El régimen del 78 surgió de una transición controlada por el ejército y regada de decenas de asesinatos cometidos por los paramilitares y el propio gobierno. Mantuvo la esencia el aparato del régimen franquista, con el que pactó para mantener todos sus privilegios derivados del golpe de estado del 36. Los brutales recortes sociales acometidos […]
El régimen del 78 surgió de una transición controlada por el ejército y regada de decenas de asesinatos cometidos por los paramilitares y el propio gobierno. Mantuvo la esencia el aparato del régimen franquista, con el que pactó para mantener todos sus privilegios derivados del golpe de estado del 36.
Los brutales recortes sociales acometidos en estos 40 años, acentuados al amparo de la mal llamada crisis de 2008, han provocado crecientes luchas populares que han sido reprimidas por un estado que ha puesto al descubierto su carácter autoritario. Se ha puesto así de manifiesto, desde hace años, la profunda crisis que aqueja a este régimen, que en su constitución no fue capaz de recoger las demandas territoriales de los pueblos que conforman el estado español, y tampoco permitió que se decidiera sobra la forma de la jefatura del estado.
En este contexto, la crisis desatada por la voluntad del pueblo catalán para decidir libre y democráticamente su futuro, viene a significar un nuevo y profundo boquete en la línea de flotación de este régimen.
El pueblo catalán se expresó con claridad el pasado 1 de octubre, pese a las trabas ilegales y la represión de todo tipo que sufrió. El Govern de Catalunya ha decidido suspender temporalmente la proclamación de la república catalana prevista, para abrir un proceso de diálogo que permita llegar a una solución acordada con el estado español, según se argumenta. A la oferta de diálogo expresado por el ejecutivo catalán, corresponde una respuesta de diálogo por parte del estado español.
Las actuales instituciones españolas (jefatura del estado, gobierno y tribunales) han dado en las últimas semanas sobradas muestras de falta absoluta de voluntad por encauzar este conflicto por vías políticas y democráticas, como muy bien se vio con la actuación policial del día del referéndum, jaleada por el mismo monarca que ni siquiera se tomó la molestia de aparentar un papel moderador. Por ello no es descartable que ante la mano tendida del Govern, activen su plan más agresivo, pensando que «el enemigo está débil o derrotado», en un afán de vencer a cualquier precio.
Una monarquía impuesta, un gobierno corrupto y unos tribunales de origen franquista y al servicio del poder político, no pueden seguir pilotando las riendas de esta estado que se dice democrático y de derecho.
Nos toca estar a la altura de las circunstancias históricas que estamos viviendo, y dar carpetazo al régimen surgido de una transición tramposa. Es el momento de tomar la iniciativa, y convocar a la población, a las organizaciones sociales y políticas, para diseñar un plan de superación de este régimen.
Para conseguirlo es necesario una gran organización y movilización popular, radicalmente democrática y pacífica, como el pueblo catalán nos ha enseñado, para garantizar que la ruptura llega hasta el final.
El pueblo catalán se ha expresado; ahora nos toca a l@s demás ejercer nuestra responsabilidad, por ell@s, por nosotr@s, por un sistema que sea justo, libre y democrático.
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