Artur Mas ha convocado elecciones anticipadas en Catalunya para el 25 de noviembre. Presenta los nuevos comicios como un paso histórico para encarar el futuro del país y el ejercicio del derecho a decidir. El gobierno de Artur Mas ha sido el más negativo desde el final del franquismo para la población que «vive y […]
Artur Mas ha convocado elecciones anticipadas en Catalunya para el 25 de noviembre. Presenta los nuevos comicios como un paso histórico para encarar el futuro del país y el ejercicio del derecho a decidir. El gobierno de Artur Mas ha sido el más negativo desde el final del franquismo para la población que «vive y trabaja en Catalunya».
El paro ha crecido, el gobierno de CiU ha suspendido la ayuda del PIRMI a multitud de personas necesitadas, el precio de las matrículas universitarias se ha situado como el más alto del Estado español, el curso escolar ha empezado con 3.000 profesoras/es menos y con 2.000 alumnas/os más, la sanidad pública ha sufrido un grave ataque con el cierre de Centros de Atención Primaria y plantas de hospital, etc.
En solo 22 meses el gobierno -el más corto desde la transición- se ha agotado. Los múltiples recortes no han permitido cumplir el mandato sagrado de la reducción del déficit público, la deuda ha aumentado y el gobierno de Artur Mas ha tenido que pedir el rescate a Madrid.
CiU ha tenido la habilidad suficiente para surfear sobre la ola independentista expresada en la diada del 11 de septiembre, justo cuando más lo necesitaba para esconder los recortes y el rescate solicitado y recuperar rédito político.
CiU está haciendo gala de una ambigüedad calculada con su nuevo rumbo «independentista». Tras el 11 de septiembre Artur Mas no ha reivindicado la independencia ni una sola vez. No hay motivos para confiar en que el nuevo rumbo soberanista de CiU sea consistente.
Pero aparte hay que tener en cuenta otro aspecto. Abrir un proceso de autodeterminación en el marco de un Estado español centralista y centralizador, en el contexto de una fuerte crisis económica, conllevará tensiones. Varios sectores de la burguesía catalana ya han expresado sus distancias con la idea de la independencia. CiU, el partido de los negocios y amante de la estabilidad, difícilmente llevará a término aquello que hace falta para un ejercicio real de autodeterminación.
La coyuntura que se abre para la izquierda anticapitalista está marcada por la coincidencia en el tiempo entre el rechazo a los efectos de la crisis y de la austeridad y la voluntad cada vez más masiva de ejercer el derecho a decidir. Hay que apostar por que la respuesta política a las dos cuestiones también se una.
Un proceso hacia la libre decisión de la independencia capitaneado por los sectores de la derecha liberal no solo tiene números para resultar fallido sino que también conduce a un país donde se ayuda a los empresarios con el dinero que se recorta a la población trabajadora. Hay que confrontar El actual status quo económico, redistribuir la riqueza e incrementar los servicios públicos. Una Catalunya nuevo Estado de Europa (forma disfrazada de varios sectores para decir Unión Europea) se debería plegar a los intereses del gran capital financiero europeo y a las exigencias de los programas de ajuste de la Troika.
Hay que disputar los recortes y hay que disputar dentro de la lucha por las libertades nacionales el camino de la derecha liberal. Eso se tendrá que hacer sobre todo en la movilización, en las calles, articulando repuestas sociales desde la base. Al mismo tiempo, también hay que aprovechar las convocatorias electorales para hacer llegar estas alternativas a mucha más gente y empujar el eje político hacia la izquierda.
Desde En lluita consideramos que es necesario blandir una alianza de la izquierda combativa y consecuente con la defensa de los derechos nacionales para llevar adelante estas tareas. Necestiamos una alianza de la izquierda combativa que incluya desde las CUP, EUiA, las candidaturas anticapitalistas de todo el territorio hasta las organizaciones de la izquierda anticapitalista y que sea capaz de sumar a sectores en lucha, activistas de los movimientos sociales, sindicalistas de base, etc. Sectores que hoy permanecen huérfanos de una alternativa electoral. La urgencia del momento político que estamos viviendo lo exige. En este sentido es en el que trabajaremos.
Una candidatura de la izquierda combativa que combine la oposición a todos los recortes, una estrategia basada en la movilización social, la demanda de no pagar la deuda pública, la intervención de la banca bajo control social, así como muchas otras medidas a favor de las y los trabajadores, con la lucha por conseguir ejercer de forma real el derecho de autodeterminación será un paso importante en el momento decisivo actual.