Mandatarios políticos de todo el mundo ya han emitido su veredicto sobre el genocidio israelí en Gaza. Escuchándoles, uno podría pensar que la culpa es de Palestina. Que si Israel acorrala, asedia, invade, bombardea y asesina a sus vecinos, por algo será. A Zapatero le parece mal que el ataque israelí sea «generalizado». Que hay […]
Mandatarios políticos de todo el mundo ya han emitido su veredicto sobre el genocidio israelí en Gaza. Escuchándoles, uno podría pensar que la culpa es de Palestina. Que si Israel acorrala, asedia, invade, bombardea y asesina a sus vecinos, por algo será.
A Zapatero le parece mal que el ataque israelí sea «generalizado». Que hay que ser más selectivos a la hora de matar, vaya. El Ministro de Asuntos Exteriores de su gobierno, Miguel Ángel Moratinos, es otro esforzado defensor de la paz y por eso le ha pedido a Hamas «que deje de lanzar cohetes» (sic.). También el napoleónico Sarkozy, le echa la culpa a Hamas mientras favorece el acuerdo de «asociación reforzada» entre la Unión Europea e Israel. En otro continente, Obama hace ejercicios de calentamiento antes de su asalto a la Casa Blanca y asegura que «vigila de cerca» la invasión israelí pero prefiere no hacer comentarios. Casi mejor. El subcomandante Marcos no se fía del sucesor de Bush y hace bien.
Definitivamente, vivimos bajo un sistema capitalista en el que los acuerdos comerciales son más importantes que los Derechos Humanos. Sólo así se explica la alfombra roja que Europa y Estados Unidos ponen a los pies del Estado Israelí. Al fin y al cabo, si en los países desarrollados queremos disfrutar de ciertas comodidades es imprescindible la destrucción esporádica y preventiva de sociedades y países indeseables o potencialmente peligrosos para el capital. O al menos, es imprescindible que cerremos los ojos cuando oigamos disparos. No le podemos pedir al gobierno del Reino de España, por ejemplo, que censure la matanza israelí, que suspenda sus compromisos comerciales, que boicotee sus productos o que vete los acuerdos entre Israel y la UE. Eso afectaría negativamente a la economía española, así que por la paz un Ave María y que te jodan, Palestina.
Pero el presidente Zapatero no lo tiene tan fácil. En la calle, unos le piden a su gobierno que cierre la embajada israelí, y otros, al menos, que llame a consulta a su embajador. Si todo sigue igual, el Gobierno Español tendrá que rendir cuentas de sus amores judíos y explicar cada uno de sus acuerdos con el Estado terrorista de Israel. Tendrá que explicar, por ejemplo, el acuerdo de cooperación entre el Reino de España y el Estado de Israel en materia de lucha contra la delincuencia «en sus diversas manifestaciones». A ver cómo se explica, sin recurrir a la ironía, el compromiso de colaboración entre ambos gobiernos para prevenir y combatir «el terrorismo» y «los delitos contra la vida». A ver cómo se explica en mitad de una invasión militar «la existencia de relaciones amistosas» entre España e Israel a la que se refiere el acuerdo.
La diplomacia puede ser muy sorda, y son ya más de veinte años de apretones de manos entre los gobernantes españoles y los israelíes. Durante este tiempo, los crímenes del Estado de Israel acumulan cifras realmente abultadas. Pero no importa. Uno sólo puede ser un político honrado y reclamarse demócrata haciendo la vista gorda de vez en cuando. Como homenaje a la estupidez y al mirar para otro lado, Correos preparó hace un par de años un sello conmemorativo del aniversario de las relaciones diplomáticas entre España e Israel. Su imagen es una prueba irrefutable de que un gobierno puede ser amigo de asesinos con tal de que el precio de los muertos no sea demasiado alto.
Fuente: http://enkarterrigorria.blogcindario.com/2009/01/00424-espana-estado-terrorista.html