Al igual que en tierra firme, los yacimientos en el mar son cada vez más difíciles de descubrir. Las nuevas reservas de petróleo y gas costa afuera no alcanzan a cubrir el agotamiento de energía debido al consumo creciente de la humanidad. Con esto en mente, los gobiernos no dudan en autorizar el método de […]
Al igual que en tierra firme, los yacimientos en el mar son cada vez más difíciles de descubrir. Las nuevas reservas de petróleo y gas costa afuera no alcanzan a cubrir el agotamiento de energía debido al consumo creciente de la humanidad. Con esto en mente, los gobiernos no dudan en autorizar el método de fractura hidráulica para maximizar la extracción en pozos offshore.
Portada del informe del Center for Biological Diversity.
La perforación en el mar comenzó en 1896 en California, EEUU. Desde entonces la industria desarrolló métodos que le permitieron alcanzar yacimientos en aguas cada vez más profundas y en condiciones más adversas. Por ejemplo, en el Uruguay, a 250 km de la costa, acaban de realizar un pozo en aguas de 3400 metros de profundidad, que alcanzó los 3000 metros bajo el lecho marino (IPS, 9/06/2016). Los equipos y tecnología necesarios para estas perforaciones son extremadamente caros, en algunos casos su utilización demanda la erogación de hasta un millón de dólares por día (National Commission, 2011: 2). Por esta razón es necesaria una altísima productividad de los yacimientos a fin de justificar las inversiones.
De la misma manera que para las explotaciones en tierra firme, la industria offshore se auto controla. El American Petroleum Institute (API), organización creada por las mismas compañías petroleras, es la máxima autoridad que rige los destinos del sector en todo el mundo. Los gobiernos aceptan su potestad para regular y crear las normas de seguridad. Sin embargo, una vez más, las prioridades de la industria marchan a contrapelo de las necesidades de la sociedad y de una realidad marcada por un calentamiento global sin precedentes. En tal sentido, las normas del API no son tan estrictas como para afectar los intereses económicos de las empresas que financian al API (National Commission, 2011: 228-229).
La basura bajo la alfombra
La explotación de hidrocarburos en el mar conlleva una serie de riesgos dado el ambiente hostil donde desarrolla sus actividades. A la plataforma móvil de perforación le siguen plataformas fijas de producción, que reciben la extracción de los pozos, hacen una limpieza primaria del petróleo extraído -separando el agua de formación salobre- y el dióxido de carbono (CO₂) del gas natural, y la bombean a tierra a través de miles de kilómetros de cañerías.
El agua salobre se vuelca al mar y el CO₂ se inyecta en formaciones permeables profundas, a través de un pozo paralelo, siguiendo procedimientos conocidos como Captura y Almacenamiento de Carbono. Sin embargo, este confinamiento no está garantizado a través del tiempo, dado que no hay certeza de que el sello impermeable que encapsula el CO₂ no se vea afectado en el futuro, permitiendo pérdidas de este gas. El método es un ensayo experimental a gran escala pero sin garantías de suceso (van der Tuuk Opedal, Nils et al., 2013). En otras palabras, es equivalente a «esconder la basura bajo la alfombra».
Los pozos en el mar comparten los mismos problemas de los pozos en tierra: fallas en la cementación de cañerías, pérdidas a través de cementaciones defectuosas o a través de roturas en cañerías y roscas, y corrosión generalizada (Vengosh, Avner et al., 2011). Todas las estructuras marinas están expuestas a la corrosión de manera permanente desde el momento que son instaladas, requiriendo una inspección constante y métodos de protección catódica para demorar lo más posible el efecto de deterioro. Aun así la vida útil de las instalaciones es muy limitada (Technical Report, 2006).
Fractura hidráulica en pozos offshore
Al igual que en tierra firme, los yacimientos en el mar son cada vez más difíciles de descubrir. Las nuevas reservas de petróleo y gas costa afuera no alcanzan a cubrir el agotamiento de energía debido al consumo creciente de la humanidad. Con esto en mente, los gobiernos no dudan en autorizar el método de fractura hidráulica para maximizar la extracción en pozos offshore. Por su parte, la industria se enfrenta a requerimientos de distinta naturaleza. Como en todo proyecto extractivista, se impone la necesidad de maximizar la producción para aumentar su rentabilidad. Al mismo tiempo, las características geológicas de algunas zonas fuerzan al uso de distintas técnicas para mejorar la productividad de los pozos.
