El genocidio anunciado en Yemen va tomando forma. El ataque al puerto de Hodeidah encabezado por Arabia Saudí, iniciado hace tres meses, está deteriorando la situación de la población civil al límite. Los bloqueos y las bombas están impidiendo la llegada de comida y fuel en las cantidades necesarias. El país sufre ya la mayor […]
El genocidio anunciado en Yemen va tomando forma. El ataque al puerto de Hodeidah encabezado por Arabia Saudí, iniciado hace tres meses, está deteriorando la situación de la población civil al límite. Los bloqueos y las bombas están impidiendo la llegada de comida y fuel en las cantidades necesarias. El país sufre ya la mayor crisis humanitaria del planeta (75% de sus 29 millones de habitantes necesitan asistencia). Si la situación sigue deteriorándose de esta manera cientos de miles de personas pueden morir de hambre o de enfermedades relacionadas con ello en los próximos meses.
La semana pasada, en Nueva York, Mark Lowcock, el jefe de la ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, advirtió a la Comunidad Internacional sobre la extrema situación que viven los yemeníes. No era la primera vez que lo hacía. Lo había hecho algunos meses atrás cuando comparó la situación en Yemen a la del apocalipsis. Esta vez habló del rápido deterioro que la situación humanitaria está conociendo en las últimas semanas. El año pasado tres millones de yemeníes recibían asistencia humanitaria, ahora la reciben ocho millones. Lo peor para él es que el punto de no retorno de la catástrofe se acerca. «Hay lugares donde la gente ya solo come hojas para sobrevivir», advirtió. «Cuando lleguemos a ese punto de no retorno, y no estamos lejos, nada se podrá hacer», dijo. La lucha contra el hambre estará perdida. Las consecuencias pueden ser dantescas.
Mark Lowcock no es el único que ve la sombra alargada del jinete sombrío del hambre llegando a Yemen. Una crisis humanitaria creada por el hombre. La organización Save the Children, que está trabajando en Yemen, ha dicho que cinco millones de niños están en riesgo de padecer hambre a consecuencia de la guerra. Johan Mooij, el director de CARE en Yemen, en una entrevista concedida al periódico británico The Independent, ha dicho que si el puerto yemení de al-Hodeidah se cierra o no funciona por los ataques de los aviones de combate de Arabia Saudí, en Yemen los alimentos se acabarán dentro de dos a tres meses.
En la guerra de Yemen, como en otras, se han cometido violaciones de los derechos humanos y crímenes de guerra: miles de civiles han muerto en ataques aéreos, muchas veces usando armas prohibidas, se ha torturado a detenidos, se ha violado a personas, ha habido desaparecidos y se han usado niños como soldados. Pero aún con todo, esos crímenes no son lo peor. El mayor crimen cometido es el de convertir a la población civil en objetivo militar. Eso es lo que está haciendo la coalición, a quien ahora sabemos que España apoya.
Hay que recordar que la coalición empezó a bombardear Yemen sin que el país amenazara o agrediera a ningún otro. La crisis que desató la guerra hace más de tres años era un asunto interno que podía haberse resuelto internamente si Arabia Saudí no hubiese actuado como un policía matón e interesado. Un mandato que nadie le ha dado. Ryad y sus aliados no tienen bases legales ni legítimas para castigar al Yemen, el país más pobre de la región ya antes de que se iniciase la guerra.
Este ataque sistemático a la población civil fue desde el principio una respuesta militar a la incapacidad de derrotar a los combatientes huzíes sobre el terreno. La superioridad de los saudíes reside en su indiscutible poder aéreo, que los huzíes intentan compensar con drones y misiles. Por eso los saudíes bombardean una y otra vez a la población civil. Su estrategia es causarle el mayor sufrimiento posible, hasta que exhausta dejen de apoyar a los huzíes. El ataque al puerto de al-Hodeidah por donde entra casi toda la ayuda humanitaria forma parte de la estrategia genocida que intenta derrotar al Yemen por hambre. Una estrategia militar prohibida por las leyes internacionales y por resoluciones humanitarias de las Naciones Unidas.
