‘El Mundo’, ‘El País’ y ‘La Vanguardia’ se podrían ver beneficiados por los gastos de publicidad que realice en 2009 el Ministerio de Ciencia, tras haber publicado reportajes contra el movimiento anti Bolonia. En apenas 24 horas tres diarios de tirada nacional (El País, El Mundo y La Vanguardia) de diferente color político coincidieron en […]
‘El Mundo’, ‘El País’ y ‘La Vanguardia’ se podrían ver beneficiados por los gastos de publicidad que realice en 2009 el Ministerio de Ciencia, tras haber publicado reportajes contra el movimiento anti Bolonia.
En apenas 24 horas tres diarios de tirada nacional (El País, El Mundo y La Vanguardia) de diferente color político coincidieron en la publicación de sendos reportajes sobre lo infundado de las movilizaciones estudiantiles. Estos artículos aparecieron el 25 de noviembre en El País y al día siguiente en El Mundo y La Vanguardia. Todo ello podría formar parte, según una fuente cercana al Ministerio de Ciencia e Innovación, de una campaña de prensa financiada por este Ministerio para demostrar la ignorancia de los universitarios que protestan contra Bolonia.
Las movilizaciones por la educación pública no han dejado de crecer en las últimas semanas. De las movilizaciones en 70 ciudades entre el 13 y el 20 de noviembre se ha pasado a la ocupación de los propios edificios universitarios. Las asambleas y colectivos estudiantiles han visto recompensado el esfuerzo que durante años se ha realizado para denunciar los cambios que propone el Espacio Europeo de Educación Superior y las reformas que para su adaptación han realizado los gobiernos de Aznar y Zapatero. Pero, en el Ministerio, estas protestas no han sentado nada bien.
Tampoco en los rectorados, que no saben cómo deshacerse de ellas. Y en cuanto se han masificado, han hecho todo lo posible por desprestigiarlas. El nuevo equipo de Cristina Garmendia, tras las manifestaciones de mediados de noviembre, ha pasado a la acción. «Varias centrales de medios estiman que posiblemente el Ministerio de Ciencia e Innovación favorecerá a estos periódicos en sus presupuestos de publicidad para el año 2009», explica la misma fuente a DIAGONAL. Y mientras tanto Garmendia anda de gira presentando la Estrategia 2015, cuando en todas las universidades se debate la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior en 2010. Y en su despacho se amontonan otros proyectos como la Ley de la Ciencia o la eterna promesa de contratar, como trabajadores de pleno derecho, a los jóvenes investigadores.
Los mismos argumentos
«¿Saben los estudiantes por qué luchan contra el Plan Bolonia?», se preguntaba en portada el diario de Pedro J, además de un resumen de los textos que los tres diarios publicaron. Pero las similitudes no se quedan únicamente en el mensaje. Los tres medios reprodujeron en sus respectivas ediciones nacionales un reportaje a dos páginas con un espacio reservado en la portada. ¿Qué nos encontramos si nos adentramos en las páginas interiores de estos tres periódicos? «Las protestas estudiantiles tienen poco que ver con la puesta en marcha del EEES», explicaba La Vanguardia tras el titular: «Bolonia no es todo eso». Las cosas claras. Y, después, para salir de dudas, ¿qué es Bolonia?: «Movilidad de estudiantes y homologación de titulaciones. Eso es, en esencia, el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES)», aclaraba el periódico catalán. Una retórica a la que muy poca gente se podría negar en un mundo globalizado. Un mensaje que también se difundía un día antes en El País, tras el titular «En el nombre de Bolonia», se podía leer: «La declaración europea para crear una Universidad homologable se ha usado como excusa para otras quejas».
El Mundo fue el medio que más espacio le dedicó de los tres mencionados. Aparte de ser portada del periódico, era la apertura de su suplemento Campus y lo desarrollaba en otras dos páginas interiores. Pero, respecto al mensaje ningún cambio. Titular de portada: «Cuando las pancartas no concuerdan con el motivo de la protesta», seguido de «el EEES se ha convertido en un conjunto de lugares comunes y leyendas. Campus enfrenta los lemas de los estudiantes con el verdadero espíritu de la declaración». Y si pasamos las páginas volvemos a encontrarnos el mismo mensaje, por si no había quedado ya claro. Eso sí, el medio de Unidad Editorial reconoce la labor que desde las asambleas y otros colectivos estudiantiles se está realizando para estudiar Bolonia, a diferencia de «los miles de estudiantes que salen a protestar sin saber muy bien contra qué».
