Abstención record de Canarias en las elecciones europeas. La menor participación de todo el Estado español, junto con Ceuta y Melilla. Nuestro lado africano, se ve. Los ciudadanos tienen razón. El Parlamento que se elige pinta muy poco. Ni elige un gobierno, ni legisla en la mayoría de materias, ni tan siquiera elige a la […]
Abstención record de Canarias en las elecciones europeas. La menor participación de todo el Estado español, junto con Ceuta y Melilla. Nuestro lado africano, se ve. Los ciudadanos tienen razón. El Parlamento que se elige pinta muy poco. Ni elige un gobierno, ni legisla en la mayoría de materias, ni tan siquiera elige a la Comisión Europea.
La cosa es tan humillante, que este viernes se aprobará un Tratado Constitucional en el que este Parlamento ni siquiera ha podido decir amén. Para eso se lo ha guisado una Convención de listillos designados por la burocracia gubernamental europea, que es la que manda. Así sale, claro: un texto en el que los derechos sociales no sólo no se reconocen para todos los ciudadanos, sino que se niega competencia europea para legislar sobre ellos. Ni salario mínimo, ni derecho a prestaciones por desempleo, ni Seguridad Social, ni derecho a pensiones, ni nada de todo eso que era para todos Europa. Ni siquiera el derecho al trabajo, aunque magnánimamente nos concedan el «derecho a buscar trabajo».
Los derechos que sí se garantizan, y para los que no se puede poner coto, son los de las multinacionales a mover capitales y personas de acá para allá. Han arrimado tanto el ascua a su sardina, que se constitucionaliza la privatización de los servicios públicos.
Y encima, en plan guerrero, porque se exige a los países miembros que aumenten el gasto en armamento. En el marco de la OTAN, que se constitucionaliza. Y para quien Marruecos pasa a ser aliado estratégico (y Canarias estación de servidumbre para maniobritas). Para más inri, la constitución europea adopta la guerra preventiva, a pesar de la experiencia iraquí.
Leña al mono hasta que hable inglés.
O sea: derechos de los poderes fácticos, todos. Derechos de los ciudadanos: ninguno. Control democrático: cero. Y después quieren que uno vaya a votar. A mí que me esperen sentados en el referéndum prometido sobre el tema, que tengo ganas de enviarles un gran No. A ver si captan el mensaje.