«Por mucho que forcejeen o pataleen», por mucho que se defendieran, por mucho que aún fueran niñas, o ya fueran ancianas, había que violarlas. A todas. «Al menos así sabrán lo que son los hombres de verdad».
Esta noche, en Sevilla, se han gritado vivas a ese hombre. No sólo violador, sino asesino.
Hay que violarlas a todas. Lo gritaba a todo pulmón desde Radio Sevilla el general Queipo de Llano. Violad a las rojas. Violad a las rojas. ¿Cuántas de esas mujeres, si es que alguna sobrevivió, han revivido el dolor cada vez que pasaban junto a su tumba? Su cuerpo ha estado enterrado setenta y un años en un lugar sagrado para los católicos, uno de los símbolos de Sevilla y Andalucía: la basílica de la Virgen de la Macarena. Imaginad ser ellas, o sus hijas, y saber que el asesino está allí, a tu lado, mientras le rezas a tu virgen, en un lugar santo. «¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río id preparando sepulturas! Han caído en nuestro poder numerosas prisioneras. ¡Qué contentos van a ponerse los regulares!”.
Imaginad que sois ellas. O que sois hijos o nietos de ellas. Que vuestra madre, o vuestra abuela, fue violada y asesinada por órdenes de un hombre
La familia de Queipo gritaba vivas al asesino. A uno de los mayores genocidas de la Guerra Civil. Imaginad en Alemania gritos de la familia de Goebbels. Viva Goebbels. No podrían. No hay tumba. Y allí está prohibida por ley cualquier arenga nazi.
Decenas de miles de sevillanos, hasta 45.000, murieron fusilados bajo las órdenes de Queipo. Sus hijos y nietos han tenido que soportar décadas pasando al lado de su lápida, enterrado con honores junto a la virgen a la que veneran. El gran asesino, el hombre con un odio visceral hacia quienes defendieron la democracia de la República, reposaba en lugar santo.
Venganza sería tirarlos en una cuneta, como lo están sus víctimas. Justicia es dárselos a la familia para que los entierre donde considere oportuno. hubiera sido hacerlo al recuperar la democracia, no ahora.
71 años después, hoy, en, Sevilla, Andalucía y España amanece un bonito día para los demócratas.
Virgen de la Macarena
Flor del vergel sevillano,
sangre de tu santa tierra,
de la paz, no de la guerra,
jamás de Queipo de Llano.
Que tú no eres generala,
abogada del terror,
sino madre del amor,
lumbre que todo lo iguala.
Rafael Alberti. Poema de la Discordia. 1978