Otros nexos de unión
Entre el resto de argumentos comunes destacan la falta de información que ha habido desde el Gobierno, la dificultad que ha existido siempre para meter mano en la universidad o la falsa idea de que este proceso privatiza la universidad como servicio público. Y sobre este último apartado las coincidencias se repiten. El Mundo pretende desmontar uno de los lemas más populares: «Empresas fuera de la universidad»: Sus argumentos, «otro eslogan habitual nos remonta en la memoria hasta las luchas surgidas a raíz del Informe Bricall (1999) y de la LOU (2001)», textos que ya tenían como referente al EEES y que se dieron a conocer tras los acuerdos de la OMC para privatizar los servicios públicos, educación incluida. Y el diario pasa al ataque: «Precisamente, una de las tradicionales reivindicaciones de los universitarios ha girado en torno a los problemas que han tenido a la hora de conseguir trabajos acordes con su formación».
Este mismo argumento se desarrollaba en su rival madrileño: «La declaración de Bolonia no habla de privatización de la universidad. Anima a los países a buscar los mecanismos para invertir más en ella, pero no detalla cuáles». Pero si no hay una propuesta de financiación y en los últimos años, hasta la llegada de la ‘crisis’, los gobiernos europeos han apostado por el descenso de la financiación pública, a la universidad le quedan dos posibilidades: incrementar las tasas o buscar financiación privada. Ninguna de ella parece popular entre los estudiantes.
Y, ante esta denuncia estudiantil, tampoco calla La Vanguardia: «La posibilidad del encarecimiento de los estudios, otro de los argumentos de los contrarios a Bolonia, ha sido descartada tanto por los responsables políticos como por los rectores». Pero poco más adelante refleja la nueva realidad de los campus. «La colaboración de la empresa privada en la universidad española no es algo habitual. Poco a poco se han ido constituyendo cátedras o acuerdos con entidades bancarias, el caso del Santander es el más claro». Una entidad que acaba de dar su respaldo a la Complutense para financiar los cursos de verano.
De los encierros a un encuentro estatal
Los estudiantes valencianos han convocado al resto de asambleas y colectivos estudiantiles que están organizando la oposición a la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior a un encuentro el 13 y 14 de diciembre en la ciudad levantina. Su objetivo: compartir la información de las actividades que en cada lugar se están llevando a cabo e intentar sacar adelante una acción conjunta a nivel estatal. Una reunión a la que acudirán delegados de las asambleas y colectivos que están protagonizando encierros y protestas en decenas de facultades de todo el Estado. Además, el 4 de diciembre se convocó una huelga en Alava coincidiendo con las elecciones al rector de la UPV-EHU. Motivo por lo que una treintena de estudiantes se habían encerrado dos días antes en el rectorado en Leioa (Bizkaia), que fueron desalojados ese mismo día por la Ertzaintza.
La preocupación también llega a los rectorados
La preocupación no sólo se centra en la cúpula ministerial. Pocos días después de publicarse estos artículos, los rectores de las universidades más afectadas por las protestas (Barcelona, Autónoma de Barcelona, Complutense de Madrid, Sevilla y Valencia) solicitaban ayuda al Gobierno, ya que el movimiento anti Bolonia va creciendo con «consecuencias imprevisibles».
Una información que también fue filtrada por El País, ya que los rectores no lo habían hecho público. Además, tanto en Valencia como en la Complutense las asambleas han ganado en las elecciones de representantes al claustro. Éste no es el único frente que tienen abierto los rectores en comunidades como Madrid o Valencia, donde también se enfrentan al descenso de financiación pública.
Las reacciones de los rectorados están siendo muy diferentes. Van desde el desmantelamiento de los campamentos en Valencia, a la prohibición inicial de un encierro en Alcalá de Henares o a la aceptación de las universidades catalanas de convocar consultas para aplicar la voluntad de la comunidad universitaria sobre Bolonia, incluso abriendo la posibilidad a decretar una moratoria, tras un acuerdo alcanzado en el Consejo Interuniversitario. La huelga general que ha habido en varias facultades de la Universitat Autónoma de Barcelona ha conseguido que también se negocie la propuesta de expediente, por el que se expulsaría a 27 estudiantes entre 1 y 11 años, y se retire la demanda penal a 15 de ellos, aunque la Universitat mantiene las demandas de indemnización y responsabilidad civil, por lo que el proceso no se ha terminado. Estas denuncias se produjeron tras unas protestas estudiantiles durante el curso pasado en el rectorado de la universidad catalana.