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Europride: toma el dinero y corre

Fuentes: Rebelión

El pasado 30 de junio se celebró en Madrid, respaldada con una masiva afluencia, la manifestación del Orgullo Lesbico-Gay-Transexual-Bisexual (LGTB), enmarcada este año en los festejos del Orgullo Europeo (EuroPride). El EuroPride es convocado anualmente en una ciudad distinta del continente según la decisión de EPOA, una plataforma de empresarios LGTB y asociaciones afines de […]

El pasado 30 de junio se celebró en Madrid, respaldada con una masiva afluencia, la manifestación del Orgullo Lesbico-Gay-Transexual-Bisexual (LGTB), enmarcada este año en los festejos del Orgullo Europeo (EuroPride).

El EuroPride es convocado anualmente en una ciudad distinta del continente según la decisión de EPOA, una plataforma de empresarios LGTB y asociaciones afines de diversos países europeos e Israel: en torno a esta convocatoria empresarial confluyen intereses de grandes multinacionales, cobros millonarios por publicidad, cesión de derechos de explotación, contratos en exclusiva con touroperadores de la industria turística internacional, macrofiestas del Orgullo a precios ‘populares’ (en torno a los 100 euros), y todo ello, empaquetado en un envoltorio de ‘activismo LGTB’ que día a día ha ido arrinconando la reivindicación y la disidencia en el armario del Euro Rosa. El clientelismo de las asociaciones mayoritarias hacia los grandes partidos neoliberales y su obediencia ciega y exenta de crítica a las decisiones gubernamentales -por discriminatorias que sean- hacen el resto: cada año más y más personas, y entre ellas por supuesto numerosas personas LGTB, se sienten menos identificadas con esta convocatoria. En Madrid, muchas de estas personas confluyeron en el Bloque Alternativo, iniciativa de participación crítica en el Europride, con el fin de denunciar la degradación de lo que no hace tanto tiempo fue una fecha de lucha.

Y es que mirando atrás y tirando de hemerotecas, el contraste es abismal. Hasta mediados de los ’90, la convocatoria del 28 de Junio en Madrid, Día por la Liberación Sexual, era una manifestación, no una cabalgata. Desde finales de los ’70 hasta entonces pocas personas se atrevían a dar la cara, pero las pocas que daban ese paso salían a la calle con mensajes reivindicativos y de transformación social. De haberse mantenido en Madrid ese modelo de denuncia contra la homofobia y lucha de los movimientos sociales sin injerencias mercantilizadoras, hoy seríamos decenas de miles celebrando un día que, como el 8 de marzo o el 1 de mayo, ha de ser una fecha política convocada desde los movimientos sociales. Una fecha política sin dejar de ser festiva, pero que no por ser alegre, ha de estar monetizada ni olvidar la denuncia pública. Hubiera ocurrido así en Madrid, como ocurrió por ejemplo en Barcelona, donde año tras año se mantuvo -y se mantiene hoy- una masiva afluencia de manifestantes con afán reivindicativo no consumista. Sin empresarios.

Ese tipo de manifestantes también existen en Madrid, pero sólo tienen la opción de celebrar públicamente su día en mitad de unos grandes almacenes en forma de desfile en manos de entidades comerciales y correas de transmisión del neoliberalismo. Además, el modelo de Orgullo impuesto en nuestra ciudad durante los últimos 15 años censura los mensajes «incómodos». Por ejemplo, los organizadores del Orgullo Europeo de este año, silenciaban con su potente megafonía las consignas rebeldes del Bloque Alternativo al llegar a Plaza de España, eludiendo decir el nombre de dicho grupo como hicieron con el resto de las comitivas, mientras la Policía Municipal dispersaba al Bloque evitando su visibilidad ante el podio del fin del recorrido. Todo un ejercicio de tolerancia y espíritu participativo.

Un artículo recientemente aparecido en Rebelión («Los medios de comunicación y el Orgullo LGTB«) criticaba a la asociación gay vasca EHGAM por haber dado al Europride el premio crítico «Alpargata de Trapo 2007» («por convertir la reivindicación en un carnaval», según justificó dicho grupo). El artículo, publicado en esta web el 4 de julio, confundía la crítica realizada por EHGAM -en rechazo a la despolitización y domesticación del movimiento- con un distanciamiento a la costumbre de algunos manifestantes a vestir disfraces el día del Orgullo. Que cada cual pueda vestirse como quiera está fuera de toda discusión y no es el eje de la crítica. Basta con conocer un poco los antecedentes y el debate como para adivinar sin temor a equívoco que la crítica al Europride realizada por EHGAM y otros grupos LGTB vascos no se centra en las vestimentas., como tampoco lo hace la crítica realizada por los grupos LGTB componentes del Bloque Alternativo de Madrid, ni la de una treintena de grupos LGTB que respaldaron estas opiniones desde Andalucía, Aragón, Argentina, Catalunya, Galiza, Perú, Portugal, Québec, y otros países, y como también lo hicieron innumerables movimientos sociales que mostraron su apoyo. La crítica, en cambio, se centra en un par de ideas muy simples: «Dejad de comercializar nuestros derechos. Dejad de diluir en la superficialidad mercantilista el espíritu reivindicativo que siempre tuvo este día». Teniendo en cuenta los múltiples factores que han concurrido, una alpargata de trapo es lo mínimo que se merece el Europride.

