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VOX y Tamames

Fantasmas del pasado

Fuentes: Nueva Tribuna

Si hay una fuerza política que representa nuestro pasado, se llama VOX. Desde Viriato hasta Franco, hay multitud de episodios nacionales que nadie puede glosar mejor que los componentes y seguidores de ese partido político. Ya sea la campaña contra el moro, la conquista de nuevos mundos, las luchas en defensa de la religión católica, las dos guerras civiles para evitar que reinara una mujer en España o la última para corregir los efectos de unas elecciones democráticas. No hay nadie mejor que ellos para explicar esos episodios desde el punto de vista de su aplicación práctica en nuestros tiempos.

El problema es el olor a naftalina que desprenden. Hay cosas que no se pueden conservar sin algún aditivo y la ropa vieja, especialmente si no se usa, precisa de ese compuesto químico para evitar que las polillas acaben con ella. VOX necesita mucha naftalina para conservar sus ideas. Porque no se le puede negar que mantiene encendida su lucha contra el moro, la igualdad efectiva de la mujer, la izquierda y, sobre todo, la discrepancia con sus ideas.

Esa naftalina ideológica consiste en la utilización de los medios que permite la democracia. Aparentemente, ya no son momentos, ni cuenta con la posibilidad, de imponer sus ideas con ayuda militar, por lo que han tenido la habilidad de adaptarse, al menos en esto, a los nuevos tiempos. Por eso, se proclaman, incluso, como constitucionalistas. A lo mejor, hasta que gobierne Le Pen en Francia y pueda solicitar la ayuda de  otros cien mil hijos de San Luis con algún descendiente del duque de Angulema, como en 1823.

Esa adaptación les permite presentarse a las elecciones, encontrarse así con sus almas gemelas entre el electorado y lograr una importante representación en los ayuntamientos y parlamentos autonómicos y nacional. El tema no es nuevo ya que, en los años treinta del siglo pasado, se dio este fenómeno con resultados sobradamente conocidos. Ni siquiera hoy en día representan una excepción en Europa, donde existen partidos hermanos en varios países.

Y, hablando de pasado, hagámoslo de Ramón Tamames. Resulta que una de las posibilidades que proporciona el sistema democrático a VOX es presentar un voto de censura al presidente del gobierno de su país y no del tipo del que presentó el coronel Tejero en el mismo Congreso de los Diputados. Hasta ahí, perfecto. El problema es que, una vez que la eficacia del intento constitucional  se adivina imposible, lo que parece subyacer en la iniciativa es dar un poco de espectáculo, actividad a la que son muy aficionados Abascal y su gente.

Para ello, lo primero era buscar un candidato adecuado como alternativa al presidente Sánchez y, una vez que el propio Abascal ya había sido cabeza de cartel anteriormente, no parecía mediático repetir el chiste. Entonces, parece que se les ha ocurrido buscar donde mejor se sienten. En el pasado. Tampoco Antonio Tejero era, por no repetir, el más adecuado. Ni la mesa del Congreso iba a admitir como candidatos por holograma a Primo de Rivera o Franco. Por eso, se lo han propuesto a Tamames.

Preocupa pensar si, en el casting que ha hecho VOX antes de dirigirse a Tamames, ha contactado con otras personas más respetables que él pero coincidentes en la desilusión por la deriva de sus antiguos correligionarios. Aunque consuela imaginar que, si así fuera, le dieron a Abascal con la puerta en las narices.

El caso es que Tamames se lo está pensando. No sé si, como los futbolistas cuando cambian de club, está pensando en «si está suficientemente valorado», pero le tenemos deshojando la margarita durante este fin de semana. Y, es que, cuando se tiene mas pasado que futuro, hay que pensar bien las cosas que se hacen.

En favor del “sí”, cuenta su trayectoria política, esa que pasa por el Partido Comunista, la Federación Progresista, Izquierda Unida y el Centro Democrático y Social. Especial relevancia adquiere este último paso, de IU al CDS, que, por ello, conviene recordar.

Siendo Tamames cabeza de lista de IU en el Ayuntamiento de Madrid, se pasó con armas y bagajes al CDS al calor del poder que acababa de conseguir este partido gracias al voto de censura que había puesto al alcalde Juan Barranco. Era 1989 y, el estrecho espacio que había entre los escaños de la oposición y del gobierno significaron un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para el transfuguismo profesional.

Su currículo señala que, después de eso, don Ramón se dedicó a los negocios. Y es verdad, pero su capacidad de trabajo posibilitó a nuestro personaje, antes de abandonar la política, compaginar esa actividad con el negocio inmobiliario. Ello, le permitió ser socio de algunas mercantiles como EOPSA o DAINURSA, empresas con destacadas obras como, respectivamente, el Edifico Ópera, en la Plaza de Isabel II, o Cava Baja 30, ambas en Madrid, donde era concejal. El calificativo de “destacadas” no es gratuito, ya que ambas acabaron en los periódicos debido al desalojo de los vecinos de las mismas y a que, bien los tribunales, en el primer caso, o una  comisión de investigación municipal en el segundo, tuvieron que ocuparse del caso.

De su obra científica y literaria, prolífica por otra parte, solo tengo una muestra. En su libro “Mas que unas memorias” (página 652), a mí me hace, muy impropiamente, miembro del Partido Comunista y ex concejal de Tráfico del Ayuntamiento de Madrid. Espero que eso no sea prueba del estado de su memoria y que el resto de su obra merezca el prestigio de que goza.

Sin embargo, en el lado del “no” para rechazar la oferta está ese carácter cambiante que parece tener Ramón Tamames. ¿Llegará al día de la moción de censura sin cambiar, una vez más, de chaqueta?.

Sería una lástima, ya que nos perderíamos el espectáculo de ver a Ramón Tamames, ese que un día se definió como “rojo por fuera y verde por dentro” (o al revés), defender los postulados de VOX contra la izquierda y la ecología. Veríamos que había vuelto renovado desde el pasado.

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/fantasmas-pasado/20230205094645207957.html