¿Habías oido alguna vez de una Web que hubiera sentado al patrón en una mesa de negociación? Simplemente un experimento ciber-sindical atravesado por la dimensión del precariado. ¿Te suena la palabra CAPI Y la palabraTelecentro? Ambos términos se refieren a Centros de acceso a Internet libre y gratuito, que están repartidos por toda la geografía […]
¿Habías oido alguna vez de una Web que hubiera sentado al patrón en una mesa de negociación? Simplemente un experimento ciber-sindical atravesado por la dimensión del precariado.
¿Te suena la palabra CAPI Y la palabraTelecentro? Ambos términos se refieren a Centros de acceso a Internet libre y gratuito, que están repartidos por toda la geografía nacional y europea. En la Comunidad Autónoma de Madrid los CAPI en su mayor parte gestionados por la empresa Innovación y Desarrollo Local S.L.(IDEL S.L.)
Los primeros centros se abrieron en septiembre de 2002 con fondos europeos administrados por la propia CAM y asignados a entidades locales. Fondos que sirvieron para contratar a IDEL S.L. y para poner a trabajar las capacidades intelectuales y afectivas de trabajador@s precari@s de los márgenes de la metrópoli madrileña.
A l@s precari@s de IDEL se nos exige una buena predisposición para el aprendizaje, un notable «don de gentes» y conocimientos mínimos de ofimática de licencia propietaria. Subyugados por una relación contractual precaria al uso, contratos de trabajo por obra en calidad de oficial de 1a. administrativo, cada un@ de nosotr@s nos encontramos al frente de la gestión integral de cada CAPI particular. Se nos exige cumplir con tareas administrativas, de difusión material y telemática, atención al público, desarrollar actividades formativas y mantener relaciones de consenso permanente con las administración y empresas locales.
Desde el 2002 nuestra precariedad laboral se ha ido agudizando. Hemos sido amedrentados activamente por la empresa desde los inicios del proyecto con los argumentos de la inestabilidad permanente que supone pender del hilo de las subvenciones públicas y, como no, con la precariedad general del mercado laboral. «Si no te gusta esto te facilitamos el despido: ahí fuera hay montones de desempleados esperando este trabajo.» Hemos tragado con reducciones drásticas de salarios, esfuerzos titánicos por cumplir objetivos de actividades formativas no remuneradas, incluso hemos escuchado sin protestar invitaciones a votar por el partido en el poder en periodos electorales. Todo por miedo. La Dirección, como no, sembró desde un principio la división entre nosotr@s e hizo gala de un cinismo exacerbado, jugando con nuestras afectividades de cara al público, a los mandos intermedios y entre compañe@s.
Llegamos al límite, cuando tras un conato de organización entre trabajador@s se produjeron dos despidos improcedentes precedidos de la reacción feroz de la empresa, que nos convocó individualmente para reprendernos con la excusa de una auditoría laboral. En resumen descubrimos en nuestra carne que «allá arriba reinan la indecencia, la desfachatez, el cinismo, la desvergüenza.»
Es en ese momento cuando un grupo importante decidimos organizarnos activamente echando mano de los remanentes legales que aun no han sido borrados del mapa de la esfera del trabajo: nos afiliamos masivamente a un sindicato. Elegimos uno en el que nuestras decisiones solo se sometieran a nuestro propio arbitrio. Nos empapamos de legislación laboral y sindical. No fue sencillo ya que somos compañer@s de trabajo virtuales, con escasas relaciones materiales entre nosotr@s.
La mayoría de nuestras asambleas son telematicas. Hacemos uso de tecnologías como el chat, el correo electrónico, los foros, los sms y los weblog. De vez en cuando tenemos asambleas presenciales pero no son nuestra herramienta más eficaz a la hora de comunicarnos y de tomar decisiones. Nuestros puestos de trabajo se encuentran bastante alejados geográficamente los unos de los otros, de ahí que la flexibilidad que nos dan las herramientas telemáticas las conviertan en nuestras aliadas principales. Es por eso que decidimos crear nuestra propia Web dinámica con software libre (SPIP), CapiCua. Se trata de un sitio completamente libre que se creo con el objetivo de llenar un vacío que la empresa se ha negado a facilitarnos: un centro de documentación sobre temas formativos, intercambio de ideas y propuestas formativas. Al mismo tiempo CapiCua es un sitio donde damos rienda suelta a la expresión de nuestro descontento laboral. Fue así como comenzamos un experimento de recombinación de viejas practicas sindicalistas con la guerrilla telemática y otras técnicas basadas en las nuevas tecnologías. Fue así como comenzamos a enfrentarnos con los sofisticados dispositivos de gestión empresarial con los que la patronal viene esquivando con éxito la acción sindical de los asalariados.
Hasta ahora, en el plano tecnológico estamos ganando la batalla. La empresa puso en marcha un foro público en su Web pero desató la censura sin miramientos en cuanto el descontento laboral generalizado hizo acto de presencia. Conseguimos sacarles de quicio. Su reacción se restringió al cierre total del foro y a la neutralización con el despido de quienes no tuvieron miedo a mostrar su verdadera identidad en los mensajes que publicaban. CapiCua se ha convertido en el terror de la empresa. Ahí hay lugar para expresar el descontento sin censuras y de manera anónima. Es también un lugar de formación interna en materia sindical, en el plano legal, histórico y técnico. Nos hace sentir la unión y la solidaridad real entre nosotros.
En nuestra contra están los años de desindicalización generalizada de la sociedad. La inexperiencia nos hace muy vulnerables al discurso de la jerarquía de la empresa, en cuyas redes caemos una y otra vez cuando nos plantamos a defender cara a cara nuestros intereses. Pero la precariedad nos puede y el experimento ciber-sindical aun no ha desplegado todo su potencial. Estamos en lucha y es fácil unirse a ella, simplemente visita CapiCua.