Recomiendo:
0

Entrevista a Arnaldo Otegui portavoz de la Izquierda Abertzale en un medio mexicano

«Estamos convencidos de que Euskal Herría va a ser una nación, un Estado republicano y socialista»

Fuentes: Eme-equis

«El conflicto vasco es similar a la revolución zapatista en México, donde a pesar del drama, hay mucha alegría. Los vascos somos los indígenas de Europa: tenemos, como todos los pueblos, el derecho a la autodeterminación y estamos seguros de que lo lograremos», dice Arnaldo Otegui, actual líder de Batasuna, el partido de izquierda independentista vasca al que se considera el brazo político de ETA. Otegui habla sobre los pormenores de un proceso que Europa, el mundo y varios miles de vascos residentes en México siguen con atención y cautela.

«Euskadi Ta Askatasuna ha decidido declarar un alto al fuego permanente a partir de las 00:00 horas del 24 de marzo de 2006». Eran las palabras textuales de un comunicado de ETA que Europa en general, y España en particular, recibían con una mezcla de expectación y dudas. Expectación porque, por primera vez, los términos «alto al fuego y definitivo» aparecían en la escena de más de 40 años de conflicto armado en el país vasco; dudas porque otros intentos de pacificación en el pasado han quedado frustrados en el camino.

Y desde aquel comunicado, leído el mediodía del 22 de marzo por la voz de una mujer encapuchada, la prensa y la opinión pública española y europea siguen de cerca los pormenores de un proceso de paz que promete ser cuando menos largo y no poco espinoso, pero «diferente».

De esto hace ya dos meses y, a la fecha, ETA ha cumplido su palabra. No ha habido atentados. Constatado el alto al fuego, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció recientemente que en junio comenzará formalmente el diálogo con el grupo al que no pocos llaman «la banda terrorista».

Se trata de una «oportunidad única para un cambio; para que la paz llegue y la violencia no vuelva a repetirse nunca más», según Arnaldo Otegui, líder del ilegalizado partido de izquierda independentista vasca Batasuna, que habla en exclusiva para Emeequis en su primera entrevista para medios internacionales desde el anuncio del alto al fuego de ETA.

En política hay pocas casualidades. Por eso, la importancia de Arnaldo Otegui en este proceso de paz tiene hondas raíces. Militante de ETA desde 1977, Otegui dejó de pertenecer al grupo armado para convertirse, en 1990, en uno de los candidatos de la ex Herri-Batasuna (Unión del Pueblo, en euskera); una organización política que después se refundaría en la actual Batasuna, de quien hoy es su portavoz oficial, aun a pesar de la ilegalidad que pesa sobre ella, acusada de ser el brazo político y fuente de financiación del grupo separatista armado.

Con una militancia de 17 años en la «izquierda abertzale» (independentista), en realidad Arnaldo Otegui no ha dejado nunca de ser una figura clave en la historia del conflicto vasco. Su salto al escenario público internacional, sin embargo, podría situarse en el año de 2002, cuando el juez español Baltasar Garzón decide ilegalizar a Batasuna como partido político.

Pero incluso antes, Otegui participó en la experiencia de tregua más reciente: el llamado Pacto de Estella, concertado con el gobierno de José María Aznar en 1998, y que en medio de tensas negociaciones duró apenas un año y medio. Fracasó en el intento de terminar con este conflicto, nacido en los años sesenta, cuando Euskadi Ta Askatasuna (Euskadi y Libertad) o ETA, se conformó como grupo armado contra la dictadura de Francisco Franco. Un enfrentamiento que ha cobrado más de 800 vidas hasta la fecha.

Varias veces detenido y aún con diversos procesos penales pendientes, esta vez Arnaldo Otegui recibió en la cárcel la noticia del alto al fuego definitivo. Podría ser -aunque pocos lo creen- una de esas escasas casualidades que suceden en la política. Y puede ser, también por casualidad, que apenas un día antes de salir bajo fianza por acusaciones de apología del terrorismo, el gobierno mexicano anunciara el 6 de abril de este año la extradición de seis presuntos integrantes de ETA encarcelados en México desde 2003, y que se ha hecho efectiva el pasado 19 de mayo.

De este periodo esperanzador de paz, para un conflicto que afecta a los Estados español y francés, y que preocupa a todo el continente europeo, la polémica figura de Arnaldo Otegui habla en San Sebastián, conocida entre los vascos como Donosti, la ciudad natal de la madre del presidente Vicente Fox:

¿Qué papel jugará Batasuna en el proceso de paz, dado que esta organización es considerada el brazo político de ETA?

Siempre hemos desmentido que seamos el brazo político de ETA. Hay que entender que tanto ETA como Batasuna defienden un proyecto estratégico final para el país vasco; sí que hay espacios en común, porque ambos defendemos un modelo de independencia y socialismo, pero la diferencia es clara: ETA practica la lucha armada y Batasuna no.

