«Nadie ha dudado de que la verdad y la política mantengan entre sí una mala relación y, que yo sepa, nadie ha incluido la sinceridad entre las virtudes políticas», escribía lapidariamente Hannah Arendt en su ensayo Verdad y política. Habría que precisar, sin embargo, que esto es así en la política de Estado, de los […]
«Nadie ha dudado de que la verdad y la política mantengan entre sí una mala relación y, que yo sepa, nadie ha incluido la sinceridad entre las virtudes políticas», escribía lapidariamente Hannah Arendt en su ensayo Verdad y política. Habría que precisar, sin embargo, que esto es así en la política de Estado, de los gobiernos, de la política electoral convencional y de la reproducción de los privilegios.
La estrategia de la mentira es consustancial y necesaria tanto al proyecto neoliberal como a las fuerzas reaccionarias en ascenso. Pero para la política democrática, la política de las subalternas, la mentira convertida en parte integral de su propia identidad supone una negación de sus valores y la desnaturalización de sus fines. Socava su potencial de cambio y a la larga su credibilidad. Si la mentira es funcional en todo proyecto de dominación, su uso generalizado se convierte en un tiro en el pie por parte de todo movimiento emancipador. Puede ser útil para la autorreproducción de aquellos que lo dirigen, pero a costa de vaciar su contenido.
Este es el espíritu con que Gramsci entendía la política revolucionaria cuando escribía en marzo de 1922 en las páginas del Ordine nuovo que «no hay que ocultar a la clase obrera nada de lo que le interesa, ni siquiera cuando lo pueda disgustarse, ni siquiera en el caso de que la verdad parezca hacer daño en el inmediato; significa que hay que tratar la clase obrera como se trata un mayor de edad capaz de razonar y discernir, y no como un menor bajo tutela». Explicaba así el significado del lema «decir la verdad es revolucionario», atribuido a Ferdinard Lassalle y que la publicación turinesa utilizaba en la cabecera de su primer número como diario en 1921.
Desde el 2011 y 2012 dos proyectos de futuro han recorrido la política catalana: el abierto con el 15-M y prolongado después con el ascenso de Podemos y los comunes, y el trazado por el proceso independentista, el cenit del cual fue el 1 de octubre. El primero encarnaba una revuelta de las y los de abajo; el segundo, una dinámica más compleja en que se ha mezclado la movilización popular genuina con el protagonismo de una parte de la élite política y social catalana. La competencia entre las dos propuestas y la falta de toda (¿imposible?) alianza ha sido el gran límite de nuestra época.
En un momento de empantanamiento como el actual, de dificultades para todos y donde se necesitan reorientaciones colectivas es útil señalar un rasgo negativo que uno y otro han compartido: el uso del engaño (a veces mezclado con autoengaño) como parte de su estrategia. El proceso ha tenido un doble lenguaje, un hacia fuera y uno puertas adentro. Se ha basado en conceptualizaciones espurias (desconexión, estructuras de estado …), en promesas no cumplidas y balances nunca hechos. El espacio del cambio, reivindicó el 15-M mientras se institucionalizaba, ha defendido la democracia cuando practicaba el autoritarismo interno y ha vendido triunfalismo irreal en sus acuerdos con el gobierno del PSOE. Ambos, siempre con la oposición de sus propias disidencias y con excepciones oficialistas individuales importantes, han optado demasiadas veces por no decir las cosas difíciles y no explicar la complejidad de lo que acontecía.
Hacia el final de su particular proceso, Josep K lamentaba que «la mentira se convierte en el orden universal». Cruel constatación tan válida en la obra de Kafka como en el tiempo que nos ha tocado vivir. Razón fundamental para recordar que la política democrática debe ser un dique de contención del engaño y representar una estrategia de la verdad.
Josep Maria Antentas, Professor de Sociologia de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y del Consrjo Asesor de viento sur
Fuente: https://www.diarijornada.coop/opinio/20181011/estrategia-veritat-politica-mentida
Traducción: viento sur