A la memoria de Mariano Baquero Rodriguez, Teniente de Alcalde de Coria del Río (Sevilla), asesinado por los falangistas en septiembre de 1936, con 48 años. Tenía esposa y cuatro hijos. «Su cuerpo yace abandonado junto al puerto de Sevilla». Acaba de publicarse un libro que vuelve a situarnos ante la enorme tragedia de las […]
Acaba de publicarse un libro que vuelve a situarnos ante la enorme tragedia de las personas asesinadas y arrojadas a fosas comunes en los primeros años del golpe militar del 36. Ha sido promovido por la Asociación de Sevilla «Nuestra Memoria» y se titula «El ADN de la Memoria. Fosas del franquismo: semillas de memoria». Es una obra que muestra 35 fotografías de personas desaparecidas en la provincia de Sevilla, acompañadas de diversos textos sobre las circunstancias de sus asesinatos y el destino de sus restos- la mayoría desconocidos-, su ámbito familiar y político en esos momentos, así como reflexiones muy rigurosas sobre las circunstancias políticas generadas por el golpe militar y, concretamente, sobre la durísima represión aplicada en Andalucía durante aquellos años. El objetivo de la obra, según la Presidenta de la Asociación Paqui Maqueda, es «visibilizar la lucha contra el olvido» de aquella tragedia, dado que muchos de los restos de dichas personas aún no han sido hallados.
Entre las aportaciones a dicha muestra, cabe destacar, en primer lugar, el Prólogo del eminente historiador Francisco Espinosa: «Frente a la memoria oculta del fascismo español, las fotografías reunidas en este libro representan la firme voluntad de la gente para no olvidar… Constatan el fracaso de ochenta años de silencio y olvido».
A partir de ahí, son numerosos los textos incluidos, que necesariamente resumimos, para ilustrar y explicar el efecto de aquellas brutales desapariciones entre los supervivientes y familiares actuales. El primero es del cantaor Manuel Gerena:
«Aquí yace sin justicia
la vida de un pueblo
que fue arrasado
pero su causa honraremos»
Especialmente dramática es la aportación de Isaac Rosa:
«Mis abuelas y mis abuelos fueron perseguidos, detenidos, golpeados, torturados, juzgados en farsas judiciales, condenados, incautados sus bienes,encerrados en campos de concentración y cárceles inhumanas, sometidos a miseria y enfermedad, obligados a trabajos forzados en obras públicas, empobrecidos, exiliados, escondidos como topos ,desaparecidos, fusilados en tapias de cementerios y en descampados, disparados por la espalda y en la nuca, asesinados delante de sus hijos».
Es igualmente impactante y dramática la descripción de las mujeres perseguidas, «vejadas y asesinadas» en el cementerio de Guillena (Sevilla). Las llamadas «19 rosas» de Guillena. Como, también, son de destacar las palabras ilustrativas de la arqueóloga Elena Vera Cruz : «Un libro de reparación para una sociedad dañada, desubicada, que aún no ha sabido cerrar sus heridas. Un libro para cauterizar heridas abiertas por una represión desmedida y controlada».
Cómo cobra un especial dramatismo el texto de la Profesora Mirta Núñez Diaz-Balart en relación al asesinato del Guardia de Asalto, Ignacio Alonso Alonso, por su fidelidad a la República: «Ahora que hay miles de voces unidas en pro de las exhumaciones e identificaciones, en ellas hay un nexo en el que coinciden con la defensa del orden público desde el estado republicano». Y cómo olvidar las palabras del pionero del movimiento memorialista, Emilio Silva: «Hay personas que nunca aparecen en los mapas, que no están en las geografías de los libros que se abren sobre los pupitres de las escuelas, que no tienen sus retratos en los pasillos de los parlamentos. Hay personas más grandes que sus países, aunque para asesinarlas no haga falta más que el desprecio por la vida humana de un puñado de fascistas y unos gramos de metal en forma de bala, y para enterrarlas lejos del amor de su familia, basta con una cuneta bajo una encinas y unos metros cúbicos de tierra».
Es un libro donde adquieren pleno sentido las exigencias, ya antiguas, que conservan plena actualidad, de Baltasar Garzón: «Pienso imprescindible crear una Comisión de la Verdad sobre los crímenes franquistas, que pueda acoger los testimonios de las víctimas que aún viven y que arrastran sus agotados cuerpos reivindicando con entereza y valor su derecho a ser oídas, en demanda de una respuesta del Estado, hasta ahora inexistente».
Concluimos con un breve texto de un gran profesional-el médico forense Paco Etxeberria -sin el cual, casi con seguridad, no habrían podido llevarse a cabo una gran parte de las exhumaciones e identificaciones realizadas respecto de las víctimas mortales de la dictadura: «Aunque solo sea por no dejarlos en el lugar donde fueron abandonados por sus asesinos, queremos sacarlos. Y con ello aportar las pruebas necesarias para construir esa verdad todavía incompleta».
Confiamos y exigimos que esta obra, por su contenido y finalidad, y sobre todo por su cruda y actual realidad, contribuya decisivamente a que el actual Gobierno y la oposición parlamentaria decidan ya, como primera medida, la inmediata y rigurosa aplicación de la Ley de la Memoria Histórica en su plenitud; la inmediata constitución de la Comisión de la Verdad para el definitivo esclarecimiento de los crímenes de la dictadura franquista y, en fin, una política pública para la ejecución de los Informes de las NNUU sobre las fosas comunes y exhumaciones. Según el Informe de 22/7/2014,se registraron en España 2.382 fosas pendientes de actuación. Entonces, el Relator cifraba los restos de personas sepultados en ellos en más de 45.000, pero, ciertamente, eran y son muchísimas más.
Ante esta realidad, ¿es el poder judicial el primer poder público obligado a actuar -«Jueces en las fosas» decía la ONU- y, solo subsidiariamente, las Administraciones Públicas?
¿Será posible que algún día se ajusten definitivamente las cuentas con la dictadura franquista?
Fuente: https://www.eldiario.es/tribunaabierta/Fotografias-desaparecidos-franquismo_6_766483380.html