Una barriada ocupada en la periferia de Gasteiz se ha convertido en la isla energética más grande de toda Euskal Herria
Fábricas a un lado y hectáreas de hierba al otro, tránsito de bicicletas y pocas personas a pie. Más adelante, unas rotondas que marcan la salida de Gasteiz. Tomando una de éstas a la derecha, una carretera sin apenas movimiento; 200 metros más adelante la primera de muchas fachadas con murales y el lema «You are now entering free Errekaleor», emulando al barrio Bogside de la irlandesa Derry. Es Errekaleor, uno de los barrios ocupados más grandes de Europa.
Para entender la historia de esta singularidad alavesa y vasca merece echar la vista atrás. En la década de 1950, la población gasteiztarra prácticamente se duplicó debido a la expansión industrial de la ciudad y fue en ese contexto cuando se levantó una urbanización destinada a parte de esas personas trabajadoras. Un barrio que inicialmente se llamó «Un mundo mejor» y que años después tomó el nombre de «Errekaleor» (Río Seco) por el río que pasa por debajo de las casas.
De ese barrio era, entre otros, Romualdo Barroso, uno de los cinco obreros asesinados el 3 de marzo de 1976 en Gasteiz tras una asamblea obrera en el barrio de Zaramaga. Tenía 19 años. Las vecinas, año tras año y al igual que todo Gasteiz, le recuerdan con un emotivo acto en el cine del barrio, que ahora tiene su nombre.
Fue a comienzos del siglo XXI y coincidiendo con el desarrollo urbanístico del sur de la ciudad cuando se decretó el realojamiento de sus habitantes para la posterior demolición y reconstrucción de Errekaleor. Un realojamiento que las antiguas vecinas calificaron como «estafa». «Me echaron de mi hogar porque necesitaban derribar el barrio y no lo han hecho», denuncia Gabriel García, que residió con su hijo durante doce años en el barrio.
En septiembre de 2013, un grupo de estudiantes del campus de Gasteiz decidió ocupar el portal número 26. De esta manera, denunciaban los altos precios del alquiler en la capital alavesa y nacía un nuevo colectivo: Errekaleor Bizirik (Errekaleor Vivo). Año a año, el barrio comenzó a tener cada vez más habitantes mientras que el proyecto parecía consolidarse. El actual primer edil de Gasteiz, Gorka Urtaran (PNV), mantenía una postura ambigua afirmando que en el barrio no se podía vivir y más adelante tendiendo la mano a las que allí residían. Sería en el segundo año de vida de Errekaleor Bizirik cuando el barrio sufriría uno de los primeros golpes.
La isla energética
En marzo de 2015, la Policía local cargaba en el barrio para que Iberdrola pudiese cortar la luz. Sería el anticipo del ataque más grande vivido por Errekaleor desde su ocupación, un hecho que llegaría dos años más tarde.
Durante la lluviosa mañana del 18 de mayo de 2017, la unidad de antidisturbios de la Ertzaintza tomaba el barrio para «facilitar» el trabajo de los técnicos de Iberdrola. Técnicos que habían sido llamados por el Departamento de Industria del Gobierno Vasco y que compartían una misma función: dejar a oscuras un barrio entero de Gasteiz. Pero este ataque, paradójicamente, tendría un efecto boomerang a pesar de efectuar el corte de luz.
Más de una docena de conciertos, una manifestación de más de 10.000 personas precedida por 14 columnas sectoriales. La respuesta dada durante las dos semanas posteriores al corte de luz marcó la agenda política y social de la ciudad. Y todavía quedaba el reto más importante: recaudar 100.000 euros para ser la isla energética soberana más grande de Euskal Herria. Tardaron 50 días en llegar a la cifra, pero consiguieron el objetivo con creces: el coopfunding consiguió reunir más de 108.000 euros.
Jon Crespo, militante del barrio, recuerda con emoción aquellos días posteriores: «Conseguimos ganar una batalla, ya que el objetivo de Urtaran era el derribo. La solidaridad y el compromiso lo frenó».
