Xabi Solano y Sergio Patxuko son las voces de Esne Beltza, una propuesta nacida de las giras de la Kontrabanda de Fermin Muguruza. El día 25 de noviembre tocaron en Madrid.
El nombre Esne Beltza («leche negra») habla de la paradoja de la música negra hecha por blancos. Y de entrada el grupo parece la all star band del panorama sonoro y combativo euskaldún (músicos de la Kontrabanda, Joxe Ripiau, The Solanos, Su Ta Gar, Etzakit, los scratches de Selectah Kolektiboa…), pero Xabi Solano nos comenta: «en este caso, no ha sido en plan ‘voy a coger a este, y voy a coger a este…’ Durante todos los años que llevo he hecho muchos amigos. A Patxuko -que comparte primera línea a la voz, aportando el contrapunto ragga y el güiro- le conocí con The Solanos, donde tocaba la batería». Éste apunta: «yo llevaba bastante tiempo sin tocar, nos juntamos en un local, estaba con Oskar Benas, y cuando me lo plantearon dije: ¿Tocar? Buah, yo no, que llevo mucho sin tocar… y ya ves, otra vez me han enviado a la carretera…». Solano concluye: «Más que nada somos amigos que nos hemos juntado durante estos años, nos gusta la fiesta y nos lo pasamos muy bien juntos. Yo creo que es un cóctel genial». El grupo aúna con mucha intención la calidad musical (una variedad en la que se tocan tantos estilos como idiomas distintos) y el compromiso con la realidad que los rodea. Sus melodías surgen de la fusión de la música tradicional vasca con los ritmos más variados. Y sus letras (en su mayoría escritas por el bertsolari y ex preso Jon Garmendia, ‘Txuria’) hablan ante todo de la cultura vasca, para defender el euskera; la ama lurra (madre naturaleza); las selecciones deportivas locales; la cuestión territorial, la asamblea de municipios Udalbiltza; la juventud en lucha, etc. Todo enlazado con la participación de artistas de Beirut, Bolivia, Cuba, México o Senegal.
En estos tiempos Esne Beltza se posiciona claramente a favor de los derechos de los represaliados políticos y los refugiados, y para ello ha colaborado poniendo la música en una campaña de la organización Etxerat. También pusieron la banda sonora al festival GaztEHerria o a la iniciativa por el euskera Kilometroak. Este verano organizaron un directo multitudinario por la ría y por las calles bilbaínas contra la inhabilitación de la comparsa Kaskagorri en las fiestas de Bilbao. Pero ellos no tienen miedo a que ese apoyo explícito les condicione para salir a tocar fuera de Euskal Herria.
«Es que también nos estamos tomando con tranquilidad la vida de grupo, y vamos poco a poco, aunque allí estamos tocando mucho. Igual el año que viene nos planteamos más Estado español o Europa y menos Euskadi, porque lo hacemos también por divertirnos», comenta Patxuko.
Jaia bai, borroka ere bai!
El mismo día que charlamos con ellos, hay una macrorredada policial en Donosti. ¿Qué puede hacer la música en un entorno de apartheid político, ilegalizaciones y cierres que, formulados desde la paz y la convivencia, acaban afectando a mucha gente? «Estamos a la expectativa, porque te pueden venir a casa de un día para otro y no sabes por qué. Pero bueno, nosotros solemos cambiar de cara un poco. Solemos reivindicar pero con alegría. Allí tenemos un dicho: ‘jaia bai, borroka ere bai’ (fiesta sí, lucha también). Yo creo que ese es el lema que nos gusta».
Aparte de su compromiso político con el entorno abertzale, estrechan lazos internacionalistas con otros pueblos del Estado y con los diferentes movimientos revolucionarios latinoamericanos, o con Palestina o Líbano. Con movimientos sociales de Madrid han vivido una bonita historia. Solano nos cuenta: «El año pasado vinimos con Esne Zopak al Patio Maravillas de la calle Acuerdo. Estuvimos tocando para el Patio y luego nuestro DJ pinchó en una fiesta para los manteros. Nos lo pasamos genial y se portaron tan bien con nosotros que dijimos ‘vamos a hacer un pequeño homenaje en el disco’. Por eso grabamos el videoclip en el Patio». Esas amistades, sembradas allá por donde pasan, se pueden escuchar en el segundo trabajo de la banda, Noa.
Sopas de leche: las raíces musicales de un pueblo
De Esne Beltza surge Esne Zopak, una variante más pequeña, cuya formación base es la pareja tradicional trikitixa- pandero. «Yo soy trikitilari, y Jon Mari (guitarrista de Esne Beltza) es mi pareja», apunta Xabi Solano. «Desde pequeños hemos tocado juntos. Nuestros padres nos decían ‘tenéis que hacer algún disco sobre trikitixa’ y, ya que han pasado tantos años, pues dijimos ‘vamos a hacer algo especial'». Idearon el CD/DVD Esnesaltzailarena («la del vendedor de leche»), que reproduce las conversaciones con los trikitilaris míticos, que tocan y cuentan las anécdotas sobre las que luego compone Solano y que tocan en directo Esne Zopak. Solano contactó con ellos y fue a visitarlos junto a Jon Mari («a muchos ya los conocíamos de antes, pero a otros no», comenta). En el documental se ve que el oficio del trikitilari y del pandero eran cosa de hombres… «Me costó la hostia encontrar una mujer, y encontré a Felisa justo la última semana que íbamos a grabar», cuenta Solano. ¿Han cambiado los tiempos? «Antes era así», afirma, «pero hubo una época, en los ’90, que pasaron a ser todo mujeres: Alaitz eta Maider, Maixa ta Ixiar, mi hermana Kristiñe, etc». Solano es profesor de música, y nos cuenta que, ahora mismo, en sus clases de trikitixa, de 55 alumnos solo hay cinco chicos. Esne Zopak estuvo este otoño por segundo año de gira por Japón, donde han cosechado un éxito impresionante.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Fiesta-si-lucha-tambien.html