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¿Es el modelo económico-social defendido por Mas y CiU el que interesa a los trabajadores catalanes?

Fuentes: Rebelión

Una vez celebradas las elecciones vascas y gallegas, tenemos por delante un mes hasta las elecciones catalanas del 25 de Noviembre. Sin duda veremos crecer la espiral de confrontación dialéctica que algunos sectores fanatizados del nacionalismo español y catalán llevan atizando desde hace años y que han tenido la ocasión de avivar en los últimos […]

Una vez celebradas las elecciones vascas y gallegas, tenemos por delante un mes hasta las elecciones catalanas del 25 de Noviembre. Sin duda veremos crecer la espiral de confrontación dialéctica que algunos sectores fanatizados del nacionalismo español y catalán llevan atizando desde hace años y que han tenido la ocasión de avivar en los últimos meses aprovechando cualquier pretexto , sea éste la gran movilización protagonizada por buena parte de la ciudadanía catalana el 11-S, las burradas del ministro Wert o la conmemoración del 12-O.

Manteniendo la tónica de envolverse en banderas (rojigualda, cuatribarrada, estelada), los bomberos-pirómanos del PP y CiU, con la ayuda de algún que otro quemabosques acercándose al calor de la lumbre, incrementarán -aparte de su habitual caradura política- su ya de por sí extraordinaria capacidad de embrollo y buscarán el aplauso fácil de un público poco exigente capaz de tragarse simplificaciones tan burdas como las de «Cataluña es insolidaria y el independentismo es hermano del terrorismo» (¿no habíamos quedado que cualquier idea expresada pacíficamente es legítima aunque no se comparta?) o «Espanya ens roba» (¿los trabajadores recortados, los parados, los funcionarios agredidos, los que no defraudan a Hacienda…, esos también?) Así que nos esperan cuatro semanas donde florecerán los «patrioterismos» varios, el chauvinismo del «somos los mejores» y el fulaneo de «si yo lo hago mal, tú más», con la claque dispuesta a hacer la ola sea cual sea el desatino puesto sobre la mesa.

Vayan por delante varias matizaciones. Una política: creo en el derecho de autodeterminación de los pueblos y estoy a favor de consultas democráticas para que éstos expresen su voluntad. También considero a la República Federal como el modelo estatal idóneo.

Otra personal: sufrí en carne propia el éxodo rural que nos llevó, junto con centenares de miles de trabajadores pobres andaluces, a Cataluña. Pasé parte de mi infancia en Pallejá, completé mi adolescencia trabajando como repartidor de horchata por el casco histórico de Barcelona, viví las Diadas del 76 -77( «Llibertats, Amnistía, Estatut D’Autonomía») y, aunque retornados en parte, aún hoy sufrimos la fractura familiar y sentimental que supone tener más hermanos y sobrinos en el Bajo Llobregat que en Córdoba. Por tanto, las ideas expresadas están hechas desde la cercanía, la comprensión y el cariño que te da el considerar una tierra como algo en parte tuyo, nunca desde la animadversión o el odio.

Por desgracia y dada la catadura de los contendientes, sorprende poco ver escenificarse otra vez un modelo de comportamiento político que tiene mucho de eterno retorno de lo idéntico: buscar un chivo expiatorio al que poder adjudicarle todas las culpas e imaginar que sin ellos Cataluña y España, España y Cataluña, se convertirían en la Arcadia rediviva, en el mundo feliz soñado.

Y ante esto surge otra pregunta: más allá del número de barras en la bandera, de la lengua y del himno, ¿el modelo económico y social encarnado por Más y Rajoy tiene diferencias reseñables?

Y otra: ¿es la política económico-social que ambos defienden y ponen en práctica la que conviene a los trabajadores españoles o a los trabajadores catalanes?

Por supuesto que hay motivos para mosquearse cuando ultras sin cerebro ridiculizan en tertulias de televisión y radio al catalán o a los símbolos de identidad cultural. Y es útil expresar nuestro rechazo, pero ¿debe esta rabia lógica hacernos perder el norte?