A día de hoy, Errekaleor es autosuficiente en lo que a energía se refiere. Un total de 270 placas suministran electricidad al barrio con una máxima producción de 70Kw. ¿Hubiese sido esto posible sin la intervención de la Policía Autonómica Vasca? Pese a pasar meses sin luz, con frío y una amenaza de derribo constante, el proyecto sigue creciendo: 120 personas residen a día de hoy en el barrio, dos de ellas han nacido en él y hay un total de siete niños y niñas.
Gota a gota
A día de hoy es difícil conocer todos los proyectos en profundidad con una simple visita guiada. Llama la atención una inmensa huerta situada en la zona sur del barrio. Preguntando a nuestro anfitrión de qué modo consiguen mantenerla día a día, éste le da máxima importancia al hecho de que sea gestionada por personas que vienen desde fuera del barrio. Es decir, una huerta de uso comunitario que supera las fronteras de Errekaleor en el ámbito humano.
Otra herramienta que también atrae «forasteras» es la imprenta popular instalada en los bajos del centro social del barrio. A pesar de haber estado en stand by debido al corte de luz, media docena de máquinas hacen posible que los colectivos, a precios populares, puedan sacar sus carteles, octavillas o dossieres.
La panadería también ha funcionado a trompicones debido a la falta de suministro eléctrico. A pesar de ello, han conseguido repartir pan artesano por todo Gasteiz y ahora pretenden hacer un horno de leña.
Pero por encima de todo es la cultura la que florece en cualquier zona del barrio. Un bloque, un mural; entre ellos los de artistas conocidos como el italiano Blu o el valenciano Escif en la cara sur. En la zona norte, otro mural resume el espíritu de Errekaleor: «Auzo Boterea» (poder de barrio).
Diferentes artistas han conseguido poner en marcha un local de ensayo para grupos locales tras meses de trabajo. Y uno de los sitios en los que podrán actuar es el propio gaztetxe de Errekaleor, la antigua iglesia convertida en el lugar de ocio y de debates políticos.
Una utopía hacia dentro y fuera
En septiembre se cumplirá un lustro desde esa primera entrada al bloque 26. Un lustro que ha servido para crear y desarrollar alternativas. Pero «queremos más», nos dicen nuestros anfitriones. Es por ello que ya tienen diversos objetivos en sus cabezas.
El hecho de que Errekaleor se encuentre en la periferia de la ciudad hace que uno de los principales retos sea el de la «permeabilidad con el resto de colectivos de Gasteiz», explica Crespo. Una opción para ello está siendo la dinámica OkupaTU Gasteiz en la que cuatro colectivos de la ciudad comparten aniversarios: la radio libre Hala Bedi -35 años-, Gaztetxe de Gasteiz -30 años-, el frontón ocupado Auzolana -diez años- y los cinco años del propio Errekaleor.
El hecho de la «permanencia y perspectiva de vida en el propio barrio» es otro de los grandes objetivos. Diferentes edades, diferentes perspectivas… «No queremos que Errekaleor se ancle en algo juvenil».
A pesar de la dificultad del reto, querrían crear condiciones para emanciparse del mercado actual: desde la alimentación y la energía, pasando por el ocio y los cuidados. «Deberíamos conseguir que la producción autogestionada no se mercantilice dentro del barrio, imperando así las relaciones no capitalistas entre las vecinas», nos dice Crespo.
Con el objetivo de superar la «clásica relación de compraventa», buscan fórmulas no mercantiles de puesta en común de lo producido, para así poco a poco no depender del trabajo asalariado fuera del barrio. Pretenden, de esta manera, construir relaciones entre vecinas en las que «impere el cuidado mutuo y el bienestar común».
La legislatura actual terminará, probablemente, sin la irrupción de las excavadoras en Errekaleor. Las vecinas, por lo menos, están convencidas de que no habrá derribo alguno este año. En cuanto a las relaciones con el Gobierno local que salga de las próximas elecciones de 2019, no cambian su postura: «Seguiremos con la mano tendida a dialogar, pero de Errekaleor no nos moveremos».