El presidente de Cáritas Camboya, Enrique Figaredo, habla en esta entrevista de la «doble moral» de España al adoptar acuerdos internacionales sobre armamento pero no ser del todo transparente.Enrique Figaredo es presidente de Cáritas Camboya y obispo de Battambang, una de las regiones más empobrecidas de este país asiático. Allí trabaja desde 1985, cuando llegó […]
El presidente de Cáritas Camboya, Enrique Figaredo, habla en esta entrevista de la «doble moral» de España al adoptar acuerdos internacionales sobre armamento pero no ser del todo transparente.
Enrique Figaredo es presidente de Cáritas Camboya y obispo de Battambang, una de las regiones más empobrecidas de este país asiático. Allí trabaja desde 1985, cuando llegó para apoyar a los refugiados del conflicto armado, y donde ahora gestiona varias casas de acogida, escuelas y guarderías para niños con discapacidad. Muchos de estos menores son discapacitados por culpa de las miles de minas antipersona que, herencia de la guerra, aún pueblan el país.
Figaredo defiende el control sobre las ventas de armamento y lucha por la erradicación definitiva de las bombas de racimo. De España, denuncia la «doble moral» y la falta de claridad cuando se trata de hacer negocio.
¿Cómo valora la gestión española en materia de comercio exterior de armas?
En España se mantienen dos discursos diferentes. Por un lado, el Gobierno suscribe convenios como el Protocolo de Otawa hace diez años para la supresión de las minas antipersona o el Tratado de Oslo para erradicar las bombas de racimo, pero, por otro, no articula las herramientas necesarias para garantizar una mayor transparencia en lo que se hace aquí con el armamento.
España no es ninguna hermanita de la caridad. Está comercializando armas que llevan al deterioro de la paz en países donde la sociedad es débil y la democracia no existe o es muy inestable, de manera que dice que colabora con la paz mientras las armas ligeras se venden sin ningún control. Es muy triste. Este país no podrá decir que está colaborando con la paz, porque está haciendo dinero con las armas.
En breve se debatirá el Proyecto de Ley sobre el Comercio Exterior de Material de Defensa y Doble uso en el Congreso de los Diputados, ¿qué cláusulas debería recoger el texto final?
Yo no soy un técnico, veo el tema del comercio de armas desde las víctimas y veo lo que sufre la gente antes, después y durante los conflictos, pero lo que está claro es que hay que pedir instrumentos de control, de racionalización del comercio de armas y también de prohibición de ciertos tipos, como las bombas de racimo. La legislación española actual es totalmente inadecuada para un país que quiere estar en el concierto mundial como Estado promotor de la paz mundial y la estabilidad. Es opaca.
Las ONG ponen a Estados Unidos y Reino Unido como ejemplo de transparencia porque comunican al Parlamento las operaciones de exportación antes de que se produzcan, pero eso no pone freno a la venta de armamento ligero en muchos casos…
Bueno, pero ya es un paso. Puede que el sistema de EEUU no sea el mejor pero al menos hay voz. Al menos las organizaciones civiles pueden mostrar su opinión diferente a lo que haga el Gobierno y se puede concienciar a la sociedad civil de que muchos beneficios sociales de los que disfruta son a costa de destrozar los países porque se les están vendiendo armas.
Los gobiernos argumentan que tienen que equipar a sus fuerzas armadas y, los fabricantes, que responden a una demanda de mercado. ¿Quién tiene mayor responsabilidad cuando llegan armas a lugares donde no debieran?
Los fabricantes son comerciantes, hay productos y hay demanda. Pero no se puede olvidar que las empresas necesitan permisos gubernamentales y que, en muchos casos, los gobiernos son accionistas de estas entidades.
El problema es que todos se lavan las manos. Yo no me atrevería a atribuir directamente a uno u otro la responsabilidad, pero me encantaría conocer los criterios éticos con los que se produce un tipo u otro de armamento. Es como la droga. El que la produce tiene que ser consciente de que tiene entre manos algo mortal. El problema es la irresponsabilidad y la falta de control porque lo que hay es un comercio que funciona prácticamente en la oscuridad.
El mismo que ahora pasa factura en Camboya…
Allí nuestro principal problema han sido las minas y las armas ligeras. Hasta hace no mucho se podían comprar en el mercado; como todo el mundo estaba asociado a un ejército, sólo había que decir que uno era soldado y ya podía tener un AK47. Ese tema está en vías de solución, como lo de las minas, pero quedan por todos lados. Hace más de diez años desde que, supuestamente, estamos en paz pero tenemos accidentes todos los días y muchas víctimas inocentes por estúpidas bombas que sólo benefician al comerciante, ni siquiera a la guerra porque tienen mucho más impacto sobre los civiles que sobre los militares.
¿Como las bombas de racimo?
Sí, porque proporcionalmente afecta mucho más a la sociedad civil. En Camboya tenemos pocas bombas de racimo en comparación con Laos y Líbano. Tienen un efecto totalmente desproporcionado y carece de sentido que se sigan utilizando hoy.
Hay un niño en la casa que tenemos en Battang que estaba jugando en el río y la corriente trajo una de estas minibombas. Perdió una mano, los dedos de la otra y la vista. Y ahora tiene el problema de no poder ir a la escuela convencional porque no ve, ni a la escuela adaptada para ciegos porque no tiene con qué leer en braille y ¿quién tiene que ejercer la responsabilidad civil y moral sobre este niño? Están machacando a las sociedades civiles.
Que no me hablen de paz. Que tengamos nuestros cauces de información y podamos tomar decisiones.