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Festival de Música y Política en Berlín

Fuentes: Rebelión

Han pasado 18 años desde el último Festival des Politischen Liedes (Festival de la Canción Política) de Berlín, un festival que se mantuvo activo entre 1970 y 1989. Hace muy poco, el 25 de febrero, concluyó el evento que, de alguna forma, ha intentado mantenerlo con vida, el Festival de Música y Política (FMP). Dos […]

Han pasado 18 años desde el último Festival des Politischen Liedes (Festival de la Canción Política) de Berlín, un festival que se mantuvo activo entre 1970 y 1989. Hace muy poco, el 25 de febrero, concluyó el evento que, de alguna forma, ha intentado mantenerlo con vida, el Festival de Música y Política (FMP). Dos fueron sus sedes de actividades: la WABE/ZwiEt, que se encuentra en el barrio de Prenzlauerberg y el KATO perteneciente al barrio de Kreuzberg, ambos de Berlín.

Enmarcado en una realidad social y política diferente, sería improcedente y hasta doloroso intentar hacer comparaciones. Pero, sin dudas, una parte del espíritu de lo que fue el FPL, de alguna manera también estuvo por allí. Al contar con pocos recursos, y escaso apoyo oficial, se hace muy dificil reunir a trovadores, cantautores y grupos de la talla de Quilapayún, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Vicente Feliú, Daniel Viglietti….y un largo etcétera que, en los comienzos de sus carreras artísticas, participaron de dicho festival. No obstante, nuevas y viejas generaciones de músicos y compositores, se siguen encontrando para expresar su arte de reflexión, de inconformidad, de compromiso y de esperanza. Más allá de las exposiciones, conciertos de diferentes estilos músicales (desde el folk hasta el rap), y cine documental, resultan muy interesantes los temas de tres conversatorios:

1. Entre «Fantasia» y «Mont Klamott»: Música en la Da Da Er, en los comienzos de los años 80.
2. Pensar de derecha y cantar de izquierda. Los neonazis cantan mis canciones.
3. Hace política el pop?

Muchas críticas se han lanzado contra el antiguo FPL, que no aportan al tema de esta nota, pero, apropiándome de la frase del doctor Calviño, que tanto se usa en el lenguaje popular cubano, soy de los que creen que valió la pena en su versión anterior, así como vale la pena su supervivencia en su actual estructura.