Podemos se acaba de institucionalizar. También aquí, en Navarra. Es la hora de analizar este último proceso electoral para tratar de aprender y fortalecerse. Han sido dos semanas muy intensas. Se ha trabajado y debatido mucho, aunque esos debates hayan estado, en mi opinión, excesivamente centrados en los pactos postelectorales. Se ha experimentado lo difícil […]
Podemos se acaba de institucionalizar. También aquí, en Navarra. Es la hora de analizar este último proceso electoral para tratar de aprender y fortalecerse.
Han sido dos semanas muy intensas. Se ha trabajado y debatido mucho, aunque esos debates hayan estado, en mi opinión, excesivamente centrados en los pactos postelectorales. Se ha experimentado lo difícil que es hacer política en un escenario tan complejo como el de Navarra, feudo de la derecha navarrista desde hace muchos años, con contradicciones muy enconadas y en una situación en la que están abiertas todas las posibilidades y en la que los intereses de grupo e individuales se entrecruzan ferozmente.
Como resumen, se puede decir que ha habido cosas muy positivas: debates abiertos «a calzón quitado» con luz, taquígrafos y alguno con televisión en abierto, múltiples charlas y presentaciones, actos políticos importantes… Pero también se han constatado aspectos que dejan mucho que desear, sobre todo en el ámbito de lo ético y de las formas de hacer política. Este es el plano en el que voy a tratar de reflexionar críticamente.
Me ha resultado triste observar comportamientos en compañeros y compañeras que poco pueden envidiar a los que realizan fuerzas y personas a quienes criticamos: desprestigiar a compañeros sin el más mínimo respeto, casi siempre amparándose en el anonimato y actuando al alimón con «forofos» de fuerzas exteriores a Podemos; sacar a pasear el fantasma de la amenaza de traiciones sonadas de otros lares atribuyéndoles esa posibilidad a compañeros de otra candidatura para desprestigiarlos y sembrar el miedo… No merece la pena seguir. Formas rancias de hacer política que todos decimos querer cambiar.
Me voy a centrar en un tema que me parece especialmente importante y peligroso, y que, o se cambia radicalmente, o nos veremos abocados a una guerra de todos contra todos y a una desconfianza que tenderá al infinito tanto dentro de Podemos como entre las fuerzas que deberíamos ir de la mano si realmente queremos hacer un cambio de verdad.
Ya desde el principio del proceso de primarias se vieron indicios que hacían sospechar que los resultados finales se iban a decantar por personas de otras organizaciones diferentes a Podemos. ¿Cómo puede ser esto? Muy fácil. El sistema de inscripción y votación en Podemos es muy laxo y permite este tipo de intervención masiva de outsiders, si así se prepara desde dentro, desde fuera o desde ambas partes. Tras las votaciones, los resultados no dejaban duda: en unos pocos días se ha pasado de poco más de 2000 personas inscritas a casi 5000. ¿Cómo ha podido ser esto? ¿Porque el discurso y el activismo de estos días ha calado en las gentes de Navarra, como se ha dicho por ahí?
Yo creía que, a pesar de la evidencia, esa intervención masiva desde fuera (muchos cientos de votos, según mis cálculos) se iba a negar rotundamente, Pero he ahí que, en la rueda de prensa del pasado día 15, la actual Secretaria General lo aclaró nítidamente (pág. 10 de DIARIO DE NOTICIAS del 16-2): ‘Precisamente, la posibilidad de que gente de otras formaciones haya podido influir en el resultado, ya que el voto era abierto a todo el mundo que se inscribiera, la valoró como «un elemento muy positivo lejos de ser un elemento de sospecha»‘. O sea, ¿no sólo se ha producido esa intervención, sino que ha sido muy positiva?
Mi opinión es radicalmente contraria. Lo que se deduce de todo esto es que, además de la ventaja que tiene siempre quien emplea juego sucio, cualquier votación de esta naturaleza la ganará quien no tenga escrúpulos para pactar este tipo de intervenciones masivas con fuerzas outsiders. Siguiendo este razonamiento, ¿qué puede pasar en un entorno tan complejo como el de Navarra con las dos primarias que hay que hacer este año para las listas del Parlamento Foral y del Congreso de los Diputados? ¿Se va a convertir Podemos en un campo de batalla en el que, además de las disputas internas, combatan a muerte toda suerte de organizaciones interesadas con el fin de que la lista de Podemos les sea lo más favorable posible a sus intereses? Si así fuera, la práctica del «asalto» o raiding del sistema americano -votantes de un partido que votan también en otro partido para elegir al candidato más débil- se quedaría a la altura del betún.
Al principio de este proceso algunos expusimos que lo más importante en esas elecciones era lo prepolítico, esto es, lo ético, las formas. Tristemente, la realidad y resultados así lo han avalado. Pero no sólo lo ético. En una situación de institucionalización como esta, se establece la primera base de la política que es la configuración de tablero, es decir, quiénes son los de dentro y quienes los de fuera. Pues bien, en mi opinión, esta primera base política se ha prostituido gravemente: alguien ha situado la frontera «dentro/fuera», que debería haber estado alrededor de Podemos, en una línea que divide Podemos Navarra en dos partes, constituyendo una de ellas una alianza entre gente de dentro y de fuera de Podemos instituida para enfrentarse a la otra parte de Podemos situada al otro lado del muro. Un tablero absolutamente inaceptable.
Por otro lado, otra base fundamental de la política es la relación entre poder, legitimidad y legalidad. En este sentido, se puede acceder al poder, incluso legalmente como en este caso, sin tener ninguna legitimidad; de la misma manera que lo contrario: el acceso puede no ser legal pero estar pleno de legitimidad. Y todo eso trae como consecuencia un fuerte aumento de la desconfianza tanto dentro de Podemos como respecto a otras organizaciones que deberían ser aliadas en el largo y difícil camino del cambio socio-político. No es la mejor forma de conseguirlo.
Sé que es una crítica dura, pero no puedo dejar de hacerla por comodidad. Considero que es la mejor forma de ayudar a mejorar, de impulsar la adopción de mecanismos contra comportamientos destructivos y faltos de ética y de tratar de resituar las bases políticas donde siempre deberían haber estado. Ah, y también, lógicamente, de proponer a Podemos que en este tipo de elecciones se ponga algún tipo de filtro para dificultar, al menos, estas intervenciones masivas de agentes extraños.
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