La muerte del policía francés Jean-Serge Nérin por disparos de presuntos militantes de ETA en la pequeña localidad parisina de Dammarie-lès-Lys obliga, antes que nada, a situarla en sus justos términos: primero, no ha sido un atentado, ha sido un encontronazo entre la Policía francesa y ETA que se ha saldado a tiros; segundo, no […]
La muerte del policía francés Jean-Serge Nérin por disparos de presuntos militantes de ETA en la pequeña localidad parisina de Dammarie-lès-Lys obliga, antes que nada, a situarla en sus justos términos: primero, no ha sido un atentado, ha sido un encontronazo entre la Policía francesa y ETA que se ha saldado a tiros; segundo, no es la primera vez que ocurre, ya se habían producido heridos, incluso de gravedad, en media docena de choques registrados entre 1996 y 2009. La diferencia -de gran gravedad, sin duda- estriba en que, en esta ocasión, hay una víctima mortal. Pero el rigor es necesario tanto para poner en contexto los hechos que derivaron en el tiroteo como para valorar las reacciones suscitadas en Euskal Herria y en España -más reposadas en Francia-, la mayoría de las cuales refleja una única obsesión: presionar a la izquierda abertzale, impedir el cambio de ciclo y perpetuar la dinámica de conflicto. Ante esa posición, el espacio independentista coincidía ayer en subrayar que el futuro de este país pasa por avanzar en un proceso sin violencia. Y es precisamente la ilusión que se está generando en torno a ese espacio independentista, alentado o alimentado por la estrategia fijada tras el debate de las bases de la izquierda abertzale, la que marca otra diferencia sustancial con anteriores momentos. Éste es de esperanza, pero para que fragüe es preciso que todos, absolutamente todos los agentes implicados en el conflicto actúen en función de la oportunidad abierta y de la lectura correcta de las ansias mayoritarias de la sociedad. Todos deberían situarse ya en clave de proceso democrático; toca a todos ellos garantizar que sus actos se correspondan con la fase política que impulsa la mayoría en Euskal Herria. No hacerlo es lo que añade gravedad a la situación. El proceso democrático que ya ha comenzado no puede ni debe detenerse. Es hora de que todos lo alimenten, y es hora de que todos garanticen su pleno desarrollo, en especial aquellos agentes que quieren que un cambio político real alumbre en este país.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100318/188865/es/Es-hora-que-todos-situen-clave-proceso-democratico