En el Golfo de México las formaciones de hidrocarburos consisten mayormente en rocas areniscas no consolidadas. En estas condiciones la arena se desprende de las rocas disminuyendo la permeabilidad efectiva de las formaciones y bloqueando el flujo de los hidrocarburos hacia el interior del pozo. Para solucionar este inconveniente se usa una técnica llamada frac packing, que consiste en inyectar un bajo volumen de fluidos a baja presión para fracturar las rocas a poca distancia del pozo. Durante la fractura se inyecta una arena gruesa para impedir que la arena fina de las rocas tapone los orificios y herramientas del pozo. Para esta operación se requiere un volumen de agua y productos químicos inferior al usado en la fractura de rocas no convencionales. Sin embargo, el informe de la compañía Schlumberger afirma que más de 65% de las operaciones de control de arena en el Golfo de México se hace usando el método de frac packing, por lo que la aplicación generalizada de esta técnica implica un riesgo creciente de contaminación ambiental (Schlumberger, 2002: 40).
A los problemas comunes a todos los pozos de petróleo offshore ahora se le suman los ya conocidos de la fractura hidráulica: uso de compuestos químicos tóxicos, contaminación del aire, generación de desperdicios, uso de cantidades masivas de agua potable. Estas operaciones implican el uso de productos químicos no identificados más ácido clorhídrico y ácido fluorhídrico, utilizados para mejorar la permeabilidad de las rocas, e inyectados en el pozo a altísimas presiones en ambientes hostiles.
Las compañías operadoras están autorizadas para volcar los desechos tóxicos de la fractura hidráulica en el mar (Truthout, 24/06/2016 y NPDES, 23/01/2014). Esto ocurre tanto en las costas de los EEUU como en perforaciones no convencionales en las costas del Reino Unido (The Guardian, 15/06/2016). La única restricción se aplica cuando los residuos contienen rastros de petróleo. En tal caso, se los debe acumular en grandes piletas donde se separa el petróleo del agua antes de volcarla al mar. En general esta separación comienza con una inspección visual para verificar que el agua de las piletas no muestre residuos aceitosos en su superficie. De esta manera se habilita la descarga de productos tóxicos en zonas muy sensibles y que ya están afectadas por la actividad del ser humano (Center for Biological Diversity, 2014). El Golfo de México, por caso, está altamente contaminado no solo por el volcado de fertilizantes, pesticidas y residuos químicos de la agricultura sino también de la industria petrolera.
A esto se deben agregar los riesgos a los que está sometido el personal. Típicamente un operario en plataformas trabaja en largos turnos de hasta 20 horas diarias, lo cual, según las estadísticas, aumenta hasta siete veces las posibilidades de morir en accidentes de trabajo (Oil + Gas Monitor, 13/09/20).
Fuego en el golfo [recuadro]
El más notable de los derrames petroleros en el Golfo de México ocurrió en el 2010 cuando se incendió la plataforma petrolera Deepwater Horizon. En el informe de la Comisión Investigadora de este accidente, se destaca la acumulación de errores por parte de BP, la compañía dueña del pozo -antes conocida como British Petroleum-; del personal de Transocean, empresa dueña del equipo de perforación; y finalmente, de Halliburton, encargada del trabajo de cementación de la cañería de entubación. Como siempre, no hubo una razón única para el desastre. Halliburton usó una lechada de cemento inapropiada para las condiciones del pozo. Para ahorrarse los costos el gerente de BP ordenó no hacer un perfil de adherencia de cemento, el cual hubiera detectado las fallas en el fondo del pozo que luego derivaron en la surgencia incontrolada. Los operadores de Transocean no supieron interpretar las variaciones de presión resultantes de los ensayos de hermeticidad. Finalmente, cuando comenzó la erupción descontrolada de gas también falló, por falta de mantenimiento, la válvula de seguridad (BOP) que debería haber cerrado completamente el pozo y parar la fuga de gases (National Commission, 2011: 89-127).