Evidencia de lo que decimos no falta. Yemen Data Project lleva recopilando información de los lugares y los objetivos de los ataques aéreos de la coalición encabezada por los saudíes desde que empezó la guerra. Se trata de una organización independiente sin interés de lucro, con raíces en las universidades, financiada independientemente y sin afiliación partidaria. En un análisis del carácter de los bombardeos aéreos durante tres años de guerra (26 de marzo 2015-25 de marzo 2018) encontró que la coalición liderada por los saudíes realizó una media de 15 ataques aéreos diarios. Un tercio de ellos tenían objetivos no militares: granjas, mercados, infraestructuras eléctricas e hidráulicas, centros de salud y de almacenamiento de comida.
Naciones Unidas ha denunciado que los saudíes han atacado áreas residenciales, mercados, funerales, bodas, cárceles, embarcaciones, campos de refugiados, hospitales y centros de salud. La última salvajada ha sido la destrucción de un autobús escolar repleto de niños en Sadaa. Precisamente con una bomba inteligente fabricada por Lockheed Martin, similar a las 400 que el gobierno español va a entregar a Ryad. Hay que recordar que Obama paralizó su venta después de que aviones saudíes atacaran un funeral en Sanaa asesinando a 137 civiles, pero parece que Rajoy se comprometió a sustituirlas, incluso dejando al ejército español sin ellas. Trump ha vuelto a autorizar su venta. La entrega ya no es un tema militar, sino político.
Estos ataques aéreos de la coalición con bombas guiadas están dirigidos a paralizar la vida cotidiana de la población. Buscan crear miedo y colapsar la actividad económica. Un saco de harina que antes de la guerra costaba 4.500 riales, ahora cuesta 12.000. El fuel se ha triplicado de precio en Sanaa. Hay informes de que barcos cargados con combustible y otras mercancías no pueden atracar por el cerco que los saudíes han establecido frente al puerto de Hodeidah.
Ahora sabemos por El País (26 de septiembre) que España está apoyando en secreto a la coalición encabezada por los saudíes en esta guerra contra la población civil del Yemen. Lo ha hecho desde el principio, pero lo ha mantenido en secreto. Valientes no eran los del PP. No es una gran sorpresa conociendo los negocios hechos entre los Borbones y los Saud, pero no deja de ser indignante.
España, el año pasado vendió armas a Ryad por un valor de 496,25 millones de euros. Este secreto -bien guardado- de la complicidad de España con criminales de guerra escapó entre las grietas del nuevo gobierno. Después de la masacre de casi 40 niños en Sadaa con una bomba similar a las que iban a ser entregadas, la nueva ministra de defensa, Margarita Robles, fiel a las promesas socialistas, anunció que España dejaba sin efecto el contrato de las 400 bombas inteligentes y anulaba la venta. El Presidente Pedro Sánchez no tardó en descalificarla públicamente, en televisión, aduciendo razones económicas, que ahora sabemos son falsas. Las bombas sí se van a entregar, dijo.
Pedro Sánchez ha decidido continuar con la política de Rajoy por razones políticas. Está ligado a los mismos intereses que Rajoy. Hemos visto cómo protege al Rey Juan Carlos, conocido por su buen olfato comercial con los saudíes. El PSOE muestra una vez más que es una fracción del mismo partido, el PPPSOE. Sánchez tiene que saber, como sabía Rajoy, que al menos un tercio de las bombas entregadas serán disparadas contra la población civil, niños incluidos. Las leyes españolas prohíben la venta de armas a países cuando existen indicios racionales de que se empleen en situaciones de violación de derechos humanos, que como hemos visto es el caso de la guerra del Yemen.
El sistema ha llegado a ser tan disfuncional, en todos los sentidos, que la misma semana en que se perdieron 300 mil empleos de golpe, en un solo día, el gobierno dijo mostrarse preocupado porque se pueden perder 6 mil si no entregamos las bombas que sabemos van a ser usadas contra la población civil del Yemen. Se referían a los empleos creados por la construcción de cinco corbetas que los saudíes han encargado a los astilleros de Navantia en Cádiz. Era sin duda una disyuntiva falsa. El mercado naviero no empieza ni termina con la marina del ejército saudí. Eso sí, tal vez las comisiones se pierdan. El problema que los sindicatos deben enfrentar no es la pérdida de de seis mil empleos, por dolorosos que sean, sino la pérdida de 300 mil. La clase obrera necesita ser consciente de que para resolver sus problemas de empleo debe defender intereses generales, no particulares.
Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/es-espana-complice-de-genocidio-en-yemen/