Hagamos la prueba del algodón y elaboremos una lista de los pilares que están siendo agredidos por el gobierno central y catalán. ¡Qué casualidad! Son los mismos: Sanidad, Educación, Servicios Sociales, Infraestructuras…

  • ¿Cuál es el mantra que ambos repiten? Privatización, privatización.

  • ¿A quienes ponen de ministros, consellers o asesores con mando en plaza? A personas con intereses particulares en cada sector, desde grandes empresarios de la industria del armamento a peones de Lehman Brothers, pasando por gestores de la patronal de hospitales privados.

  • ¿A quiénes avasallan y ningunean ambos? A trabajadores de todos los sectores, pensionistas, enfermos, parados, funcionarios, autónomos, estudiantes y pequeños empresarios.

  • ¿Qué están cuestionando con celo (el mismo que no ponen para combatir la corrupción o el fraude)? Cualquier derecho colectivo.

Pasemos la frontera:

  • ¿Qué privilegios defienden? Los de la Banca, la jerarquía eclesiástica, los grandes empresarios, los patrimonios escandalosos.

  • ¿Cómo lo están haciendo? Socializando las pérdidas y privatizando los beneficios, obligándonos a todos – andaluces de cualquier provincia, catalanes de cualquier comarca – a asumir deudas injustas, sacando a la venta con la excusa de la crisis por ellos generada los sectores públicos rentables, convirtiendo la sanidad y la educación en un negocio, no en un derecho…

El tinglado ideológico «popular-convergente» descansa en varios ejes centrales:

  • Mientras pregonan » todos los españoles / catalanes son iguales» practican la variante orwelliana de que a la hora de la justicia y de los derechos, algunos, las élites financieras, «son más iguales o tienen más derechos que otros».

  • Haciendo un delirante remedo de la revolución rusa (multimillonario Warren Buffet: «la lucha de clases sigue existiendo pero la mía va ganando») han invadido medios de difusión ideológicos y mentes con un único axioma: «todo el poder al gran patrón»

La pregunta sobre la conveniencia del modelo patrocinado por Más tiene su espejo en otra similar contestada implícitamente: el modelo defendido por Rajoy y el PP no es el que interesa a los trabajadores españoles.

Los dos modelos que en realidad son uno sólo convienen a los aznares, pujoles, botines y roselles de turno. Nunca a la inmensa mayoría.

En el revival de nacionalismos, centralistas o periféricos vuelven a cobrar vigencia, cánticos que habíamos apartado y recuperan su sentido pleno una estrofa de la Internacional:

La ley nos burla y el Estado

oprime y sangra al productor.

Nos da derechos irrisorios,

no hay deberes del señor…

Un cuarteto de «A las barricadas»:

El bien más preciado es la libertad hay que defenderla con fe y valor.

O los conmovedores versos de Labordeta:

Habrá un día en que todos

al levantar la vista

veremos una tierra

que pongan libertad.

Hasta el lunes 26 de noviembre no sabremos si el órdago planteado por Mas en forma de elecciones anticipadas le saldrá bien.

Sí podemos afirmar ya que sus propuestas mantienen el mismo modelo de sociedad defendido por los «contrincantes» peperos.

También intuir que si se sigue agravando el deterioro en las condiciones de vida de las clases populares catalanas y se corriese el mínimo riesgo de explosión social, automáticamente los sectores que sostienen al PP y CiU limarían asperezas y pedirían – como tantas veces han hecho en la historia- mano dura, ley y orden, anteponiendo sus intereses «de clase» a los intereses de «nación».

Por ello vaticinamos -sin riesgo a equivocarnos mucho- que en una hipotética Cataluña independiente permanecerá al menos un vínculo indisoluble: los nietos de Artur Más y de Mariano Rajoy estudiarán juntos, compartiendo pupitre, en un colegio de élite británico o estadounidense.

Juan Rivera, Colectivo Prometeo y Frente Cívico

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.