¿Cree que los atentados islamistas del 11 de marzo en Madrid significaron el inicio de la decadencia de ETA como opción armada?

Sin duda, esa masacre evidenció la existencia de un grado de violencia por parte de sectores islamistas que chocó absolutamente a todo el mundo, no sólo a Madrid. Sin embargo, no creo que haya una causa-efecto entre el 11-M y la declaración de tregua permanente por parte de ETA. No creo que la razón haya sido esa, hay otras muchas causas para que ETA diera ese paso.

Entonces, ¿cuál es la condición que explica el anuncio del alto al fuego?

La razón fundamental es que en estos momentos, tanto en el país vasco como en el Estado Español hay síntomas de claro de agotamiento del modelo posfranquista, y desde nuestro punto de vista, la lucha independentista ha llevado a la crisis a ese modelo. Si estamos ahora frente a esta oportunidad para la paz, es porque ha llegado el momento de hacer las cosas de otra manera.

¿Cuáles son los pasos siguientes?

La primera condición, o el primer paso, es el cese de agresiones a la izquierda independentista y la segunda, el acuerdo político para poner en marcha el diálogo multilateral. Son dos cosas urgentes y que aún no han ocurrido desde el anuncio de alto al fuego de ETA.

¿La legalización de Batasuna no es un paso?

A nosotros no nos hace especial ilusión. No tendríamos inconveniente en participar en un diálogo político estando en esta situación de ilegalidad, porque nuestra legalidad es de facto. Lo que ocurre es que ahora se pone como condición que Batasuna sea legal; y para eso tenemos una respuesta bastante simple y sencilla: que resuelvan el problema quienes lo crearon. Eso está en sus manos (de los partidos políticos). Yo estoy convencido de que ese paso debe darse por la sencilla razón de que si nosotros no podemos participar, entonces el proceso deja de ser multilateral y no se podrá avanzar. «Es un absoluto disparate decir que se puede hablar con ETA de manera pública y con expresa autorización del Congreso, pero que es imposible hablar con Batasuna. ¿Cómo va a ser posible hablar con una organización armada y no hablar con un partido, por muy ilegal que éste sea? Porque, que nosotros sepamos, ETA es aun más ilegal que nosotros. Eso ni es serio ni se sostiene políticamente».

Una de las grandes críticas a Batasuna es que no ha condenado los atentados. ¿No condenarlos es tanto como justificarlos?

No. En absoluto. Pero para nosotros condenar es una categoría moral, y no política. La iglesia y los Estados «condenan» el hambre en el mundo y no por ello el problema se resuelve. Se ha manipulado la no condena a la violencia con la falsa idea de que nosotros disfrutamos la violencia, o de que no tenemos más alternativas que la violencia. No. La pregunta es ¿qué se resuelve o qué se hubiera resuelto con la condena de Batasuna? Nosotros lo que intentamos hacer es lo mismo que hizo el Sinn Fein en Irlanda del Norte o Nelson Mandela en Sudáfrica, es decir: intentar arreglar las cuestiones que crean esa violencia y esos atentados. Ésa es nuestra receta.

Durante la anterior tregua afirmaba que no había guerra, sino un «contencioso con dos Estados»…

Nosotros hemos querido resaltar siempre que en la izquierda independentista vasca no hay enemigos en el pueblo español. Nuestro problema es con los Estados de Francia y España; y es un problema de aritmética democrática, porque no se nos permite decidir nuestro destino. Somos probablemente el pueblo más antiguo de Europa. Somos los indígenas de Europa y, sin embargo, no se nos reconoce la condición nacional. Resulta que si fuéramos una isla, seríamos independientes, pero estamos divididos y en el centro del continente.

«Una nación libre está a punto de nacer» fue su lema de campaña de 2001. ¿Cuál es su visión del país vasco de aquí a dos años?

Tengo la esperanza de que en dos años estaremos muy cerca de un acuerdo definitivo. Si las voluntades políticas no se dilapidan, si se respetan los tiempos, nosotros estamos convencidos de que Euskal Herría (País, Pueblo Vasco) va a ser una nación, un Estado republicano y socialista. El proceso en general será largo, pero espero que más corto que el irlandés (que ha tomado diez años y sigue en curso). Ya sabemos de lo que hay que hablar, lo que hay que resolver. Estamos en el siglo XXI y nuestros ciudadanos se consideran una nación, una buena parte de la izquierda y los sindicatos apuestan por la independencia de este país. Se trata de ensayar lo que nunca se ha ensayado: un terreno democrático para todas las partes.