Euro-price: la codicia os pierde

Y es que, como si quisieran darle la razón a EHGAM, las organizaciones convocantes del Orgullo Europeo de 2007 y los empresarios LGTB madrileños han protagonizado durante los últimos meses el más carnavalesco y bochornoso vodevil de lucha de intereses. La polémica incluye entre sus ingredientes diversos sainetes que avergüenzan al más entregado defensor del modelo Europride. Entre ellos: la ruptura de la hasta entonces duradera alianza entre el movimiento LGTB mayoritario oficialista y la asociación de empresarios LGTB madrileños ante el pastel tan suculento que había que repartir; el registro comercial de la palabra ‘Europride’ para explotarla comercialmente a mano de una empresa que actuó con alevosía a espaldas de los movimientos sociales y del resto de los empresarios y se apoderó de la «marca»; la demanda judicial interpuesta contra los organizadores del Europride por haber utilizado como nombre de la convocatoria esa marca una vez registrada; rumores que habrá que confirmar pronto sobre la misteriosa desaparición de cuantiosas sumas entregadas como subvención pública para la organización del macro-evento; la presunta pérdida de más de 100.000 euros por parte de la organización de empresarios que participaba en el pastel; y, por si fuera poco, el abucheo a Marta Sánchez en Chueca y la aparición estelar de Gallardón en la portada de la revista Zero en plena campaña electoral. Pocos motivos para el Orgullo.

Diversos grupos LGTB de carácter reivindicativo ya habían alertado al resto del movimiento LGTB en las recientes jornadas estatales celebradas en Logroño de la necesidad de poner coto a esta situación. Pero el mensaje mantenido por grupos como EHGAM, el Bloque Alternativo, y tantos otros, sigue cayendo en saco roto, cuando no es desacreditado, cuestionado, y ridiculizado por sectores del mismo que, en nombre de una presunta estrategia de equilibrios políticos de tintes abiertamente electoralistas, parecen olvidar que, por encima de sus compromisos y alianzas políticas o empresariales, se deben a la defensa incondicional de los derechos de lesbianas, transexuales, bisexuales y gays. A veces no se les nota.

Muestra de esta estrategia de fidelidad a según qué intereses ha sido la reacción de un sector del activismo LGTB criticando la reciente acción directa no-violenta del Bloque Alternativo durante el desfile del Orgullo. El pasado 30 de junio, en plena Gran Vía y a ritmo de batucada, varios centenares de activistas LGTB interrumpieron durante unos minutos el paso de la carroza de la empresa Infinitamente Gay, exponente máximo de la mercantilización de la reivindicación LGTB y perteneciente al FSM Group (empresa responsable de la inmoral apropiación del nombre «Europride» con fines comerciales y promotora de la denuncia judicial contra los organizadores del desfile por mantener el nombre de la convocatoria). Ante dicha carroza -cuya participación había sido vetada en el desfile por parte de los organizadores y que se valió de un subterfugio para poder participar, registrándose bajo el nombre de «Fangoria»- la comitiva del Bloque Alternativo desplegó una gran pancarta con el lema «Nuestros derechos no son negocio». Durante este señalamiento público de carácter pacífico, un ocupante de la carroza -que algunos testigos identificaron como Mario Vaquerizo, marido de la cantante Alaska- zarandeó a miembros del Bloque y les amenazó violentamente con el asta de una bandera del arco iris (qué simbólico), rompiendo parte del atrezzo utilizado por el grupo de activistas. Lejos de condenar la violencia de este sujeto, grupos LGTB oficialistas han acusado al Bloque de boicotear el Orgullo, de criticar injustamente a Alaska y de causar desórdenes. Y es que hay asociaciones LGTB que están, por encima de todo, al servicio del capital.

La homofobia, mientras tanto, campaba a sus anchas. Al mismo tiempo que Madrid celebraba su ‘eurorgullosa’ capitalidad, la noche del sábado 30 una pandilla homófoba agredía brutalmente en Chueca a R.U., un gay colombiano que al acudir posteriormente a los servicios de Samur con politraumatismos, vértigo y aturdimiento, fue atendido de forma inadecuada. Horas antes, otro joven extranjero era pateado y herido en una calle de Lavapiés mientras se dirigía a la ‘Gran Paella Rosa Anticapitalista’ organizada por el Bloque Alternativo. Sólo una semana antes, un anciano moría asesinado en Tarragona cuando un joven le propinó una paliza por haber intentado ligar con él. Las agresiones contra la libertad sexual, en suma, siguen siendo cotidianas en mitad de una ficción de igualdad legal y aceptación social, al parecer reservada sólo para grupúsculos de personas LGTBQ acomodadas que puedan acceder al paraíso del consumo, del matrimonio aceptado por su entorno, y del barrio-gueto tolerante. Por lo demás, como es tristemente habitual, las personas transexuales siguen sujetas a una ley que, a pesar de los avances que contiene, las patologiza y les niega un tratamiento integral. Las personas LGTB que sufrieron cárcel y torturas en el régimen franquista por su sexualidad en aplicación de la Ley de Peligrosidad Social, siguen sin que se les conceda un status legal que les reconozca oficialmente como víctimas del fascismo. El sistema educativo español sigue tratando la homosexualidad como algo vergonzoso y no se prevé potenciar medidas para acabar con la grave situación de homofobia en los centros escolares… Y tantos mezquinos etcéteras.

Compañeros y compañeras de EHGAM: id preparando más alpargatas de trapo que hay cola por recibirlas. Y felicidades por vuestra certera elección de los premiados de este año 2007 y por vuestros 30 años ininterrumpidos de lucha por un mundo más justo y más reivindicativo.

Colectivo Queer Complutense (C.Q.C)

http://www.rompamoselsilencio.net/spip.php?article70
www.bloquealternativo.org