Navantia entregó hace ahora un mes a la Real Marina Saudí en los astilleros de San Fernando (Cádiz) la tercera de las cinco corbetas que la empresa pública ha construido para uno de sus mejores clientes. Unos días antes, Navantia había anunciado la firma de un memorando con el Ministerio de Defensa saudí y GAMI (Autoridad General de Industrias Militares, por sus siglas en inglés) para construir otros cinco buques cuyo destino será la Armada de la principal monarquía del Golfo. El contrato aún tendrá que firmarse este año, por lo que la compañía pública no hace público su importe, ni siquiera el tipo concreto de barco que han comprado los saudíes, sólo que se trata de “buques de combate multimisión”, de una complejidad similar a la de las corbetas ya construidas. El anterior contrato, firmado en 2018, ascendió a 1.813 millones de euros, por lo que se convirtió en el de mayor volumen de los suscritos por Navantia con un cliente extranjero hasta ese momento. De modo que el segundo recién anunciado puede igualar o superar esa marca.
De la magnitud de la operación da idea también el hecho de que representa buena parte del total de exportaciones de material bélico que España ha hecho a Arabia Saudí desde 2005, que es el año más antiguo del que el Ministerio de Industria y Comercio publica datos. Según sus informes anuales, España ha exportado a ladictadura saudímaterial de defensa por valor de 2.671,2 millones de euros a lo largo de los últimos 16 años. De esa cantidad, 253,18 millones corresponden a tecnologías de doble uso, aquellas que pueden destinarse a fines tanto civiles como militares. En esa suma no se incluyen las armas de caza, deportivas o para empleo de la policía, que también se venden a los saudíes, pero con importes obviamente más pequeños. De 2005 a 2021, España ha concedido 530 licencias de exportación de armas a la monarquía del Golfo. La mayoría, 315, son para tecnologías de doble uso.
Arabia Saudí siempre ha sido un buen cliente de la industria bélica española, pero sus compras empezaron a multiplicarse, y mucho, a partir de 2011. Antes de ese año nunca habían alcanzado los 10 millones de euros anuales. En 2015 superaron los 545 millones. El año pasado llegaron a 109,1 millones de euros. Todas esas cifras excluyen las ventas de tecnologías de doble uso, que también han aumentado en la última década y representaron 29,9 millones de euros en 2021.
Buena parte del volumen de exportaciones corresponde a aviones, los Eurofighters que fabrica Airbus y de los que Arabia Saudí ha comprado 71 a partir de 2005. Las fuerzas aéreas del país también han adquirido aviones cisterna y de transporte al consorcio europeo del que forma parte España junto con Reino Unido, Alemania e Italia. En su factoría de Getafe se ensamblan los Eurofighter, mientras que los aviones de transporte se montaron en las instalaciones de Toulouse-Blagnac y se reconfiguraron como artefactos militares en La Muñoza (Madrid).
Una sociedad conjunta y una filial con los saudíes
Por lo que se refiere a las cinco corbetas, se basan en un modelo que Navantia ha bautizado como Avante 2200. Tienen 104 metros de eslora y capacidad para transportar a un centenar de tripulantes. La primera se botó en julio de 2020 y la última en diciembre de 2021, a razón de una cada cuatro meses. La entrega de las dos últimas que faltan por rematar se llevará en cabo en Arabia Saudí en 2023. Todas ellas, y los buques que se construyan a partir del año próximo en virtud del nuevo contrato, estarán equipadas, además, con el sistema de combate que ha desarrollado Saminavantia, la joint-venture que creó en abril de 2019 la empresa pública española conSAMI (Saudi Arabian Military Industries), la compañía estatal de defensa saudí. Navantia es propietaria del 49% del capital. Según la última memoria publicada por Navantia, Saminavantia tuvo unos beneficios de 22,2 millones de euros en 2021, triplicando así los resultados del año anterior.
Prueba del filón que Navantia ha encontrado en Arabia Saudí es que incluso ha creado una filial en Riad, Navantia Saudí Arabia LLC, con un capital de 3,4 millones, suscrito al 100% por los astilleros públicos españoles. Lo hizo en abril de 2021. También tiene subsidiarias en Reino Unido, Brasil y Australia. El primer contrato con los saudíes abarca no sólo la construcción de las corbetas, sino también su mantenimiento durante al menos cinco años y la formación de sus tripulaciones. Unos 500 saudíes están recibiendo capacitación en un centro de Navantia en San Fernando.
Además, la empresa pública nunca ha cejado en su interés por el mercado saudí, pese a las denuncias sobre crímenes de guerra que el régimen de Riad está cometiendo desde que se implicó en el conflicto civil que asola Yemen desde 2014. No sólo es socio comercial de las compañías estatales de defensa saudíes, sino que también se promociona en las ferias del sector que se celebran en el país, como la World Defence Show en marzo de este año y el Saudi International Maritime Forum el pasado noviembre. Arabia Saudí tiene en marcha el llamado plan Visión 2030, una lluvia de petrodólares para reducir su dependencia del crudo y desarrollar y diversificar la economía. Uno de sus objetivos en materia de defensa es que finalmente la industria bélica esté localizada en territorio saudí. Así, los cinco buques del segundo contrato firmado con Navantia se construirán a medias entre los astilleros españoles y saudíes.
En pérdidas pese al alza de los ingresos
Navantia, la sucesora de la Empresa Nacional Bazán y de Izar Construcciones Navales tras fusionarse con Astilleros Españoles –hasta entonces la gran empresa estatal de construcción naval española–, cuenta con instalaciones en la Ría de Ferrol, la Bahía de Cádiz y Cartagena. En total, da empleo a 3.912 trabajadores, pero de ella dependen también miles de puestos de trabajo en la industria auxiliar y otros indirectos. El primer contrato con Arabia Saudí fue fruto de una lenta y ardua negociación. Se empezó a fraguar en 2015, aunque Navantia ya estaba tras los pasos de los jeques de Riad desde 2010.
Pese a su elevado importe, Navantia no ha conseguido abandonar los números rojos, en los que lleva cerrando desde 2008. En 2021 perdió 82,73 millones de euros, aunque su cifra de negocio no ha hecho más que crecer: casi se ha duplicado desde 2015, cuando facturó 688,97 millones, hasta los 1.306,42 en que terminó 2021. Esa cifra equivale al 25% de los ingresos de la SEPI, a la que pertenece; es la segunda empresa del grupo público sólo superada por Correos. No obstante, el ejercicio pasado consiguió reducir sus pérdidas en un 40% respecto a 2020, el año del covid, y un 54,2% respecto a 2019.