La autodeterminación, entendida en sentido vasco es…

La posibilidad de elegir su camino, su estatus político, tal como lo ha hecho recientemente el referéndum en Montenegro. Queremos crear un Estado independiente. Queremos reunificar nuestro país y conformar una república federal en Europa. Sí, ya sé que ahora no hay cauces democráticos para hacer eso. La autodeterminación lo que hace es que abre esos cauces y, por lo tanto, cabe la posibilidad de que esa opción política se materialice; pero siempre desde las vías pacíficas.

¿Qué pasará si llegado el momento los vascos deciden que no quieren esa independencia?

El día que podamos tomar esa decisión, ya habremos ganado. No nosotros, los independentistas, como opción, pero sí como un pueblo que determina su camino. El problema es que los independentistas vascos no hemos tenido ni siquiera esa opción a perder, no sabemos cuánta gente estaría de acuerdo con la independencia. Queremos poder ejercer la seducción política y si ellos (los Estados) no quieren, pues tendrán que convencer a nuestra gente de que la peor opción es la independencia. Pero insisto: desde la seducción política. Y que ganadores y perdedores acepten el resultado. Eso es la autodeterminación.

Durante el proceso que pronto se iniciará, ¿cuáles son los temas más sencillos a tratar y cuáles los más escabrosos?

Lo primero que debe suceder es el cese de la represión, porque de momento sólo una de las violencias ha terminado y la del Estado se mantiene. Después, una vez formada la mesa del diálogo habrá que seguir con el núcleo central, es decir, el derecho a decidir de los vascos. Y si el proceso alcanza a desarrollarse como debe ser, en los plazos determinados, tratar finalmente los temas hasta sus últimas consecuencias, aun los que levantan pasiones en la opinión pública: los presos, la desmilitarización …

¿Y las víctimas, qué papel deben jugar? Porque son más de 800, según cifras oficiales…

Es evidente que hay que darle una satisfacción a las víctimas. ¿De qué tipo? No lo sé con certeza. Pero lo que está claro es que no pueden jugar un papel político, porque las personas que sufrieron la muerte de un familiar tienen la emotividad a flor de piel, y por lo tanto la capacidad de raciocinio disminuye y no se pondrían nunca de acuerdo. El tema de las víctimas ha de tratarse en su momento y suele ser al final del proceso y no al principio. Sin embargo, el PP (Partido Popular, de derecha en España) suele precisamente poner a las víctimas a la cabeza y eso sólo obstaculiza las cosas. «Ahora bien, vamos a ser claros, cuando se plantea el tema de las víctimas siempre se habla de las de una parte. Y nuestras víctimas también cuentan. ETA ha asesinado en más de 40 años a 800 personas, sí, pero nosotros creemos que no es momento ya de usar esa dinámica. En todo este tiempo, 200 militantes de ETA han muerto, miles han sido torturados, hay miles de presos y miles de exiliados, aun la izquierda abertzale es víctima de represión, pero si el objetivo es lograr que no haya ni una víctima más, nos parece que hablar en esos términos no conduce a nada. Nosotros somos los primeros en saber que este proceso es de porcelana y así lo queremos tratar. No vamos a bloquear nada.

Y con toda esta polarización, ¿cuánto podría tardar entonces la reconciliación real?

Tengo la impresión de que a nivel de calle es relativamente sencillo. Al menos esa es mi experiencia durante el año y medio de tregua de 1999. Al menos en el país vasco creo que hay un deseo generalizado de pasar página y de que esto no vuelva a ocurrir. Eso no quiere decir que nos abrazaremos en la calle. Probablemente nadie va a olvidar. Nunca. Pero yo sí creo que una vida social, cultural y política satisfactoria es muy posible, porque la polarización que se ve en los sectores políticos no se corresponde con la realidad de vecinos y familias.

España celebra elecciones generales en dos años, ¿cuáles son los riesgos si el actual partido gobernante (el Partido Socialista) pierde las elecciones?

Esa es una de las más grandes dudas en este momento. Por eso un tema clave a decidir es la inclusión de observadores internacionales en este proceso. La oportunidad es muy grande y tenemos que cuidarla, para que no dependa de la alternancia política. Nosotros sabemos bien que si el Partido Popular hubiera estado en el gobierno, hoy este proceso no existiría, de modo que tenemos que evitar que el resultado de las próximas elecciones pueda echar todo por la borda, de otro modo, esto sería un proceso de paz interminable. Una de las garantías de continuidad reside en la observación internacional. ¿Quiénes, qué instituciones y qué gobiernos pueden hacerlo? Eso es algo que habrá que definirse en los próximos meses. El conflicto vasco es un problema europeo y aunque no queremos negociadores extranjeros, sí creemos de vital importancia figuras que puedan facilitar y proponer soluciones en casos de eventuales bloqueos.