«No creo, sinceramente que los autores intelectuales de los atentados, los que hicieron esa planificación, los que deciden ese día [el 11 de marzo], precisamente ese día… no creo que anden en desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas», afirmó José María Aznar durante su comparecencia ante la comisión de investigación del 11-M, hace […]
«No creo, sinceramente que los autores intelectuales de los atentados, los que hicieron esa planificación, los que deciden ese día [el 11 de marzo], precisamente ese día… no creo que anden en desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas», afirmó José María Aznar durante su comparecencia ante la comisión de investigación del 11-M, hace ahora 27 meses. En una intervención ante los diputados que duró 11 horas, el ex presidente del Gobierno insistió en sus sospechas sobre la autoría de ETA: «No soy el único que piensa que ETA tuvo algo que ver». Y el dirigente del PP sentenció: «Sabemos lo suficiente para pedir que se investigue esta conexión».
Pues bien, desconozco lo que podría saber Aznar en aquellos momentos sobre la pista etarra, pero, tras dos semanas de juicio, no sólo se han disipado esas remotas sospechas sino que además la boina asesina no aparece por ningún lado. Todo se limita a turbantes, chilabas y alfanjes. (…) Me gustaría conocer qué piensa el ex presidente en estos momentos. Si sigue con sus dudas sobre la autoría intelectual de la mayor masacre de la historia de España, sobre todo porque Aznar tuvo el privilegio de acceder a información de primera mano de los servicios secretos españoles y de países amigos. Estos informes son concluyentes: tras el atentado de Madrid se halla una célula integrista conectada a Al Qaeda. Todo lo demás, como se irá viendo en el juicio, son especulaciones sin fundamento.
Jamás ningún caso judicial de este país ha soportado tanta presión como el del 11-M. No recuerdo nada parecido ni con los GAL ni con las escuchas del Cesid ni con los fondos reservados. En aquellas investigaciones quedaron muchos renglones sin escribir y muchas pistas sin despejar, pero con el 11-M el escenario no ha dejado de estar iluminado desde que se produjo la matanza. Y eso no es malo. La opinión pública debe disponer de todos los elementos para que esta página de nuestra historia no se escriba, como sucedió con los GAL, con borrones. Algunos políticos utilizaron las andanzas de los GAL para fustigar a sus fundadores, pero después, cuando se instalaron en La Moncloa, comenzaron a mirar hacia otro lado y se negaron a desclasificar los documentos del Cesid sobre la guerra sucia contra ETA. Espero que no suceda lo mismo ahora. Que todo se limite a una puesta en escena en busca de votos y rédito político.
Hay que poner todos los medios para llegar hasta el final, pero también hay que estar preparados para asumir la verdad judicial que salga de la vista oral. Que la contaminación de un gramo más o un gramo menos de dinitrotolueno no sirva para cuestionar la sentencia del tribunal. Si una cosa tiene a su favor el presidente/ ponente del juicio es que para nada es sospechoso de favorecer las tesis del Gobierno. Ya tenemos suficiente con la herida del atentado para que incurramos en el error de abrir otra. Si el juicio va al ritmo que ha marcado Gómez Bermúdez, dispondremos de sentencia y casación del Supremo antes de las elecciones generales de 2008. Entonces, no veamos espejismos en desiertos lejanos.