“España es una deformación grotesca de la civilización europea” ( Luces de bohemia. Ramón María del Valle Inclán (1866–1936))
Frente a la inviolabilidad y opacidad de la monarquía, instaurada por la dictadura mediante sus leyes de sucesión, aún vigentes, está la realidad del estado plurinacional democrático, que emerge de entre las ruinas del franquismo.
El ostentoso acorazado monárquico, botado por Franco hace más de medio siglo (22 de julio de 1969), ha quedado herido de muerte por los gigantescos escándalos económicos y opacidad de los Borbones, una dinastía muy peculiar que ha protagonizado históricamente la trágica decadencia de nuestra patria.
La reforma del franquismo, que apuntaló las viejas cuadernas de la nave borbónica, no da más de sí. Sus roídos remaches van saltando uno tras otro desgastados por el orín del tiempo, corroídos por los insoportables escándalos de la Corona y la baraúnda golpista de la extrema derecha.
El republicanismo es una realidad social pujante, con fuertes raíces populares e históricas, que busca una salida digna a la grave crisis de legitimidad de la dinastía reinstaurada manu militari por el dictador y jefe del ejército del 18 de julio.
Las fuerzas plurinacionales que sustentan al Gobierno de coalición, liderado por el socialista Pedro Sánchez, abren una oportunidad histórica que no se debiera desaprovechar. A saber, el inicio de un proceso de diálogo que haga posible una reflexión serena sobre el futuro de nuestro país, incluido el posible derecho a la independencia de las viejas naciones históricas (Catalunya, Euskadi, Galicia).
Reflexión de la que pudiese derivarse un proyecto de estado federal, o confederal; punto de arranque para el inicio de un proceso constituyente en libertad, sin interferencias espurias de determinados estamentos no democráticos.
Estamentos que, como el ejército, la judicatura o la corona, sumisos a los USA y la OTAN, no representan la soberanía del pueblo español, ni tampoco la soberanía de las naciones históricas de nuestra patria común, pues tales estamentos no emanan de ningún proceso constituyente legítimo, sino de la dictadura franquista de la que proceden.
La pulsión cantonalista, incrustada en la constitución borbónica del 78, dio lugar al “café para todos”, es decir a los 17 parlamentos autonómicos con capacidad legislativa, que desangran al país con ingentes burocracias improductivas.
Tal arquitectura territorial habrá de ser simplificada en la etapa constituyente, que sin duda habrá de darse más pronto que tarde, cuando el pueblo español perciba la necesidad y urgencia de las transformaciones democráticas ineludibles.
Manuel Ruiz Robles, Capitán de Navío de la Armada (R)
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