Si yo fuera Presidente del gobierno español, y me fuera a reunir el día 4 de enero con el recién electo Presidente de Bolivia, estaría lógicamente preparando una agenda de temas, que permitiera la adaptación de nuevas relaciones entre ambos países. Si yo fuera presidente del gobierno español, y tuviera entre las previsiones diplomático-políticas una […]
Si yo fuera Presidente del gobierno español, y me fuera a reunir el día 4 de enero con el recién electo Presidente de Bolivia, estaría lógicamente preparando una agenda de temas, que permitiera la adaptación de nuevas relaciones entre ambos países.
Si yo fuera presidente del gobierno español, y tuviera entre las previsiones diplomático-políticas una especie de propuesta de Alianza de Civilizaciones, procuraría incluir a las civilizaciones indígenas, si es que se dejan, en las interlocuciones y programaciones de acciones comunes.
Claro que para eso, y contando con la visita de Estado de un Presidente Indígena, procuraría adoptar medidas de gobierno que permitieran acercar las necesidades de la población española, con las necesidades de la población boliviana.
Y, a modo de ejemplo, procuraría poner en lugar prioritario esas necesidades, las de los pueblos, y nunca, nunca, permitiría que se confundieran con las necesidades (?) de las grandes empresas españolas (?) que operan en Bolivia, conocidas como transnacionales.
Es más: a alguna de ellas, antes y después de la visita del electo presidente boliviano, procuraría pedirle cuentas, de acuerdo a las leyes españolas, a los códigos de conducta, a las normativas de Naciones Unidas sobre empresas multinacionales, por si acaso se han pasado en la explotación de recursos en Bolivia en el pasado, y para ofrecer garantías al nuevo gobierno boliviano de que en las nuevas relaciones eso ya no va a poder ser…(véase «Un Ojo a la Repsol», por ejemplo).
Si yo fuera presidente del gobierno español, y estuviera a punto de reunirme con un Indio escogido Presidente por una amplísima mayoría de su pueblo, estaría actualizando los precedentes de 513 años de «relación», entre los páises, y No para devolver los minerales de Potosí, pero Sí para renovar acuerdos en donde el Respeto escrupuloso a la Cultura y los Valores de los Pueblos Originarios, conformaran la parte sustancial de las nuevas relaciones.
Y claro está que pondría patas arriba las relaciones de la llamada cooperación internacional: como hay nuevo gobierno allá, y la cooperación es de gobierno a gobierno, pues propondría una negociación respetuosa para cambiar de raíz lo que hasta ahora había, que esencialmente trataba de cursos para los empresarios y las élites en Santa Cruz, programas para disfrazar los efectos de empresas españolas y permitir que siguieran engañosamente operando, y acompañamiento a los programas yanquis de «desarrollo alternativo» absolutamente fracasados y disfraz de la guerra contra las drogas, la más falsa guerra que ocurre contra los pobres de aquel país, el Qollasuyu, Bolivia, Corazón de Latinoamérica.