Catorce mineros del pozo Casares de Tremor de Arriba iniciaron el lunes un encierro indefinido. A las seis de la mañana, con el cambio de turno, ocho de ellos decidieron atrincherarse a 600 metros de profundidad para exigir que se les pague las dos nóminas que el Grupo Viloria les adeuda y para reclamar «que […]
Catorce mineros del pozo Casares de Tremor de Arriba iniciaron el lunes un encierro indefinido. A las seis de la mañana, con el cambio de turno, ocho de ellos decidieron atrincherarse a 600 metros de profundidad para exigir que se les pague las dos nóminas que el Grupo Viloria les adeuda y para reclamar «que el Gobierno arregle la quema de carbón nacional y la situación de la minería». Poco después se les sumaron los siete restantes. El encierro es indefinido, «cómo mínimo hasta mediados de mes, cuando se reúna la comisión de seguimiento del Plan del carbón».
Los compañeros que por turnos de quince permanecen en la bocamina son los que hablan por los mineros encerrados, la mayoría de ellos casados y con hijos y con edades comprendidas entre los 28 y los 48 años. «Es muy triste porque ya son dos meses sin cobrar; es frustrante no poder pagar las letras ni los libros del colegio de tus hijos», comentó uno de los mineros apostados a la entrada del tajo. Todos están apesadumbrados, ven que la minería «no tiene futuro» y consideran que lo que está pasando ahora «tan sólo es el principio». Los vigilantes y los servicios mínimos de la mina también intentan ayudar a los encerrados en Tremor con todo el avituallamiento.
Los huesos sufren.
Éste es el primer encierro para todos los mineros que desde el lunes permanecen en el segundo plano del Grupo Casares. Todos saben lo duro que es y fuera de la mina se recuerdan los años de la marcha negra y los encierros de 1995. «Los huesos comienzan a sufrir desde el segundo día, no ver a la familia duele muchísimo y a los diez días ya comienzan los problemas de neumonías y quistes en el estómago», recuerda un prejubilado, que insistió en que es necesario «tener la cabeza muy bien amueblada porque estás a oscuras todo el día».
Wzesc Law, Lucas, Zenon, Pedro, Constatino Chico, Andrés, Ramón, Sajoakdarius, Agustus, Pedro Leite, José Luis Tafula, Manuel Ramírez, José Antonio Duarte y Ángel Valladares son los catorce encerrados, ocho de ellos de origen polaco. En sus casas sus esposas y sus hijos esperan su regreso, entre ellos, niños de tan sólo 3 años.
En el grupo Casares trabajan un centenar de personas que aún no ha cobrado las nóminas de los meses julio y agosto y los compañeros de los encerrados alaban el gesto, «la iniciativa», que han tenido los catorce porque la situación «tiene mal arreglo»
Fuente: http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=551723