Hoy pareciera ser un día para felicitarse por el hecho de ser mujer. ¿En qué sentido? ¿Es que acaso debemos hacer un elogio a la desigualdad? ¿A quién hay que felicitar? ¿A las pobres? ¿A las explotadas? ¿A las prostituidas, víctimas de trata? ¿A las que viven sometidas bajo el dominio del imaginario sexual masculino, […]
Hoy pareciera ser un día para felicitarse por el hecho de ser mujer. ¿En qué sentido? ¿Es que acaso debemos hacer un elogio a la desigualdad?
¿A quién hay que felicitar? ¿A las pobres? ¿A las explotadas? ¿A las prostituidas, víctimas de trata? ¿A las que viven sometidas bajo el dominio del imaginario sexual masculino, obligándolas a tener cubrir su cuerpo? ¿O a las que se les impone justo lo contrario; su exposición pública? ¿A las que tienen triple jornada laboral? ¿O a las que sufren discriminación salarial? ¿O directamente a las que son explotadas laboralmente? ¿A las que son analfabetas? ¿A las que no que no tienen ningún control – o lo que es peor, al propio acceso directamente- sobre los recursos básicos para la subsistencia? ¿A las que sufren abusos sexuales? ¿A las que no se pueden masturbar? ¿A quienes se les ha privado del disfrute de su sexualidad? ¿A las que han sufrido mutilación genital femenina? ¿A las que no se les permite decidir sobre su cuerpo? ¿A las que viven sometidas bajo la tiranía del odio hacia su propio cuerpo? ¿A las que viven a dieta permanentemente? ¿A las que han tenido que migrar lejos de sus seres queridos? ¿A las desplazadas? ¿A las que sufren el exilio? ¿A las asesinadas? ¿A las que no son nombradas? … ¿Hay alguna mujer a la que debamos felicitar? ¿Por qué?
Pero incluso deberíamos reflexionar… ¿Qué es ser una mujer? ¿Cómo se determina la frontera de la desigualdad? Mientras sigamos clasificando a los seres humanos en torno a fronteras invisibles e imposibles (en el sentido del impasse que supone determinar líneas divisorias nítidas y evidentes), seguiremos legitimando las injusticias que se sostienen en el mundo actual. Son tan arbitrarias las fronteras políticas (e incluso culturales) como la demarcación por sexo. Pero a través de la práctica y de su ejercicio se marcan las diferencias, y se fortalecen las desigualdades.
¿Y si resulta que se «es» mujer y migrante? Pues las múltiples fronteras que te determinan multiplican exponencialmente las vulnerabilidades, y el riesgo para sufrir la injusticia social por partida doble; es más, incluso se pueden ir aumentando en función de la orientación sexual, la religión, la procedencia, la clase social, etc.
¿Y a las mujeres que están recluidas en el CIE de Zapadores? ¿Hay que felicitarlas? ¿Por qué? ¿Por ser víctimas de las políticas y leyes migratorias racistas y criminales? ¿Por estar presas por una falta administrativa? ¿Por vivir en una sociedad que las considera «ilegales»? ¿Por tener vulnerados casi todos sus derechos fundamentales? ¿Por sumar a sus múltiples vulnerabilidades otras añadidas por estar en un campo de represión, tortura, deportación y muerte, que es lo que vienen a ser los CIE? ¿Por tener que limpiarse sus propios espacios por el hecho de «ser mujeres»? ¿Por no tener un patio al aire libre propio? ¿Por tener que dar explicaciones de sus necesidades de higiene íntima? ¿Por el hecho se estar oprimidas? ¿Por estar invisibilizadas?
Ciertamente hoy, para muchas mujeres, no será un día especialmente feliz; ni ayer, ni mañana.
Pero hoy 8 de marzo es un día para reflexionar sobre qué les pasa a tantos seres humanos que al ser clasificados con la frontera del sexo, son condenadas a la exclusión. Somos casi la mitad de la población mundial (se ha reducido nuestro porcentaje a causa de los feminicidios de niñas y de los abortos selectivos), y en cambio la desigualdad de género sigue siendo la que más rechazo y resistencia provoca de reconocer, incluso -o sobre todo- en donde se han conseguido mayores avances en torno a la igualdad formal. Pero hoy exigimos no solo la igualdad de derecho, si no la de hecho.
Hoy día 8 de marzo, también es un buen día para homenajear a todas la mujeres feministas que han luchado para hacer visible la desigualdad, por los derechos de las mujeres, y en contra de la violencia sistémica y estructural que sufrimos, y, en tanto que nosotras, también todos los seres humanos.
Lucharemos para acabar con todas las fronteras: las políticas, la culturales, la que marcamos con el sexo y con la orientación sexual: porque ningún ser humano es ilegal, ni ningún ser humano ha de sufrir la desigualdad, sea esta por ningún motivo.
Así que es un buen día para exteriorizar nuestra solidaridad y sororidad con la lucha feminista, que es la lucha por un mundo sin fronteras. Porque no hay justicia social si no es para todos los seres humanos. O todas, o ninguno.
Ana I. Fornés Constán
@bichodelcesto
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