La magnitud de la operación excedió la capacidad de control de la agencia estatal Mineral Management Services (MMS), encargada de supervisar y controlar la perforación. En todo momento hubo fallas de comunicación entre los distintos agentes involucrados y los agentes del gobierno. Como consecuencia del accidente la MMS fue cerrada y se creó elBureau of Ocean Energy Management, Regulation and Enforcement (BOEMRE), con más autoridad y campo de acción. Sin embargo, como si nunca nada hubiera ocurrido, la nueva agencia federal autorizó la perforación masiva y fracking en las costas de EEUU.
Esta serie de errores fatales ocurrieron en los EEUU, un país con todos los medios y la experiencia para controlar estos problemas. Comparando la legislación de los EEUU con la de México, su vecino y compañero de aventuras petroleras en el Golfo de México, se nota la diferencia en las regulaciones de uno y otro país. Si en los EEUU la regulación deficiente no se puede implementar efectivamente, en México la legislación y controles son directamente inexistentes (Greenpeace México, 2012: 21).
En el incendio de la plataforma petrolera Deepwater Horizon fallecieron 11 operarios y fue la mayor catástrofe ecológica en los EEUU. Durante la misma se derramaron unos 4,9 millones de barriles de petróleo (780.000 m3), contaminando 1728 kilómetros de costa y afectando un número incontable de especies marinas y costeras. El daño a las economías locales, dependientes de la pesca y el turismo fue incalculable, dejando miles de personas sin trabajo.
Pero el accidente en el Golfo de México no fue el único. Hubo catástrofes equivalentes tanto en el Mar del Norte, como en Indonesia, México y en Brasil. En todos los casos la contención de los derrames y las tareas de emergencia se vieron dificultadas por el ambiente inhóspito en que se desarrollan estas perforaciones. Las plataformas marinas quedan fuera del alcance de helicópteros por lo que solo se puede acceder mediante embarcaciones. Las olas y el viento complican tanto el abastecimiento de suministros como el relevo de personal o la atención médica del mismo.
Fuentes: Center for Biological Diversity, 2014. Troubled Waters. Offshore Fracking’s Threat to California’s Ocean, Air and Seismic Stability. September, USA. — 28/06/2016.Obama Administration Permitted 1,200 Offshore Fracks in Gulf of Mexico Environmental Protection Agency, Reissuance of National Pollutant Discharge Elimination System (NPDES), 23/01/2014. General Permit for Offshore Oil and Gas Exploration, Development and Production Operations Off Southern California, 79 Fed. Reg. 1643. Greenpeace México (2012).Perforar aguas profundas. La gran estupidez. México. Inter Press Service (IPS), 09/06/2016. Uruguay busca un futuro petrolero en sus aguas ultraprofundas.National Commission on the BP Deepwater Horizon Oil Spill and Offshore Drilling (2011). Deep Water – The Gulf Oil Disaster and the Future of Offshore Drilling. Report to the President. January, USA. Oil + Gas Monitor (Jeffrey Raizner y Doyle Raizner LLP), 13/09/2013. Offshore Fracking Injuries. Schlumberger, 2002. Frac Packing: Fracturing for sand control. Technical Report, 2006. Material Risk – Ageing Offshore Installations. Petroleum Safety Authority Norway (PSA). Report Nro 3496. The Guardian, 15/06/2016.UK fracking firm plans to dump wastewater in the sea. Truthout (Mike Ludwig), 24/06/2016. Obama Administration Approved Gulf Fracking During Deepwater Horizon Disaster. van der Tuuk Opedal, Nils et al., 2013. Potential Leakage Paths along Cement-Formation Interfaces in Wellbores; Implications for CO2 Storage. Science Direct. Vengosh, Avner et al., 2011. A Critical Review of the Risks to Water Resources from Unconventional Shale Gas Development and Hydraulic Fracturing in the United States. Environmental Science &Technology. Critical Review. August, USA.
Este artículo es parte del proyecto Aportes para la crítica y acción contra las energías extremas en América Latina, de OPSur-Oilwatch Latinoamérica, y cuenta con el apoyo deGlobal Greengrants Fund.
Fuente: http://www.opsur.org.ar/blog/2016/10/12/estallando-el-oceano/