¿Por qué no me callas? Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores. (Alfonso X el Sabio) He estado leyendo en nuestra debilitada Constitución, los artículos referentes a la figura de Juan Carlos de Borbón y he de confesar que estoy hecho un lío. No sé muy bien si estoy trabajando […]
Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores. (Alfonso X el Sabio)
He estado leyendo en nuestra debilitada Constitución, los artículos referentes a la figura de Juan Carlos de Borbón y he de confesar que estoy hecho un lío. No sé muy bien si estoy trabajando con la versión correcta o si, por el contrario, estoy trabajando con una versión con la que ha estado jugando un descerebrado. En cualquier caso me da la impresión de que hay algo ahí que no anda bien; por lo que yo recetaría una nueva dosis de reConstituyente. Marchando urgente un reConstintuyente nº 4:
Sr. de Borbón, muchas fuentes le atribuyen a usted la frase: «No permito que hablen mal de Franco en mi presencia». Le aseguro que he buscado hasta debajo de las piedras, para encontrar información al respecto del obvio comunicado de desmentido de frase tan desafortunada, esperpéntica y deplorable; pero no he sido capaz de encontrarlo. Si usted dijo la frase, siga callando y otorgando, y si no la dijo, ¡defiéndase coño!
Una cosa le digo, si es cierto que la dijo y alguna vez nuestros caminos se cruzan, tendremos que ponernos de acuerdo, porque casualmente yo no permito que hablen bien de Franco en mi presencia . Sr. de Borbón, uno de los dos tendrá que callarse. Puede que a su antecesor en el cargo le tenga usted siempre presente en sus oraciones, y en eso también coincidimos, porque yo a Franco le tengo siempre presente en mis maldiciones. Puede que piense usted: «¡Ay!, si Franco levantara la cabeza», pues ya le digo yo que si la llegara a levantar no faltarían voluntarios para bajársela de nuevo, pero esta vez para siempre.
Muchas fuentes solventes (solventes en cualquiera de sus acepciones, «que resuelve», «desempeñado de deudas o capaz de satisfacerlas» y también «que merece crédito»), le atribuyen a usted un patrimonio muy superior a lo que a su asignación constitucional cabría suponerle. ¿Cómo?, ¿con el dinero de quién?, ¿para qué?, ¿por qué?. Si esto es verdad le invito a que siga callando y otorgando y si no, ¡defiéndase coño!
Pero una cosa le digo, si es cierto, no tiene de qué preocuparse, ya que nuestra débil Constitución le ampara en la redacción del artículo 56.3 , que dice: «La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad». He consultado al respecto con varias personas expertas en la materia y todavía no hay un acuerdo claro sobre si esta sentencia (con la que se nos condena a los contribuyentes) quiere decir que es usted un «irresponsable» al carecer de toda responsabilidad sobre sus actos; o si, por el contrario, quiere decir que puede usted acumular cuanto le venga en gana sin tener que dar cuentas de ello nada más que a Dios y a Franco. Cuando este humilde consejo de sabios se decida por uno de los dos significados de la frase se lo haré saber. Pero le sugiero que sea usted condescendiente con los políticos del gobierno de turno, ya que según el artículo 64.2 ellos serán los responsables subsidiarios de los actos que usted cometa.
El artículo 57.1 , cuya redacción puede deberse a un error tipográfico de los que causarían el despido fulminante de cualquier corrector de imprenta, nos dice que es usted el «legítimo heredero de la dinastía histórica». Si no recuerdo mal, en el fatídico año 1.969 usted asumió, por obra y gracieta del mismísmo Franco en la tierra, la condición que hoy (todavía hoy…) le mantiene bien aferrado al puesto de sucesor del dictador. Dijo usted que recibía «de su excelencia la legitimidad política surgida del 18 de julio» (ver artículo con el detalle) (ver el video con el juramento de lealtad del rey a franco y al movimiento nacional). Callos me han salido en la yema de los dedos, buscando en internet el tan esperado y esperable desmentido suyo sobre tan desafortunado desliz, pero no lo he encontrado, no he sido capaz. Tal vez no sea culpa mía, tal vez ni siquiera exista tal desmentido. Si no lo ha desmentido nunca, siga callando y otorgando, y si lo ha desmentido, ¡defiéndase, coño! De un golpe de estado no surge ninguna legitimidad política, del mandato de un dictador asesino y represor mucho menos. Alguien podría llegar a decir que se encuentra usted en situación sino «ilegal», cuando menos «alegal», al final va a tener usted suerte de que no le coja por banda Sarkozy, también conocido como «tótal deportéitor». ¿Consideraría usted de igual legitimidad política un golpe de estado ciudadano que acabase con su propio exilio?
El artículo 92.1 dice que «Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos». Y en el 92.2 dice que «El referéndum será convocado por el Rey…». Yo le propongo que convoque un referéndum en el que todos los ciudadanos sean consultados acerca del restablecimiento de la República. Sistema de gobierno que, como usted muy bien sabe, era totalmente legal y además legítimo en España hasta la llegada de las ensangrentadas armas fascistas al poder. ¿Se le ocurre a usted una decisión política de mayor y más especial trascendencia que ésta? Pues hala, hala, a convocar el referéndum, no se lo piense más.
Según los artículos 122 y siguientes, usted tiene en su mano el nombramiento de las más altas instancias de la judicatura española. Habiendo sido usted nombrado por quien fue y teniéndole en tan alta estima, cabe suponer que la redacción de este artículo le permitiría a usted cierto sesgo interesado en la tendencia e ideología de los nombrados para tales desempeños. Quiera el destino que no desatine eligiendo a los que aún defienden a capa y espada (medievalmente hablando) al dictador-opresor-represor-asesino que le nombró sucesor y depositario del Antiguo Régimen. Ya lo decía el propio Franco, «con este nombramiento todo quedará atado y bien atado para el futuro» mientras los estamentos militar, burgués y eclesiástico, presentes en aquella conspiración, aplaudieron a rabiar.
Y podría seguir y seguir, y seguir y seguir. Son tantos los artículos de la Constitución que atufan a medieval que todo esto me parece un viaje, un mal viaje en el tiempo. Un viaje en el tiempo en el que uno ha viajado al futuro, usted, y todos los demás hemos viajado al pasado. Por el amor del futuro presidente de la República Española!, que estamos en el siglo XXI. Las monarquías son estructuras pretéritas, pretéritas pluscuam-imperfectas, me atrevería a decir.
Con Franco muerto ( Q ue E n P az D escansemos), la cosa no cambió y aún hoy, a 35 años de su muerte, se respira en este país cierto tufillo rancio, como de dictadura o algo así. España es un país de Constitución débil, muy débil. Y muy medieval.
Un viejo chiste ponía en boca del padre del rey Borbón, la siguiente frase con motivo de la celebración del día de los Reyes Magos: «Hijo, que los reyes son los padres». La realidad, triste y cruda, demostró que, en el caso de Juan Carlos de Borbón, los padres no son los reyes sino los dictadores.
Yo, por mi parte, como próximo regalo de reyes voy a pedir…, mmmh…, no sé…., bueno, sí, quiero que los reyes me traigan la REPÚBLICA. Eso sí que me llenaría de orgullo y satisfacción. A mí y a muchísimos más españoles de los que usted imagina y desearía.
(Blog del autor: http://impresionesmias.com/2010/09/19/espana-un-pais-de-constitucion-debil-iv/)
Ver también:
España, un país de Constitución débil (III)
España, un país de Constitución débil (II)
España, un país de Constitución débil (I)
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