continente. En el «Informe Tendencias globales 2020», del Consejo Nacional de Información de Estados Unidos se dice: ‘En el inicio del siglo XXI, existen grupos indígenas radicales en la mayoría de los países latinoamericanos que en 2020 podrían crecer exponencialmente, obteniendo la adhesión de la mayoría de los pueblos indígenas… Estos grupos podrán establecer relaciones con grupos terroristas internacionales y grupos antiglobalización…’ Sobre advertencia no hay engaño. La acusación de terrorismo sobre nuestros pueblos en México es sólo cuestión de tiempo.
MC.- Finalmente ¿Me acepta un reproche? ¿Por qué no está Salvador Allende justo cuando en 2008 celebraremos su Centenario? En definitiva ¿Habrá un segundo tomo de Sentido contrario?
LHN.- Le acepto el reproche. Admiro a Salvador Allende, creo que hay que reivindicarlo, pero que podría decir yo de él, que no esté ya dicho. No sé tanto sobre él como para proponer una nueva lectura de su vida. Sí, habrá un segundo tomo de Sentido contrario. Eso espero, al menos.
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